La dorada despedida de Michelle Obama

Actualizado
  • 20/10/2016 02:00
Creado
  • 20/10/2016 02:00
En su última cena de Estado como primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama hizo una impactante marca de estilo en un Atelier Versace.

A Michelle Obama todavía le quedan unos 90 días como primera dama de Estados Unidos, pero para los entendidos en eventos de Estado y también para los seguidores de la moda, su despedida, en buena medida, ocurrió el martes en la noche, cuando apareció junto a su esposo en las escalinatas de la Casa blanca, para recibir al primer ministro italino Matteo Renzi y a su esposa Agnese Landini.

MICHELLE OBAMA

‘Primero que todo, visto lo que me gusta. en eso es en lo que las mujeres deben enfocarse: lo que las hace felices y lo que las hace sentir cómodas y bellas. si puedo tener algún impacto, quiero que las mujeres se sientan bien consigo mismas y se diviertan con la moda'.

¿Lo singular de aquel encuentro? Era una cena de Estado más para la Casa Blanca, pero era la última para los Obama, quienes dejarán la casa presidencial el 20 de enero del próximo año. Fue la última vez que Michelle Obama se vistió para ser anfitriona de un jefe de Estado, y como es durante las visitas oficiales - sea que ella de la bienvenida o viaje a otro país- cuando más el mundo mira y fotografía a una primera dama, ella hizo su ‘statement'. Obama cerró su periodo en la Casa Blanca con un golpe de estilo brillante, arriesgado, apropiado y ciertamente inolvidable, que hizo que las redes sociales ardieran esa noche.

En honor a sus invitados, Michelle Obama lució un vestido oro rosado de Atelier Versace, caído de un hombro, marcado en la cintura, y brillante como el oro.

LECCIONES DE MICHELLE

Su esposo Barack Obama llegó a la presidencia por primera vez en 2009, en un momento de crisis económica y alto desempleo en su país. La abogada Michelle Obama envío entonces un mensaje claro a través de su vestir, que consistía de trajes línea A, cardigans y cinturones que marcaban su cintura. Expresaba así que ella era accesible, igual al resto, una mujer trabajadora que sabía de ceñirse a un presupuesto. Todo esto en un estilo más hacia lo casual y profesional, sin miedo a usar color ni llevar zapatos bajos. Su gran hazaña, muy halagada, fue repetir atuendos. Lo que acentuaba el mensaje de que el gobierno de su esposo venía a apretarse los pantalones como el resto de los ciudadanos y vivir libre de opulencias presidenciales. Fue un gesto que comenzaron a seguir otras primeras damas y miembros de la realeza, como Letizia en España, al punto que hoy es bien visto que las personalidades repitan vestido.

ESTILO MULTICULTURAL

Si algo ha dejado claro Obama es que esa gota de multiculturalidad que trajo a la Casa Blanca al convertirse en la primera afroamericana en ser primera dama, también la lleva en su vestir, convirtiéndose en un estandarte de la moda de Estados Unidos, luciendo diseñadores que son emigrantes o hijos de emigrantes.

El primer vestido y abrigo con el que se mostró en la toma de posesión de su esposo, en 2009, era un diseño de la cubana radicada en Estados Unidos, Isabel Toledo. Esa noche bailó con un vestido blanco de Jason Wu, diseñador nacido en Taipéi y radicado en Nueva York; y eligió a este mismo diseñador para vestirse en el baile de la toma de posesión de su esposo en 2013.

Otro de sus favoritos es el indio Naeem Khan, quien la ha más vestido en varias ocasiones, como en su visita de Estado a Alemania y en la cena de Estado de los países nórdicos.

A diferencia de otras primeras damas, no se decantó por las clásicos Oscar de la Renta (que tanto gustaba a Laura Bush y Hillary Cinton) ni por Carolina Herrera, sino que prefirió nuevos nombres de la moda, dándole ese toque de modernidad e incluso de riesgo.

EN HONOR AL INVITADO

Pero esto no quiere decir que se quedará solo en los estadounidenses, Obama vistió diseñadores de todo el mundo, sobre todo si con ello halagaba a sus anfitriones o invitados. En su viaje a Francia, lució un Azzedine Alaïa. Para recibir al primer ministro de India, Manmohan Singh, vistió una falda de la diseñadora estadounidense de origen indio Rachel Roy y, para la cena de gala, llevó un dorado Naeem Khan.

Tal vez su atuendo más inolvidable, antes del Versace de esta semana, fuera el Alexander McQueen rojo que lució para recibir al presidente de china Hu Jintao. El color de aquel imponente vestido era un guiño a la cultura china y al fortalecimiento de las relaciones entre los países.

Pero no solo de alta costura viste Michelle al acercar naciones. En su histórico viaje a Cuba, que marcaba la reanudación de las relaciones de Estados Unido con este país y la primera visita de un presidente de Estados Unidos en 88 años, siguió un estilo nada ostentoso, sino tropical y femenino, casi un homenaje a la mujer cubana.

En su visita a Marruecos, supo vestir, al igual que sus hijas, según la tradición musulmana, sin perder un ápice de elegancia ni ese toque de moda occidental.

Duelos de estilo ha tenido varios, y en todos ha salido bien parada. En sus imágenes junto a la reina Letizia de España, la primera dama de China Peng Liyuan, la duquesa de Cambridge y la primera dama de argentina Juliana Awada, lució elegante y fiel a su estilo.

Su singular camino de estilo en sus ocho años en la Casa Blanca, y su última estocada de alta moda en aquel Versace oro, remarcan la posición de Michelle Obama como icono de moda y como una de las primeras damas mejor vestidas de la historia, justo allí al lado de Jaqueline Kennedy.

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