Academia de jinetes, las riendas de una carrera

Actualizado
  • 11/06/2017 02:05
Creado
  • 11/06/2017 02:05
Cada años, cerca de 40 jóvenes panameños se preparan para convertirse en las próximas glorias de la hípica

El Hipódromo Presidente Remón es la punta de un iceberg. Al menos, lo es para aquellos neófitos en el tema hípico que desconocen todo lo que hay detrás de la pista, literalmente.

En esos 77 metros cuadrados, lejos de los ojos de los visitantes y custodiado por una garita se levantan 85 establos que albergan más de 3 mil caballos purasangre. Pero antes de llegar a este universo paralelo, que incluye veterinarias, farmacias especializadas y hasta una cafetería, lo primero con lo que se topa es la Academia Técnica de Formación de Jinetes Laffit Pincay Jr.

Jóvenes de toda la geografía nacional convergen en este centro al cual el célebre jinete panameño Laffit Pincay Jr. ha prestado su nombre e incluso, dotado con parte de su equipamiento.

‘La graduación se realiza días antes del 8 de diciembre, ya que los nuevos jinetes debutan tradicionalmente en la carrera del Día de las Madres. Ese día, los cazadores de talentos están observando a los prospectos'.

‘Cuando está en Panamá [Laffit Pincay Jr.] siempre pasa por acá a saludar a los muchachos', dice Graciela de Román, directora académica de la academia y docente de matemáticas.

La historia de la academia se remonta a 1957, cuando se estableció de forma empírica para preparar jinetes. No fue hasta 2009, cuando la empresa multinacional Codere, que opera el hipódromo, la reformuló como un centro de estudios con oferta académica avalada por el Ministerio de Educación.

Desde entonces, los estudiantes pueden terminar allí su secundaria al tiempo que inician su preparación para obtener el título de Técnico Intermedio en Montura de Caballos Purasangre. De esta escuela, han egresado jinetes exitosos como Cornelio Velásquez, Ezequiel Castro, Fernando Jara, Alexis Solís, René Douglas, Gabriel Sáez, José Lezcano, Ricardo Santana Jr y Luis Sáez.

Al estar bajo los lineamientos del Ministerio de Educación, sus tiempos de matrícula son iguales a las del resto de los planteles educativos y para poder ingresar, los estudiantes deben tener la premedia aprobada y un mínimo de edad de 15 años.

Sin embargo, no son pocos los jóvenes que ya vienen con su bachillerato concluido y desean cursar los dos años de curso técnico. A ellos se les convalidan las materias para seguir la especialización.

Para la docente de matemáticas, la formación académica es fundamental para estos chicos, pues si luego se dan cuenta de que la hípica no es para ellos, respaldados por su título pueden estudiar otra carrera. Además, cuentan con las herramientas para negociar sus contratos y desenvolverse de manera profesional.

‘Como muchos entran con 15 años, a esa edad están bajos de estatura y peso, pero al momento de su desarrollo pleno se crecen y ya no pueden ser jinetes (la talla ronda las 104 libras y no deben medir más de 1,52 metros), pero pueden montar en otros países que tienen pesos diferentes o dedicarse a labores relacionadas con la hípica', añade de Román.

En el caso de las mujeres, la directora asegura que siempre hay y este año se están estudiando dos chicas. Con ellas ocurre que sus familias se oponen a este tipo de carrera. ‘Una de las que estudia actualmente había venido antes, pero su mamá no la dejó. Ahora que tiene 18 años, volvió. Hubo otra que la mamá la retiró porque era menor de edad. También hay una joven de Venezuela'.

La academia panameña tiene renombre a nivel internacional y han recibido aprendices de Eslovaquia, Estados Unidos y Perú, entre otros, explica Deysi Liñán, directora de Recursos Humanos de Codere Panamá y México.

De hecho, la jockey eslovaca María Rossak, que se graduó de la academia en 2009, ganó al año siguiente el Derby de Praga. ‘Los narradores cuando ella se iba acercando, decía allí va la panameña', cuenta David Fuentes, uno de los profesores del centro.

