La historia no contada

Actualizado
  • 03/09/2008 02:00
Creado
  • 03/09/2008 02:00
Panamá.Los documentales siguen causando impacto en la comunidad internacional. Las historias hasta ahora contadas revelan que el cine la...

Panamá.Los documentales siguen causando impacto en la comunidad internacional. Las historias hasta ahora contadas revelan que el cine latinoamericano tiene la oportunidad de seguir creciendo y tiene los elementos para competir satisfactoriamente. Una prueba de ello, es la producción “Casa de vidrio”, presentada el martes en Panamá luego del éxito en Washington, Nueva York y El Salvador.

Se trata del documental dirigido por Brad Marlowe y su esposa, Leonor Marlowe Ávila y cuenta la historia de cómo uno de los países más pequeños del mundo facilitó una de las operaciones de rescate más exitosas de la Segunda Guerra Mundial.

Pudiera interpretarse a primera vista cómo un hecho insólito que hace 33 años sorprendió a las autoridades salvadoreñas.

Se trata de un capítulo de la historia que no se conoció hasta 1975 y donde El Salvador protagoniza uno de los episodios de ayuda más interesantes del Holocausto.

La emisión de cerca de 13 mil certificados de nacionalidad salvadoreña que aseguraron la vida de aproximadamente 30 mil judíos en los campos de concentración nazi, es sólo una prueba de lo que la historia aún está por revelar y redescubre la esencia de la naturaleza del ser humano.

La hazaña

George Mandel-Mantello, judío, cuya familia padecía en Hungría, y amigo personal del cónsul Castellano, fue acreditado por este como su primer secretario.

Mandel-Mantello se encargó de organizar esta operación con la colaboración del cónsul salvadoreño. Al principio el cónsul tramitó pasaportes, pero al hacerse masivo el pedido de ayuda se ideó el sistema de certificados. Se trató de documentos de nacionalidad, por medio de los cuales el Gobierno de El Salvador hacía constar que los ciudadanos judíos cuyos nombres legítimos aparecían allí registrados junto con sus fotos eran nacionales de El Salvador “con todos los derechos y obligaciones inherentes a ello”. Estos “repentinos salvadoreños” eran familias enteras que se acreditaban en un solo certificado, o a veces grupos de amigos y conocidos. En total fueron expedidos unos trece mil certificados. Pero considerando que en ellos podían haber inscritas de tres a cinco personas, pudieron ser de 30 mil hasta 50 mil personas las que recibieron este beneficio.

La reacción nazi

Por supuesto a las autoridades nazis les asombró aquel número sorpresivo de judíos que de repente resultaban ser de un mismo país pequeño y del que se conocía poco en Europa del Este y hubo protestas diplomáticas en tal sentido, protestas que fueron desoídas por las autoridades salvadoreñas.

También hay que decir que cuando comenzó esta operación fue por la iniciativa del consulado salvadoreño en Suiza y el gobierno centroamericano no sabía nada. Pero se suscitó un cambio de gobierno en El Salvador y la nueva administración de ese país fue abiertamente requerida por su apoyo, ya que Suiza exigía para ayudar, que todo se hiciese oficialmente, con el beneplácito del gobierno cuscatleco.

Lutze y Suiza: A pedido del cónsul Castellanos, en Ginebra, el gobierno suizo aceptó proteger a los nuevos “ciudadanos salvadoreños” en Hungría, a través de su cónsul en Budapest, Lutz. De modo que todo judío que cargase uno de estos certificados quedaba automáticamente bajo la protección de Suiza y de su cónsul.

La extraordinaria labor de Mantello: el secretario de Castellanos le convenció de ayudar también a otros judíos víctimas de la persecución nazi por toda Europa. Por esto se emitieron miles de certificados de nacionalidad salvadoreña en blanco, desde el consulado de El Salvador en Ginebra, algo que ningún otro país hizo.

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