'Dahmer': 'Nuestra gente no importa'

Actualizado
  • 29/09/2022 00:00
Creado
  • 29/09/2022 00:00
El retrato del difunto asesino en serie Jeffrey Dahmer da un vistazo a la historia de su vicio por el canibalismo y sus traumas psicológicos, y muestra las dificultades en la vida de los grupos minoritarios en EE.UU. durante la masacre
La serie producida por Ryan Murphy y estrenada en Netflix habla sobre la vida del asesino en serie Jeffrey Dahmer, mientras busca equilibrar la realidad de las familias de las víctimas entre 1970 y 1991.

“Es como si nuestra gente no importara, sin importar lo que hagamos o cuán alto gritemos... nunca escuchan”, es la frase realista de Glenda Cleveland (interpretada por Niecy Nash), una señora negra en Milwaukee, Wisconsin, quien fue testigo de la desaparición de un joven laosiano en la nueva serie del director Ryan Murphy, Dahmer (21 de septiembre, Netflix), centrada en la vida y los crímenes cometidos por el difunto asesino en serie Jeffrey Dahmer, entre 1978 y 1991.

Si bien la serie da a Dahmer (interpretado por Evan Peters) la mayoría del tiempo bajo el reflector, hace un cambio de ruta a partir de la segunda mitad de la temporada de 10 episodios, en donde da voz a las víctimas, sus familias y aquellos que fueron ignorados al levantar su voz contra Dahmer. Esta es la parte de mayor significado en la serie, ya que retrata aquellos problemas civiles, la discriminación, el racismo y la incompetencia policial entre las décadas de 1970 y 1990 en EE.UU., muchas de las cuales aún persisten.

Bajo la codirección de Jennifer Lynch, Clement Virgo, Paris Barclay, Gregg Araki, y Carl Franklin, la serie sigue a Dahmer desde su infancia hasta sus 31 años, cuando fue arrestado en Milwaukee por intento de homicidio y se comenzó la investigación en su contra, evidenciando el asesinato de 17 hombres y un joven de 14 años, la mayoría parte de la comunidad negra o inmigrante. Murphy (Glee, American Horror Story) trae de vuelta la historia del asesino en serie con un intento de dar mayor participación a las víctimas y sus familias, sin embargo, pasa la mayor parte de la temporada dando escenas largas y tediosas que buscan mostrar la condición psicológica de Dahmer, su planificación para atraer a hombres gais a su residencia, o sus problemas familiares.

Existen trabajos previos sobre la vida de Dahmer y sus crímenes, entre los que se listan canibalismo y necrofilia, por lo que esta nueva serie –y la llegada del nuevo documental Conversaciones con un asesino: Las cintas de Jeffrey Dahmer a la plataforma en octubre– es una más que se agrega a la pila de intentos por descifrar lo que habitaba en la mente de Dahmer y las consecuencias de sus actos no solo en familias, sino en una comunidad entera.

Evan Peters encarna a Jeffrey Dahmer. Es un actor conocido por el género de suspenso en series como 'American Horror Story'.

Los primeros episodios dan un recuento asincrónico a la vida de Dahmer, y cabe destacar que la fotografía de la serie permite seguir admirando los cambios de escena y los paisajes de fondo cuando mirar a Peters se hace lo suficientemente incómodo. Peters se entrega totalmente a su papel, calcando no solo la apariencia, sino la forma de hablar, de caminar y de interactuar característica de Dahmer, lo que hace su rendición una de las más terroríficas en la serie.

Pero a pesar de que las escenas largas y lentas son abundantes –como suele suceder en series de “crímenes reales” que obtienen ganancias a partir del suspenso y el asco–, todo cambia en su segunda mitad de temporada, donde Glenda y Anthony Hughes hacen su aparición especial.

Una oportunidad para las voces

Con el guion de David McMillan y Janet Mock, y bajo la dirección de Paris Barclay, el sexto episodio, Silenciado, da un vistazo a la vida de Anthony 'Tony' Hughes (1959-1991), interpretado por Rodney Burford, un hombre sordomudo que partió de una relación con Dahmer a ser otra de sus víctimas. Barclay se centra en mostrar su vida ante todo, sus sueños y aspiraciones al ser un hombre de 31 años apegado a su familia, y su búsqueda por alcanzar el éxito. Durante el episodio de una hora poco vemos a Dahmer, y es un respiro cálido de la actuación de Peters, para dar mayor foco a la familia Hughes y sus luchas como parte de la comunidad negra de la época.

Este es exactamente el tipo de cosas que la serie debería haber hecho con mayor frecuencia y eficacia: centrarse principalmente en las personas afectadas por Dahmer, en lugar de hacerlo en el monstruo caníbal y sus atrocidades. Es con Tony que la serie se inclina de manera más asertiva en esa dirección. En el séptimo episodio giramos la atención hacia Glenda Cleveland, una vecina de Dahmer cuyas múltiples advertencias sobre él fueron ignoradas por la policía, y más adelante nos centramos en Lionel Dahmer (Richard Jenkins) como un padre destruido por la caída de su hijo.

