El Prado libera la energía sensual de la pintura de Cai Guo-Qiang

Actualizado
  • 24/10/2017 17:20
Creado
  • 24/10/2017 17:20
'La pólvora se asocia a los atentados y a las guerras, pero también puede producir belleza y esperanza'

En la sala C del edificio de los Jerónimos del Museo del Prado aún huele a pólvora. Sólo unas horas antes de la presentación de la exposición "El espíritu de la pintura", de Cai Guo-Qiang, se había producido la deflagración con que el artista chino culminó la pieza central de la muestra.

Se trata de un lienzo de 18 metros de largo, compuesto por varios paneles, en el que Cai Guo-Qiang, el primer artista que concibe obra inédita para el Prado, rinde un homenaje sensual y espiritual a sus maestros: el Greco, Tiziano, Rubens, Goya o Velázquez.

Cai utiliza plantillas de papel y pinta con la pólvora mezclada con pigmentos de colores. Al final del proceso prende la mecha y, con la explosión, la pintura se difumina a la vez que se libera la energía que contiene, según explicó hoy el artista.

"La pólvora se asocia a los atentados y a las guerras, pero también puede producir belleza y esperanza", señaló en la presentación. El método le proporciona además la dosis de riesgo e imprevisión que Cai ve indisociable de la tarea artística.

Aunque no es el primer artista contemporáneo que entra en el Prado -antes que él estuvieron Cy Twombly, Francis Bacon o Miquel Barceló-, sí es el primero que ha desarrollado su trabajo en sus instalaciones, durante una residencia artística de un mes.

"El Prado siempre ha servido de inspiración a artistas, desde Manet, Renoir o Bacon. Es nuestra obligación estar abiertos a los creadores y alentar el diálogo entre los nuevos y los viejos artistas", señaló el director del museo, Miguel Falomir, para explicar el porqué de esta iniciativa pionera.

El comisario de la exposición, Alejandro Vergara, precisó que, si el Prado se ha fijado en él, ha sido por su trayectoria y destacó entre sus obras "Head on", un asombroso conjunto de estructuras metálicas recubiertas de piel de lobo que expuso en el Guggenheim, o el espectáculo pirotécnico con el que inauguró los Juegos Olímpicos de Pekín de 2008.

Pese a que Cai Guo-Qiang es una estrella internacional del arte, Falomir negó que la muestra tenga ningún interés comercial. "No ignoramos las leyes del mercado, pero hemos firmado un convenio por el que queda prohibida la comercialización de las obras mientras estén aquí", aseguró.

Otra cosa es lo que pase después, y eso no ha quedado claro. Falomir subrayó que el Prado no es el propietario de las obras, por lo que, en cuanto a la institución le concierne, su destino es "incierto".

Poco antes, el propio artista explicaba que no tiene galería y que trabaja directamente con los museos: "Estos pueden comprar mis trabajos para su colección, aunque con el Prado es diferente; no se sabe si decidirán incluirlo".

La exposición "El espíritu de la pintura" se compone de 27 pinturas hechas con pólvora, ocho de las cuales se han realizado en el Salón de Reinos, y se estructura en cuatro secciones según una progresión rítmica que refleja una fórmula compositiva china: inicio, desarrollo, giro y unificación.

La primera sección, "Inicio ascendente", ilustra el diálogo de Cai con el Greco y está presidida por la obra "Día y noche en Toledo", recreación de la imagen mental que obtuvo cuando visitó esa ciudad a comienzos de 2017.

La segunda, "Continuación o desarrollo", recrea el dolor por la pérdida de varios familiares fallecidos recientemente. Le sigue "Transformación", donde rige el color, el ardor, la efervescencia y el erotismo, con influencias de Rubens y el Bosco.

En esta sección se incluye la pieza central, "El espíritu de la pintura", en la que pueden encontrase, como una propuesta casi lúdica para el espectador, desde una menina de Velázquez, a la Maja desnuda de Goya en un panel publicitario, o una colección de bragas que sintetizan el "deseo carnal" de Rubens.

La última sección es "Unificación" y su obra central gira en torno al Salón de Reinos en el que ha desarrollado su residencia. Como epílogo se relatan los orígenes de la pasión de Cai Guo-Qiang por el Greco, una pasión que nace de los dibujos que su padre realizaba en cajas de cerillas.

En otra sala puede verse una versión reducida un documental rodado por Isabel Coixet, un relato del proceso creativo de Cai cuyo fruto se expone al público a partir de mañana en el Museo del Prado.

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