Desde el otro lado del ‘stand’

Actualizado
  • 01/09/2013 02:00
Creado
  • 01/09/2013 02:00
Al igual que muchos lectores, espero cada año la Feria del Libro con desmedido entusiasmo, con tal insistencia que aburro a mis conocido...

Al igual que muchos lectores, espero cada año la Feria del Libro con desmedido entusiasmo, con tal insistencia que aburro a mis conocidos. Conté los días para que iniciara su novena versión cuando ni siquiera rondaba noticia al respecto. Recuerdo ahora mi primera visita a la feria. Ni en mis más locos sueños imaginaba que estaría como expositora en semejante fiesta, que cerró sus puertas el domingo pasado en ATLAPA.

Tal como el año pasado, la asistencia de los lectores y las palabras de aprecio por el trabajo de los escritores se mantuvieron este año cual llama que alumbra nuestra motivación para seguir escribiendo.

La presencia de autores le añade fascinación al evento, y es que los lectores saben por qué desean acudir. Los autores nacionales que chicos y adultos conocen se entregan al público, conversan con todos y dejan algo de su corazón en cada encuentro. No hay día de feria en que nuestros nacionales dejen sus mesas desatendidas: les gusta estar con sus lectores. Los interesan en descubrir más a través de sus páginas. Y el resto del año acuden a donde los inviten a presentarse.

SUDOR Y LETRAS

También están quienes vieron nacer la feria, los que dejan desde hace décadas el nombre de Panamá en alto fuera de nuestras fronteras y en el anonimato local. Reciben ofertas de editoriales extranjeras. Suele suceder que no son profetas en su tierra. Su esfuerzo no se limita a presentar sus obras: el primer día de feria vi a una de nuestras máximas exponentes del género novela levantando cajas en una esquina. Admirable y triste a la vez. Todo sea por la cultura, ese aspecto de nuestra identidad que a veces menospreciamos.

Personas trabajadoras no faltaron. Patrocinadores tampoco. Pero hubo deuda, los lectores esperaban mucho más. Por algo acudieron en plena semana de disturbios, atravesaron embotellamiento y formaron filas. Los jóvenes me confesaron sus expectativas; algunos han visitado ferias del libro de otros países, y a la nuestra todavía se sienten reacios a asistir, no encuentran identificación con sus gustos. Esto es una tarea pendiente: hacer del evento algo esperado para todo grupo de edad. No hay excusa. Incluso en las redes sociales, sin un centavo se hace una promoción decente y con suficiente antelación, ahora con anuncio pagado, mucho más.

¡BIENVENIDOS EXTRANJEROS!

Lástima que todavía haya problemas para entenderlo. Mi primer baldazo fue el programa cultural. Debo decirlo, mi decepción fue grande, no por mí, que soy minúscula al lado de mis colegas, sino por el poco interés que se notaba en cuanto a promocionar a los grandes nacionales. Bienvenidos los extranjeros. Es un honor que escojan Panamá para mostrar sus obras, pero a alguien se le ocurrió, según supe al preguntar por un escritor panameño que presentaba varias conferencias en la feria, que ‘no había espacio suficiente para todos’.

Ante tal irrespeto a mis colegas de más experiencia, con lágrimas cancelé la presentación de Abrazos de oso. Mis disculpas a todos. Seré yo quien me trepe al cadalso, sé que no estuvo bien, pero los que me conocen saben que no caería en semejante omisión sin razón de peso. Soy idealista y de las peores.

Creo que la presentación de una obra es como bautizar un hijo. La desagradable sorpresa y la enorme decepción por la desidia reinante hubiesen dañado la feliz ocasión. No iba a dar lo mejor de mí, tal vez me embargaría el llanto y haría un papelón. Preferí abstenerme de hipocresías.

El irrespeto seguía. Un tríptico en papel satinado con conferencias para todo gusto, muy bien, que vengan más. Descollaban los escritores extranjeros. Ningún nacional. Las personas abarrotaron el lugar donde se presentaba un reconocido periodista de televisión cubano. Bienvenido sea.

BALANCE FINAL

Tristemente, gran parte de la poca publicidad en los medios era solo alusiva a él y a otros extranjeros. Los nacionales, nada. Peor aún, en el enlace de la página web donde debía estar toda la información, salían todavía direcciones mal configuradas de la feria del 2012 que, por cierto, estuvo mucho mejor organizada.

¿Mi impresión de la feria? Puede mejorar. Debe. Sueño con el día en que exista publicidad decente del evento. Que se tome en cuenta la opinión de los escritores para escoger el país invitado sin caer en un debate religioso ni en homenaje a un personaje histórico que algunos, con justificada razón, detestan. Un pabellón de la juventud para el exigente gusto de los lectores jóvenes sería también un buen aporte. Y lo más importante, que el protagonismo sea de los panameños, que no se repita esa fanfarria desmedida por lo extranjero mientras ignoran el esfuerzo de los nacionales que sacrifican descanso y tiempo con los suyos por entregar sus obras al público.

Estimados lectores, gracias por ser lo mejor de la feria. Por la presencia, por el entusiasmo. El escritor se debe a su público, de corazón y con honestidad.

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