América en bicicleta

Actualizado
  • 11/01/2013 01:00
Creado
  • 11/01/2013 01:00
PANAMÁ. Karina Derl y Jan Matous Enero son dos jóvenes europeos que pasaron el Niágara en bicicleta, así como canta el dominicano Juan L...

PANAMÁ. Karina Derl y Jan Matous Enero son dos jóvenes europeos que pasaron el Niágara en bicicleta, así como canta el dominicano Juan Luis Guerra. Ellos pedalearon todo Norte y Centroamérica, para vivir la aventura de sus vidas.

Karina es una trabajadora social austriaca de 36 años, que maneja cuatro idiomas (inglés, español, alemán y neerlandés), y Jan es un docente y escalador instructor. El ciclismo, la ecología, la labor social, la fotografía y viajar por el mundo, son las razones que unieron a estos dos corazones.

LA AVENTURA COMENZÓ...

En 2011 fue cuando Karina y Jan decidieron recorrer el mundo en bicicletas y en varias etapas. Iniciaron desde Alemania —el país donde ambos se conocieron y se hicieron novios—. Luego recorrieron Holanda, Suecia, Dinamarca, Islandia, Noruega en seis etapas. Pero en su séptima etapa, cruzaron el charco a América, desde finales de 2011. Desde Canadá en Norteamérica, los dos aventureros vienen bajando el continente en sus dos bicicletas y no pararán hasta llegar a su meta, la Patagonia en Argentina.

Ellos pasaron por Panamá y ahora se encuentran en Colombia.

El fin de su proyecto es promover una cultura de paz, donde el uso de la bicicleta contribuya a disminuir el consumo de automóviles en el mundo y así mejorar el uso de materia prima en el planeta como el petróleo. Por eso, Karina y Jan decidieron enfrentarse a los riesgos, pero viajar en bicicletas, los que les permite más interacción con la gente.

Por supuesto que de Panamá tienen mucho que contar, pues aseguran que quedaron conectados con la biodiversidad de los bosques tropicales.

En Portobelo, provincia de Colón, ellos llamaban la atención por lo cargadas que estaban sus bicicletas, con bolsas a los lados y adornadas con banderas de los países que ya habían visitado. Estaban junto a un mexicano que se encontraron en el cruce de la frontera entre Panamá y Costa Rica en la carretera Panamericana.

Jan y Karina estaban buscando un lugar para quedarse una noche y fue cuando contaron que querían una embarcación que los llevara a su próximo destino, Colombia. Claro que atravesar la selva del Darién sería imposible. ‘Ya hemos escuchando que es un lugar hermoso, impenetrable, y que en bicicletas no podríamos llegar’, dijo Jan.

EL COSTO DE VIAJAR

Con ahorros de más de tres años, el apoyo de sus colegas de trabajo, empresas patrocinadoras que creyeron en su idea, la rubia y delgada ciclista, afirmó que todo ese dinero sumó para que ella, junto a Jan, emprendieran la aventura social y ecológica. ‘Nuestras familias también nos dieron la mano’, afirmó Jan, a quien a su llegada a Panamá en el mes de noviembre, le robaron sus pertenencias en Bocas del Toro. ‘Fue un mal momento, pero hay que saber enfrentarlo, no siempre todo será feliz, y es parte de la aventura. Perdí mis documentos, mi tarjeta y dinero, pero mi familia y mi novia me apoyaron’, agregó.

‘Abrimos los ojos como luna llena y nos agarramos la cabeza...’, añadió.

‘Lo hermoso de la travesía fue ver pueblos pintorescos, humildes cálidos, fríos, de gente que nos estrechó la mano, nos dieron de comer y hasta cobija por varias noches. Así son los latinoamericanos contaron los dos.

EL RECORRIDO

Estuvieron en pueblos montañosos de Canadá, apreciaron el otoño del país y aprovecharon para conocer la ciudad. Cruzaron Estado Unidos, viajaron por la costa atlántica, llegaron al Gran Cañón de Colorado y atravesaron el desierto de Texas. Que por cierto sintieron temor por lo solitario, pero les fue bien. Algunos kilómetros en bicicletas y otro poco pidiendo ‘bote’ para que los conectarán a otros pueblos.

Llegaron a la zona desértica de México, y bajaron todo el país. Visitaron Yucatán y terminaron en Chiapas.

Pasaron por Guatemala para poner los pies en Belice y Honduras. Allí fueron a varías playas, estuvieron en parques naturales y se divirtieron con los pumas, tapires y tucanes.

En Nicaragua fueron a varias comunidades como Masaya y visitaron Managua. Estuvieron casi un mes en cada país. Cruzaron a Costa Rica y finalmente llegaron a Panamá.

‘En Panamá convivimos con los indígenas de la comarca Nagbe Buglé, llegamos a Bocas del Toro, visitamos Changuinola y estuvimos en una finca de banano’, relató Karina.

Agua de pipa, pixvae, yuca, arroz era parte de su nutrición.

‘Los indígenas de Panamá son personas maravillosas y tienen un contacto secreto con la naturaleza’, dijo la austriaca.

Durante los recorridos, los dos ciclistas procuran cargar botellas con agua, comida liviana como galletas y frutas para aguantar las horas de camino.

En Chiriquí, pasaron por David. Fueron al Valle de Antón y quedaron encantados con el clima. ‘Nos quedamos pocos días en la capital y nos sorprendimos de la ciudad, muy diferente al resto de Centroamérica’, agregó Jan.

La pareja, por último, decidió llegar a Portobelo para conectarse con la comarca Guna Yala, porque desde allí, tomarían una embarcación para ir a Colombia, lo más probable a Cartagena. Esas han sido las rutas de Karina y Jan.

IDEOLOGÍA

A Karina la frase que le da sentido a la vida es ‘Sólo alguien que mueve el corazón, mueve el mundo’ de Ernst Wiechert (1887-1950); mientras que Jan se deja llevar por la sabiduría del físico Albert Einstein (1879- 1955), quien señaló que la vida es como montar en bicicleta. Para mantener el equilibrio hay que mantenerse en movimiento.

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