Genes agresivos y necesarios

Actualizado
  • 05/09/2017 02:02
Creado
  • 05/09/2017 02:02
El científico español Miguel Pita estudia la agresividad desde la genética y lo que ha representado para la evolución humana

El uso de la modificación genética para curar enfermedades abre un debate al que la sociedad va a tener que enfrentarse, porque esas herramientas permiten crear ‘embriones a la carta', asegura en entrevista con Efe el doctor Miguel Pita.

Esta reflexión se dará ‘dentro de poco' y tendrá que determinar ‘si se quiere vivir en un mundo en el que se pueda hacer eso a una persona', asegura Pita, doctor en Genética y Biología Celular de la Universidad Autónoma de Madrid y autor del libro El ADN dictador .

Este científico español, quien se encuentra en Chile para establecer una línea de investigación en genética en el Laboratorio de Comportamiento Animal y Humano de la Universidad de Playa Ancha de Valparaíso, considera que hoy en día se está en un punto ‘muy avanzado' para poder conseguir anticipar el desarrollo de enfermedades genéticas.

Ello es posible porque ya se dispone de herramientas que retiran el gen que funciona mal de un embrión por un gen sano, ‘de tal manera que ese futuro nacimiento ya aparecería sin la enfermedad'.

Desde que nos levantamos, nuestro día está condicionado por nuestros diminutos genes dictadores, sostiene Pita en su libro. ‘Lo que podemos hacer es modificar los sabemos que tienen una función concreta', explica.

‘Conocemos muy bien el emplazamiento de los genes, pero muchos se interrelacionan entre sí, se activan y se inactivan unos a otros, y ese mapa no está tan definido', precisa.

Pita aclara que sólo rasgos como el grupo sanguíneo o el color de ojos vienen determinados genéticamente. Para otros, como la altura o la agresividad, se puede tener predisposición, pero el ambiente también influye. ‘La mayoría de rasgos complejos, sean físicos o psicológicos, son una expresión de lo que dicta la genética y de cómo se combina con el ambiente en que vivimos'.

Esto incluye el talento, que no es algo que ‘solamente' se aprenda, sino que se perfila y se enriquece con la educación que se recibe. ‘Es también la expresión de la actividad de nuestro cerebro', insiste.

Pita colabora con la universidad chilena de Playa Ancha en la inclusión de la perspectiva genética en el estudio de los comportamientos humanos de cooperación y agresividad.

Ambos mecanismos tienen una base genética ‘porque debieron ser muy importantes para la especie humana en tiempos anteriores', explica.

‘La agresividad y la cooperación tienen una razón de ser evolutiva, han servido para mejorar la supervivencia y la reproducción de los individuos', agrega.

De esta manera, el componente genético preparó a los individuos para evolucionar y adaptarse, mediante la agresividad, pero también con la cooperación.

La agresividad no es sólo física y la herencia genética ‘no obliga a nadie a comportarse de forma agresiva'.

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