Un fanático de las adopciones

Actualizado
  • 03/10/2010 02:00
Creado
  • 03/10/2010 02:00
M. ientras la brisa agita las enredaderas que cubren los muros del jardín y refresca la mañana colonense, una pequeña ave gris se acerc...

ientras la brisa agita las enredaderas que cubren los muros del jardín y refresca la mañana colonense, una pequeña ave gris se acerca sin miedo cada vez más al gazebo donde conversamos y vuela al percibir el menor movimiento, pero regresa insistente. Afuera la vida transcurre en Colón como todos los días de la semana, entre el bullicio de los niños que vuelven de la escuela, los bocinazos de los carros que circulan por las avenidas y el reggae que sale estridente de alguna radio. En las calles un retén entorpece el tráfico y los guardias revisan todos los vehículos en un intento por frenar la creciente delincuencia.

LAS ADOPCIONES

Ambos tenían algún tiempo de buscar un niño para adoptar. Sus hijos se habían ido de Colón y por aquellos días, durante una campaña política, Benedetti se encontró con David, el primer niño al que educaron y que vivió con ellos hasta graduarse como marino. No fue adoptado formalmente y cuando iba a empezar la universidad se reencontró con su madre biológica y decidió mudarse a Estados Unidos junto a ella. Para la pareja fue triste, pero David, ya mayor de edad, había tomado su decisión.

Más adelante encontraron otro candidato a quien conocieron en un albergue de ‘Ofrece un hogar’, donde supieron que eran cuatro hermanos: Ángel, Raúl Alberto, Gabriela del Pilar y Berta Alicia. ‘Era una canallada separarlos, decidimos conocerlos, invitarlos a pasear y después de conversar con nuestros hijos grandes, adoptarlos a todos’, explica Benedetti.

‘Yo admiro a mis hijos, porque no cualquier muchacho hubiera aceptado que sus padres adopten a cuatro niños...’, trata de relatar Benedetti pero no puede. La emoción le quiebra la voz mientras las lágrimas pugnan por salir de sus ojos. Después de unos segundos se recompone y dice que no le gusta hablar de eso porque se emociona mucho. Laura, su esposa interviene para ayudarlo y recuerda que su hija menor, Arianne fue más allá al ofrecer su apoyo y el de sus hermanos para hacerse cargo de los nuevos integrantes de la familia en caso de que a sus padres les pasase algo.

Después de hablar con ellos pidieron a la juez que les otorgue en adopción a los cuatro niños o a ninguno a lo que ella respondió algo asombrada: ‘Usted es el loco que yo estaba esperando’, y pudieron llevárselos enseguida en carácter de hogar sustituto mientras salieran los papeles.

Pero para legalizar la situación de los niños, este hombre que no solo adoptó en la práctica a cinco niños, sino que ya había adoptado a Colón como su lugar de residencia, tuvo que esperar cuatro largos años. ‘Ni siquiera el haber sido en ese momento legislador me ayudó’, recuerda. ‘Tuvimos que esperar todo ese tiempo, igual que otros legisladores que esperaron más de cuatro años para poder darles su nombre a sus hijos adoptivos’. Hoy confían en que el gobierno actual haga algo respecto a esta legislación. ‘Creemos que ahora si se va a hacer algo para agilizar el proceso – porque hay gente que espera 8 o 9 años – y para evitar que los padres biológicos vayan a causar problemas posteriores’, asegura el ex legislador.

En esta gran familia la relación entre los hermanos es excelente. Para todos sus integrantes la unidad familiar es primordial. Por eso cada dos años hacen un viaje juntos. ‘Vamos todos, los hijos llevan a las novias, a la familia’, recuerda el patriarca. ‘La última vez, en la navidad pasada, éramos 15 en total, alquilamos dos vans y nos fuimos a esquiar y pasamos todos juntos las fiestas’, comenta.

