Esplá, ilusionista de paisajes interiores

Actualizado
  • 17/11/2008 01:00
Creado
  • 17/11/2008 01:00
PANAMÁ. En una época en la que el arte digital o creado a través de la manipulación de imágenes con herramientas informáticas está en b...

PANAMÁ. En una época en la que el arte digital o creado a través de la manipulación de imágenes con herramientas informáticas está en boga, todavía existen artistas chapados a la antigua, que para poder crear sienten la necesidad de ensuciarse las manos, de pasar horas frente a un lienzo embadurnados de pintura de los pies a la cabeza. Este es el caso de Ignacio Esplá, artífice español radicado en Panamá.

El pintor confiesa ser víctima de un frenesí que lo embarga cuando crea en su estudio, en el que trabaja diariamente, siguiendo una férrea disciplina que lo ha llevado a producir aproximadamente 50 cuadros anuales, desde la década de los setenta hasta la fecha.

Producto de este desenfreno pictórico son las 16 obras que conforman la exposición “La cosecha”, cuya inauguración tendrá lugar mañana martes en la Galería Habitante.

Híbridos entre el bodegón y el paisaje, entre el arte figurativo y el abstracto, estos cuadros son el resultado de una exploración plástica que se inició hace aproximadamente 38 años atrás. A principios de los ochenta, el creador arriba a Panamá procedente de Zaragoza, su tierra natal, de la cual también era oriundo Francisco de Goya.

Al igual que el maestro español, Esplá se fue haciendo “poco a poco”, con una dedicación apasionada nacida de una “apuesta ciega” por el arte.

Ya desde los 14 años, cuando estudiaba en la escuela de bellas artes, hacía cómics y llenaba los bordes de sus cuadernos con dibujos. Hoy en día, Esplá asegura haber abandonado cualquier recelo creativo. Uno de los caprichos que se permite en la actualidad es incorporar a su obra paisajística elementos propios del bodegón. Sus cuadros están “pintadas directamente, sin boceto previo”.

“El dibujo ha sido posterior a la pintura, para dar una sensación de forma”, detalla. De esta manera, un gesto de su mano puede transformarse en una fruta, en un ente vivo convocado por la magia de la pintura.

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