Pisando fuerte

Actualizado
  • 08/10/2008 02:00
Creado
  • 08/10/2008 02:00
L lega el final de día y ya en casa, al borde del agotamiento, nos tiramos al sofá. Estando allí, con los pies en alto es cuando tomamos...

L lega el final de día y ya en casa, al borde del agotamiento, nos tiramos al sofá. Estando allí, con los pies en alto es cuando tomamos conciencia de la importancia y de la presión a que sometemos a esta parte, casi “cenicienta” de nuestro cuerpo. Los pies son ese objeto útil y olvidado que cuando se resiente nos obliga a recordar que existe y a prestarle atención.

Ellos nos permiten movilizarnos y tener el privilegio de desplazarnos a la velocidad y distancia que queramos.

Vamos por la vida pisando fuerte, subiendo, bajando, saltando, corriendo, caminando, sin reparos hasta que vienen las molestia, el cansancio y el dolor.

Esos frágiles extremos de nuestra anatomía llevan además el peso de nuestro cuerpo y resienten cuando éste sobrepasa los límites, en un llamado de atención a retomar la dieta que nos permita volver a estar en forma.

Los pies, sean con zapatos abiertos o cerrados, soportan además las texturas y cualidades o defectos con los cuales se fabrican.

Los modelos que elijamos deben estar por encima de la estética y considerar en primer lugar la respiración, comodidad, libertad de movimiento, calidad, suela y altura del tacón.

Del mismo modo se debe elegir un calzado para cada ocasión, ya sea para ejercitarse o realizar las actividades cotidianas.

Los problemas que se presentan en esta zona, por lo general responden a una decisión errada a la hora de calzarse, a los abusos o a la falta de cuidados.

Después vienen los arrepentimientos, pero una vez se tienen marcas, deformaciones, juanetes, callos o heridas, es poco lo que puede hacerse, porque hay algunas situaciones, inclusive, irreversibles.

Los especialistas recomiendan que además de una higiene adecuada, se tomen en cuenta los consejos vertidos en párrafos anteriores porque de esta manera se previenen operaciones correctivas, problemas de columna, dolores de espalda, accidentes y hasta caídas.

Hay que enseñar a los pequeños a cuidar esta maravilla integrada por músculos, huesos, articulaciones y tendones que le dan flexibilidad y prolongan la eficiencia de su función. Las operaciones para corregir juanetes y otras deformaciones en los pies tienden a ser muy dolorosas y el proceso de recuperación suele ser prolongado.

Así pues, saquemos un tiempito para mimarlos, para devolverles la suavidad y belleza con una sesión de pedicura en el salón o en casa. O pidamos a nuestra pareja, compañero o amigo, un masaje que puede ser compensado con mucho amor.

Sus pies se lo agradecerán y además de prevenir daños podrá lucirlos sin reservas. Eso sin contar que para muchos los pies son un fetiche, manifestación de atracción sexual, fantasía y erotismo.

En Japón existe un culto a los pies reconocido culturalmente, al punto que existen manuales para provocar la excitación a través del masaje podal. No hay duda que tal cosa puede ser mucho más que una experiencia religiosa, como diría Enrique Iglesias.

Pero para referirme a alguien más cercano a mi realidad, les comento que conozco a una persona que decía: “me encanta ver una mujer con los pies hidratados, con ese color rosaditos en los talones por la carga de su cuerpo y usando sandalias de tacón alto. Esa mujer de pies hermosos para mi siempre será bella”.

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