Reculambay panamensis

Actualizado
  • 09/10/2016 02:00
Creado
  • 09/10/2016 02:00
Aullido de loba

No, Excelentísimo Señor Presidente, no haga caso a las malas lenguas de aquellos que estigmatizan su gobierno. Ustedes, y con el plural me refiero a Su Egregia Persona y a todos los que componen todos los estamentos de este gabinete que nos gobierna, no son miembros del orden testudines, no, duerma usted tranquilo, por lo que llevo viendo en estos meses, ustedes pertenecen, al de los decápodos. Y no precisamente por el número de patas, sino, y específicamente, por su filiación al grupo de aquellos a los que aquí comúnmente se les llama reculambay, por su (de ustedes) capacidad de recular.

Recular: (Del fr. reculer, der. de cul 'culo') 1. intr. Ir hacia atrás. 2. intr. coloq. Dicho de una persona: ceder de su dictamen u opinión.

Es en esa segunda acepción en la que está siendo unos verdaderos campeones. No vamos a hablar de la primera, que también, hoy quiero centrarme en la segunda. Ustedes reculan. Reculan cuando hacen cosas a la bulla de los cocos y la gente se les echa encima; reculan cuando ponen un cacho gigante de lona encima de un cerro y tienen que quitarlo; reculan cuando quieren subirles el sueldo a los capos policiales y luego dicen que mejor no; reculan cuando los nueve millones en remodelaciones a la Presidencia se nos hicieron un poquito demasiado y decidieron dejarlos en uno y piquillo. Recularon cuando un montón de fanáticos decidieron que la Ley 61 no encajaba en sus estrechos esquemas mentales y condenaron a miles y miles de personas a vivir en la ignorancia y en la pobreza.

Son expertos en recular; como los cangrejos se la pasan escondidos en un hueco en la arena, (hueco que, por cierto, suele inundarse periódicamente, tal y como les pasa a las calles de esta ciudad). Cuando por fin se deciden a aparecer, salen corriendo de vuelta a su hueco solo con que pase una sombra sobre ustedes

¿Han oído hablar de aquella ranchera que dice: ‘(…) no me amenaces, no me amenaces. Ya estás grandecita, ya entiendes la vida. Ya sabes lo que haces'? Pues aplíquenla de una buena vez, póngase los pantalones, hagan las cosas de frente y enfrenten las consecuencias.

Lo que no pueden hacer, (digo, pueden, pero la gente va a seguir pitorreándose de ustedes) es hacer la cagada y luego, cuando la opinión pública los pone como chupa de dómine en las redes sociales, tratar de limpiarla con la mano, embarrándola aún más.

Si quieren ser dialogantes, sea, pero séanlo antes de hacer las cosas. Si han decidido, por ejemplo, no conceder el apoyo a un evento cultural, pongamos por caso, dígaselo a los responsables de frente, pero no los tengan dando vueltas para luego enviar una carta apremiante con un plazo final perentorio e imposible de cumplir. Y cuando las redes sociales se prenden, enviar otro correo diciendo que aquese correo conminatorio e improrrogable era solamente bromita y que sí van a apoyar y que ‘¡No tiene usted que ponerse así por un malentendido!'. No nos asolee.

¿Ya han decidido echarse también para atrás con el proyecto de Ley de regulación de las redes sociales, o todavía siguen con la intención? Porque me da a mí que ese culillo que les tienen a las sombras alargadas de los tuits y las publicaciones en Facebook es lo que no los está dejando dormir. Les recomiendo pastillas de calcio en el desayuno, a ver si el caparazón se les endurece un poquito a todos ustedes, y así las pullas les duelen menos. Quizás así conseguimos que se decidan a trabajar, bien o mal.

COLUMNISTA

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