Tony Hughes (der.) fue una de las víctimas de Dahmer y da su aparición en la serie desde su propia perspectiva.

La aparición de Glenda, Tony, y el reverendo Jesse Jackson son piezas clave del intento de narrativa de los directores y Murphy dentro de la serie: hacer una crítica contundente a las falencias sistémicas de las fuerzas policiales y de leyes en el país estadounidense. Aún así, es a partir del séptimo episodio que la serie toma con fuerza lo que debió haber sido su foco desde el principio y da una mirada híbrida a la familia de Dahmer como a las familias de las víctimas y los pocos pasos gubernamentales que se realizaron para sanar la tragedia.

Podríamos ver estos episodios como una parte realista de la historia humana donde hay una tragedia masiva, muchos pierden a seres amados, se captura al responsable, pero no pasa nada más. Una serie de luchas civiles se desatan por parte de los afectados y algunos solidarios, pero caen en oídos sordos. Una historia universal que puede sentirse por completo si alguna vez hemos estado expuestos a las injusticias sociales de algún país, porque ninguno está eximido.

Revivir la muerte

A raíz de la serie, la familia de una de las víctimas, Errol Lindsey, pronunció su desacuerdo con que más obras se lleven a cabo sobre lo ocurrido con Dahmer. La serie se estrenó el pasado 21 de septiembre en Netflix, y un día después Eric Perry tuiteó que la serie está haciendo que su familia reviva la pesadilla del asesinato de Lindsey.

Dahmer falleció en 1992 en la Institución Correccional de Columbia, cumpliendo 15 cadenas perpetuas por el homicidio de 17 hombres y jóvenes.

“No le digo a nadie qué ver, sé que las obras sobre crímenes reales son atractivas ahora, pero si realmente tienes curiosidad acerca de las víctimas, mi familia (los Isbell) está enojada con este programa”, dijo en un tuit el pasado jueves. Perry retuiteó un video que parecía comparar una escena de la serie de Netflix con imágenes de la corte de la vida real de Rita Isbell, la hermana de Lindsey, atacando a Dahmer. En la escena, la actriz DaShawn Barnes interpreta a Isbell y se abalanza sobre Dahmer antes de que la seguridad del tribunal la detenga.

“Como si recrear a mi prima teniendo un colapso emocional en la corte frente al hombre que torturó y asesinó a su hermano fuera algo salvaje”, indicó en su tuit. El enfado de la familia de Lindsey recae en la experiencia traumática de revivir la muerte de uno de sus seres queridos y de múltiples víctimas, todo sin una notificación previa de la productora bajo la sombrilla de que la historia de Dahmer es “dominio público”. “Es volver a traumatizarnos una y otra vez, ¿y para qué?”, Perry dijo en su primera publicación.

Asimismo, Perry levantó una pregunta válida, no solo desde el punto de vista de un afectado, sino para la industria del entretenimiento: “¿Cuántas películas/espectáculos/documentales necesitamos?”. ¿Necesitamos más series y películas que lleven el reflector a los perpetradores de estos actos? Puede que no, pero, ¿necesitamos obras donde las víctimas sean recordadas por quienes fueron antes de caer en manos de los asesinos? Sería un cambio positivo para variar.

“Mi familia se enteró cuando todos los demás lo hicieron”, dijo Perry en Twitter, “entonces, cuando dicen que están haciendo esto 'con respeto a las víctimas' u 'honrando la dignidad de las familias', no es así, nadie los contacta”, continuó. “Mis primos se despiertan cada pocos meses con un montón de llamadas y mensajes y saben que hay otro programa de Dahmer. Es cruel”.

Si bien podríamos discutir sobre la visión artística de la dirección de la serie, la idea de Murphy de traer nuevamente a Dahmer a la pantalla o el trabajo de los actores “que no pasan desapercibidos y también tienen la obligación de sumergirse en el sufrimiento y dolor de las víctimas”, lo más inteligente que deja Dahmer es una reflexión y cuestionamiento de la razón por la que nos atrae lo macabro, lo trágico o lo caótico desde la distancia que nos provee una cámara, y por qué es tan “disfrutable” al grado de propiciar mayores obras de entretenimiento con esta temática.

Dahmer concluye sin gloria ni victoria, dando un último vistazo a las luchas de las familias y el final de Dahmer en 1992, al ser asesinado por otro preso estando en prisión. La serie deja más preguntas que respuestas en cuanto a lo ético y la forma correcta de tratar este tipo de casos de muertes masivas, pero lo que más destaca es lo poco que la sociedad global ha avanzado en cuanto a la protección de las comunidades y la atención a las llamadas de auxilio, muchas de las cuales siguen siendo ignoradas.

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