Yazd, una ciudad histórica viva e integrada en el desierto iraní

Actualizado
  • 30/07/2017 16:00
Creado
  • 30/07/2017 16:00
El tiempo parece detenerse entre el bosque de cúpulas, minaretes y "badgir" (torres de ventilación), que se divisan desde las azoteas

La ciudad histórica de Yazd, incluida este mes en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco, es un laberinto de callejuelas y casas de adobe en el que impera un urbanismo y un estilo de vida adaptado al desierto de Irán. Adentrarse en su casco antiguo es un regreso al pasado.

El tiempo parece detenerse entre el bosque de cúpulas, minaretes y "badgir" (torres de ventilación), que se divisan desde las numerosas azoteas. Estas torres, junto a sus canales subterráneos o "qanats", son las principales peculiaridades de esta original urbe multirreligiosa, que impulsaron su registro como Patrimonio Mundial.

Según destacó la Unesco, Yazd "es un testimonio vivo del uso de recursos limitados para garantizar la vida en el desierto" y, además, "escapó a las tendencias a la modernización que destruyeron numerosas ciudades tradicionales de tierra".

Al respecto, el subdirector de la Organización de Patrimonio Cultural iraní, Mohamad Hasan Talebian, explicó en una entrevista a Efe que Yazd cumplió con dos de los diez criterios de la Unesco, que solo exige uno.

El primero es la arquitectura, el urbanismo y el estilo de vida tradicional y, el segundo, se refiere a la integración de la ciudad con la naturaleza. "Es un modelo de desarrollo sostenible", dijo con orgullo Talebian, quien subrayó la importancia de que Yazd sea "una ciudad viva" en la que el patrimonio intangible sigue presente.

Yazd es el vigésimo segundo lugar de Irán reconocido como Patrimonio Mundial de la Unesco y la primera ciudad en su conjunto, una clasificación más difícil de conseguir que los monumentos.

Para ello trabajaron con ahínco durante años. Desde que en 2008 Yazd fue incluida en la lista temporal, las autoridades iraníes se esforzaron para presentar hace dos años el dossier definitivo.

En opinión de Talebian, lo más importante de Yazd es que es una ciudad histórica construida a base de "qanats", siguiendo un modelo de urbanismo y arquitectura propio en el que sobresalen también los "jardines hundidos", situados bajo el nivel de la tierra.

El sistema de canales subterráneos, que capta el agua de las capas freáticas, está conectado con depósitos refrescados gracias al ingenioso mecanismo de las torres de ventilación, una suerte de aire acondicionado antiguo.

Estos elementos junto a la estructura de sus viviendas de adobe son un claro ejemplo de adaptación al clima extremo de la zona, situada entre los desiertos Kavir y Lut, donde escasean las lluvias y las temperaturas son altas en verano y bajas, en invierno.

Entre sus casas destacan una serie de edificios religiosos como la Mezquita Yameh, cuya impresionante entrada y minaretes de azulejos, los más esbeltos de Irán, datan del siglo XIV. Junto a los monumentos islámicos, entre los que tampoco se puede olvidar el mausoleo de los Doce Imanes y el complejo de Amir Chajmaq, formado por un bazar y una mezquita, encontramos sinagogas y templos zoroastrianos, como recogió la Unesco.

El Templo del Fuego (Ateshkadek), la sede más importante de los zoroastrianos en Irán, alberga un altar con un fuego encendido -según dicen- desde el siglo V, mientras que en las afueras de Yazd se divisan las Torres del Silencio, el tradicional cementerio de los seguidores de esta antigua religión.

Esta convivencia de religiones -musulmanes, judíos y zoroastrianos- es otro de los puntos fuertes de la ciudad y de su patrimonio intangible. "Estas tres religiones a lo largo de la historia vivían juntas y ahora siguen haciéndolo, son todos de Yazd, lo que ofrece una mirada al dialogo interreligioso", afirmó Talebian.

Todos estos espacios se beneficiarán con el registro de Yazd como Patrimonio Mundial de mejores planes de conservación, de una gestión más integrada de todos las instituciones de la ciudad y de un mayor presupuesto.

Talebian explicó que se han impuesto limitaciones a la construcción de carreteras y edificios altos, y al uso de materiales que no sean el ladrillo o el adobe, al tiempo que se está ayudando a la restauración de cientos de domicilios particulares.

Las autoridades iraníes esperan que el reconocimiento de la Unesco impulse la llegada de turistas, que pueden alojarse en un gran abanico de hoteles instalados en edificios tradicionales coronados por torres de ventilación.

Por: Marina Villén

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