Un cine para transformar

Actualizado
  • 16/06/2016 02:00
Creado
  • 16/06/2016 02:00
Luis Romero habla de su perspectiva cinematográfica de cara a su participación en la Semana Internacional del Refugiado en Londres

Las paredes de madera del edificio Renta 5 en Avenida México, hacen de estudio para Nano, quien observa, recorta y pega para formar en la cinta una narración.

La búsqueda de historias y recomposición siempre estuvieron presente en la vida de Luis Romero, quien antes de se llamaba Victoriano Moncada Luna, pero su nombre cambió luego de la muerte de su padre biológico, José Antonio Moncada Luna, en un accidente automovilítico.

‘Por eso lo que me conocen de la infancia me dicen Nano', aclara el cineasta, quien hoy se llama Luis Romero, después de que el segundo esposo de su madre, el doctor Gilberto Romero, lo adoptara cuando era apenas un niño.

Hijo de la poeta y dramaturga panameña Mireya Hernández, los acontecimientos de su existencia dan cuenta del por qué de esa pasión por el cine, especialmente el social. Toma su tiempo para contar su vida ‘casi cinematográfica' de cara a la presentación de tres de sus trabajos en la Semana Internacional del Refugiado celebrada del 20 al 27 de junio, en Inglaterra.

Durante esos días mostrará Víctimas de la violencia, testigos de la solidaridad , Yo soy Juliana y Rostros de esperanza .

¿POR QUÉ EL CINE SOCIAL?

Para 1968, cuando se da el golpe militar y se exilia junto a su madre en México, pasa un tiempo viviendo entre anhelos y poesías con Dimas Lidio Pittí, Ramos Oviedo, Griselda López, Diana Morán y Agustín del Rosario.

Vuelve en 1970 y va formándose con la presencia de la actividad académica de sus padres, en especial el libro que escribió su papá Juan Antonio Moncada Luna, Los derrotados del llanto y el sin número de poemas y palabras de teatro de su madre.

De hecho, uno de los trabajos de ella inspira su último guión, Sucedió en enero , una ficción aún en papel.

‘Viví en un mundo comunitario. Eso me marcó, al igual que mi participación de adolescente en los veranos comunitarios, en los que de la ciudad nos desplazábamos al campo para trabajar con los campesinos en la reforma agraria', cuenta, café de por medio, Romero.

Director del documental El último soldado y de campañas de responsabilidad social de ONUSIDA como ‘Yo decido, yo me cuido', es consciente del valor en positivo que le aporta la cultura a una sociedad.

‘En mi adolescencia, fui parte del grupo Teatro Rodante, que viajaba por todo el país regalando obras en los campos', narra.

Y agrega antes de responder la siguiente pregunta, ‘hay una persona que me marcó, que me hizo interesarme por ‘el mundo de las preguntas', la señora Dora Mckay. Por el teatro de la tía Dora pasamos los que hoy nos interesamos por el arte, el teatro, el cine. Con ella me puse en contacto con el uso de la creatividad', remarca.

LA VIDA EN EL SUR

Dejando atrás el teatro, el filme de su vida continúa con su partida a estudiar en la Universidad Federal de Río de Janeiro.

‘Enfrente a la universidad había un cine alternativo y allí entre en contacto con la mirada de Glauber Rocha, con las imágenes de Tierra en trance y dije ¡eso es lo que quiero hacer! Un cine personal y social', recuerda sobre esos años.

Fue entre las discusiones locales y los debates de la región de los años 80, ‘donde aprendí que se puede hacer transformaciones sociales a través de movimientos culturales'.

Romero regresó a Panamá para quedarse sin saberlo, pues devino la invasión de 1989 y cambió todo, ‘el compromiso con mi país me hizo quedarme para ver que seguía'.

‘Y es lo que pasa con el cine social, hay un nivel de compromiso del cineasta con eso que lo rodea, que no te deja ir, es como me dijo un profesor: ‘la mejor forma de expresar algo, es impresionarse con eso', reflexiona Romero.

Así, impresionado por el país que se vino de golpe y a bombazos, Luis Romero entra a trabajar en RPC Televisión, en el área de noticias, y también como docente en la Universidad Santa María La Antigua.

‘De allí me hago independiente y comienzo a trabajar en Naciones Unidas. Es lo bueno de lo social, que nunca se deja de aprender. Por ejemplo, el documental te enseña a escuchar y te salva de verdades absolutas', explica Romero.

Su trabajo con Naciones Unidas lo ha llevado a profundizar en la historia de los hijos de haitianos en República Dominicana a través de Yo soy Juliana , en la xenofobia con Víctimas de la Violencia, testigos de la solidaridad , y en el drama de los refugiados haitianos con Rostros de Esperanza .

Asimismo, ha realizado campañas contra la violencia de género y contra el VIH.

El mensaje que compartirá en Londres durante una semana, tiene mucho de experiencia y anhelo. ‘El documental social es el reflejo de lo que somos, en especial de lo que somos en inequidades. Tu material audoivisual se convierte en tus vivencias. Transforma y te transforma... Fue lo que me pasó con el trabajo Para enseñar a un sabio , un video documental basado en la historia de un joven indígena que alfabetiza a su padre', cuenta el cineasta sobre el proyecto de alfabetización que dirigió en el 2009, ‘Muévete por Panamá'.

Romero rechaza el cine estático y clasista, ‘hago audiovisual para mejorar y para crecer. Hay que tener cuidado con las ansias de ‘hacer historia' lejos del compromiso'.

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LUIS ROMERO

Diseña estrategias de comunicación para el desarrollo, contratado por organismos de Naciones Unidas, organizaciones de base y NGO que incluyen campañas sociales en temas de maltrato infantil, educación en áreas indígenas, contra el estigma y la discriminación.

Entre su videografía están: ‘Corredor Biológico en el Caribe', ‘Juliana Soy yo', ‘Luchando por mi identidad', ‘San Burba Aggwed Igar: Iniciativa en Salud Sexual y Reproductiva en la Comarca Kuna Yala', ‘Haití: La reconstrucción' y ‘Haití: El resurgimiento de las ruinas', ‘El Último Soldado', ‘Para enseñar a un sabio', ‘Quién es Danilo Pérez', ‘Víctimas de la violencia, testigos de la solidaridad', ‘El día de los vientos fuertes', ‘Con el Diablo en el cuerpo', IL Rubino, ‘Sucedió en enero'.

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