Para que mamá lo pase de película

Actualizado
  • 28/11/2008 01:00
Creado
  • 28/11/2008 01:00
S e puede decir que el cine es la madre del entretenimiento, con su gran industria y sus imponentes producciones que hacen movilizar las...

S e puede decir que el cine es la madre del entretenimiento, con su gran industria y sus imponentes producciones que hacen movilizar las masas a las salas de proyección. Resulta casi impensable concebir alguna alternativa que destrone el movimiento cultural del celuloide, y si bien es cierto, que dentro de su infinito temario, que abarca desde los héroes de todo tipo y disfraz, hasta las doncellas, plebeyos y bufones puestos en cualquier atmósfera, son muy pocas las veces que una madre es la principal protagonista.

En los inicios del cine, cuando no existía popcorn ni sonido THX, los rusos tenían una capacidad de conmover con sus imágenes, manejadas con un dramatismo tan limpio y detallado, como el caso de los cortos y documentales del soviético Vsévolod Pudovkin, que con su obra maestra, “The Mother” (1926), describe magistralmente la historia sencilla de una madre de la clase obrera, a través de imágenes que contienen expresiones máximas del lenguaje cinematográfico, y que gracias a ello, estableció los parámetros básicos del montaje fílmico y narrativo que se utilizan hoy en día.

Y a través de la historia del cine, nos encontramos con historias representativas de la mujer en su papel de madre, en diferentes aspectos de su naturaleza y experiencia y plasmados en diversos géneros por reconocidos realizadores. Alfred Hitchcock hizo lo suyo en 1960 con “Psicosis” (Psycho), un clásico del cine en la que un psicópata encarna a su madre (muerta) para cometer varios crímenes. Roman Polansky fue más allá en 1968 con “El Bebé de Rosemary” (Rosemary's Baby) con una sorprendente Mia Farrow que concibe al mismísimo demonio, y en 1981 la famosa Faye Dunaway hace el papel de una legendaria estrella desesperada por ser madre en “Mamita Querida” (Mommie Dearest).

También podemos encontrar el humor negro de Danny DeVito en su opera prima “Bota a Mamá del Tren” (Throw Momma from the Train - 1987) donde un estudiante (Billie Cristal) le pide a su profesor que mate a su opresora madre. O la protectora y abnegada Demmi Moore que vive sola con su hijo en “La Jurado” (The Juror - 1996) y es elegida para formar parte de un jurado que tienen la misión de emitir un juicio condenatorio a un asesino.

Pero realmente el cine latinoamericano, a diferencia del anglosajón, siempre se ha caracterizado por desprender del lado humano un sinnúmero de elaboradas historias cargadas de emotividad, y es cuando surgen nombres como el de Pedro Almodóvar que a lo largo de su filmografía, nos ha mostrado todo un catálogo de madres de diversa condición, hasta el hecho de utilizar a su propia mamá en algunas de sus películas con breves apariciones.

En “Laberinto de Pasiones” (1982) Almodóvar llega a plantear este rol a través de varias mujeres. Aquí encontramos madres ausentes, madres en potencia, incluida una que quiere un bebé probeta. El muestrario que ofrece este cineasta a lo largo de su extensa carrera alcanza la cumbre con “Todo sobre mi madre” (1999), donde Cecilia Roth es la madre que siente la necesidad ineludible de buscar al padre del hijo que acaba de perder en un accidente. Es una de las progenitoras más dolorosas y trágicas de la amplia filmografía de este realizador manchego.

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