Actualmente, la Academia Técnica de Jinetes cuenta con 22 estudiantes en el primer nivel y 20 en el segundo nivel. La matrícula es de 20 dólares y todos los implementos e indumentaria es suministrada por Codere.

La graduación se realiza días antes del 8 de diciembre, ya que los nuevos jinetes debutan tradicionalmente en la carrera del Día de las Madres, en el hipódromo; pero para hacerlo deben tener sus licencias profesionales aprobadas por la Junta de Control de Juegos y para conseguirla necesitan su título.

Ese día, los cazadores de talentos están observando a los prospectos. De Román estima que un 43% de los graduados de 2009 a la fecha, se ganan la vida en el extranjero, principalmente en Estados Unidos, Arabia Saudita, Dubái, México y hasta Macao.

CULTURA ECUESTRE

Cuando llegan, dice Fuentes, los jóvenes saben muy poco de caballos de carreras, que tiene un linaje especial. Lo primero que se les enseña es el Manual del Mozo de Corral, que indica los cuidados básicos del caballo, cómo arreglarle la cama, la pesebrera y cuáles son los nombres de los artículos que utilizan, , entre otros.

Además, antes de entrar en contacto con el animal deben interiorizar las reglas de seguridad para poder acercarse a un caballo. Hay una serie de normas para trabajar con éste, como no pasarle por detrás o por debajo y no acercarse al caballo sorpresivamente. En este punto, el profesor asegura que ‘muchos renuncian y solo se quedan los que realmente tienen el deseo. Los establos son áreas inhóspitas, hay desechos biomédicos y basura general'.

La academia no tiene caballos, por tanto para la formación completa de los alumnos, el centro depende de los dueños y preparadores de caballos que les permiten a los estudiantes hacer su práctica, al tiempo que estos ayudan con el cuidado del animal.

‘Le asignan uno o más caballos y tienen que encargarse de todo lo concerniente a cultura ecuestre. Antes y después de dar sus clases, los chicos deben bañar los caballos, limpiar sus camas, retirar el guano, estar pendiente de si hay cambios en su comportamiento. Empieza esa relación con el animal y eso es necesario', comenta de Román, para quien también ha sido un proceso de formación, pues antes de 2009, no estaba relacionada con la cultura ecuestre. Ahora conoce los establos, sus dueños y encargados de los mismos.

Uno de los instructores es Pablo Guevara, un destacado jinete panameño con 31 años de experiencia, con mil 852 carreras ganadas y vencedor en 72 clásicos. Él atiende a los estudiantes de segundo nivel en la clase con simuladores, en los que aprenden a colocar los pies en los estribos, tomar las riendas y la posición correcta para montar.

Para Guevara, que lleva cuatro años en la academia, esto es una experiencia satisfactoria, ya que le permite transmitir todo sus conocimientos a esas jóvenes mentes.

DESDE LO SOCIAL

‘Además de la parte académica, uno se involucra en lo humano. Muchos de estos chicos están en riesgo social, aquí hacemos todo para evitar que deserten. Algunos de los que entran a una academia como esta lo hacen porque no tenían las capacidades para rendir en el sistema regular, pero tienen las destrezas para desempeñarse en esta profesión'.

La docente reconoce que han llegado estudiantes con capacidades especiales. Tuvo un caso de un joven que trabajaba en Industrias de Buena Voluntad, era muy bueno en las riendas, pero en lo académico no se le podían poner pruebas escritas y todo era oral. Hoy día, ese muchacho está galopando en Estados Unidos.

Asimismo, han recibido jóvenes pertenecientes a pandillas e incluso con adicciones. ‘La adicción es una enfermedad y no los podemos echar, así que tenemos unos docentes especiales que les dan seguimiento e igualmente interviene la trabajadora social de la empresa', señala la directora.

Indica que solo unos días atrás , uno de sus egresados, Alexis Moreno, de Darién, estuvo de visita en su alma mater. Moreno, quien se graduó hace cuatro años, corre en Arabia Saudita. Era muy pobre y ahora ha comprado terrenos en Darién y está apoyando a su familia.

‘Uno no está sacando a una persona del círculo de la pobreza, sino a toda una familia', recalca de Román quien es secundada por Liñán.

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