ZONA LIBRE

Pero Leopoldo Benedetti no es sólo un patriarca. Desde hace algo más de un año es el gerente de la Zona Libre de Colón, la principal actividad económica de esta ciudad. ‘Genera 30 mil empleos, de los cuales el 95% es ocupado por colonenses muy al contrario de lo que se cree’, asegura el ejecutivo. Son 2,800 las empresas que hay en este área – 2,000 usuarias y 800 representadas –, además de 700 hectáreas construidas con edificios de galeras y bodegas que deben ser administradas, según Benedetti, ‘alejada de la política, a diferencia de otras gestiones’.

Aunque encontrar un estacionamiento dentro de la Zona Libre y recorrer sus calles es una proeza – Benedetti reconoce que el tráfico es un problema – , es optimista al asegurar que se maneja mejor, se ha controlado la delincuencia en el área y espera llegar a los 21 mil millones de dólares en importaciones y reexportaciones, es decir recuperar el crecimiento económico que tuvo los años 2007 y 2008 y que fue interrumpido en 2009 por la crisis a nivel mundial. ‘Eso, además de las grandes inversiones de los usuarios en construcciones, los estacionamientos, el nuevo edificio de pases y seguridad, la entrada a Colón de 4 vías a ser licitada próximamente, el dragado del río detrás de la Zona Libre y el aeropuerto internacional que ya fue licitado’, enumera el gerente.

Benedetti, que llega a su oficina todos los días a las 7:30 de la mañana sin hora de salida, considera que la Zona Libre ayuda muchísimo a Colón, aunque no es lo único que esta ciudad necesita para salir de la pobreza. ‘Le damos un subsidio al municipio de 30 mil dólares mensuales, a la gobernación de 6 mil, 5 mil a cada distrito de la costa – son 4 – y entre 500 y 1,000 dólares por mes a cada una de las 36 ONGs a las que ayudamos’, agrega la autoridad. Pero a su juicio lo más grave es que ‘aquí no hay familia, se ha resquebrajado, y tampoco hay mano dura del gobierno que obligue a los padres a ser responsables’, asegura. ‘Y la iglesia también debe salir a las calles, los sacerdotes deben ir a las casas a evangelizar como los están haciendo otras iglesias. Son años de deterioro y hay que pensar en una nueva sociedad con gobierno, maestros, familias e iglesias juntos’, agrega Benedetti.

LO QUE HIZO Y LO QUE HARÁ

Aunque ya había decidido no participar en política, en 2009 aceptó formar parte de la fórmula presidencial de Ricardo Martinelli – posición a la que renunció para facilitar la alianza con el Partido Arnulfista – y el cargo de gerente de la Zona Libre de Colón por considerarlas un honor. Hoy afirma que ya no quiere hacer más actividad proselitista salvo para ayudar a Juan Carlos Varela, quien según una profunda convicción que comparte con su esposa Laura, será el próximo presidente de Panamá. ‘Tal vez cuando termine la campaña yo presente mi renuncia al partido y me retire de la vida política, haciéndola pública en este país que me ha honrado tanto’, afirma Benedetti.

Por ahora y por la fe católica que profesa – confiesa que es cien por ciento católico, va a misa todos los domingos y comulga – está además empeñado en la reconstrucción de dos iglesias colonenses: la iglesia de piedra por un monto de 1,600.000 balboas y la catedral por 2 millones de balboas.

Leopoldo Benedetti, ex legislador y ex alcalde de la capital atlántica quiere ser recordado ‘como una persona de bien que ha llegado a Colón y ha trabajado por Colón, y que ha ayudado a tanta gente como nos ha ayudado a nosotros también. Como un buen padre que ha ayudado a todos sus hijos y se va contento de que todos sean profesionales y estén bien ubicados en la vida’, detalla.

Como un epílogo apropiado para la entrevista afirma un poco para sí mismo que a pesar de que la gente ‘se ha ido yendo de Colón nosotros nos quedamos’. ‘Aquí hay un dicho de los Fernández: ‘Aquí se quedan los valientes’, yo digo que los valientes se fueron y nos quedamos los cobardes. Nos quedamos los que queremos a Colón’ agrega este hombre que a pesar de haber nacido y crecido en Panamá eligió a Colón como su hogar.

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