Una prueba dolorosa

Actualizado
  • 19/10/2009 02:00
Creado
  • 19/10/2009 02:00
U na de las experiencias más duras que un padre o una madre puede enfrentar es la enfermedad de un hijo. Más aún si ésta es larga, dolor...

U na de las experiencias más duras que un padre o una madre puede enfrentar es la enfermedad de un hijo. Más aún si ésta es larga, dolorosa y terminal. La vida de la familia parece trastornarse por completo.

La unión familiar como el conversar entre los padres y familiares cercanos es primordial. Hay niños que son capaces de entender el concepto de enfermedad o muerte, y se les puede explicar, dependiendo de la edad que tengan.

Hasta los cinco años no logran darse cuenta de que están enfermos, porque no tienen conciencia de haber tenido una vida normal anterior.

De los cinco a los siete, ya captan lo que les pasa y las restricciones que la enfermedad produce.

A partir de los ocho años los niños tienen más desarrollado su pensamiento. Pueden entender la enfermedad y por tanto asimilarla mejor.

Cuando una enfermedad grave, como un cáncer o un tumor, afecta a un adolescente, se le pueden dar a conocer estadísticas, plazos y tratamientos. Presentan también ciertas debilidades propias de la edad, que se deben tener en cuenta por ser una etapa en que están definiendo temas propios, lo que quieren ser en la vida y cómo lograrlo.

Una enfermedad grave puede cambiar o posponer estas elecciones. Lo importante es tratar de alterar lo menos posible la vida de los niños.

De por sí, al sufrir un cáncer o cualquier otra enfermedad grave, su diario vivir ya ha cambiado. Se recomienda que, mientras puedan, los niños jueguen y vayan al colegio.

Cuando uno de los miembros de la familia padece un mal grave, se ve afectada la vida de todos, no sólo del enfermo. Los padres deben dividir su tiempo entre el trabajo, la pareja, el hospital y el resto de los hijos, tarea que implica un gran desgaste emocional.

Frente a un diagnóstico adverso, los padres pasan por distintas etapas. Ante la primera noticia, lo usual es que los adultos entren en un estado de shock.

Luego viene la rabia, tratan de buscar una explicación y de culpar a alguien, incluso a veces se enojan con el equipo médico.

También se pueden presentar mecanismos de negación, en los que los padres no pueden asumir la enfermedad y tratan de evitar los tratamientos.

Más tarde viene la aceptación del problema. Se aprende a convivir y a tratar de solucionarlo. En esta etapa es importante tener una buena comunicación con el equipo tratante.

Otro ámbito familiar que se ve afectado es el de los hermanos, que además de ver a un ser querido enfermo, sus padres tienen menos a su disposición.

Es normal que sientan cierta rebeldía, y que estén más tristes. Es muy importante el rol que desempeña la familia de origen: los abuelos, tíos y primos.

Es indispensable que los padres tengan otros familiares en quienes apoyarse en la vida diaria, para que los cambios afecten lo menos posible a los hijos sanos.

Detalles que parecen irrelevantes a los adultos, como ir a los cumpleaños de los amigos, son cosas que para el desarrollo del niño y del adolescente son importantes.

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