Concreto

Actualizado
  • 07/04/2018 02:03
Creado
  • 07/04/2018 02:03
Esa tarde, Lucía y yo nos escondimos en el patio, para jugar con el cemento que quedó de la remodelación que hizo papá en la terraza.

Esa tarde, Lucía y yo nos escondimos en el patio, para jugar con el cemento que quedó de la remodelación que hizo papá en la terraza.

Yo sólo quería jugarle una broma. Nada más. Por eso, le dije que había descubierto la fórmula que repararía su enorme nariz de la que todos se burlaban. Para ello, debía meterse en un cubo ancho y profundo, con mezcla de concreto hasta las rodillas y decorar la superficie con unos cuantos claveles que yo mismo corté del jardín. Según mi teoría, al juntarse las flores con el cemento, resultaba una sustancia que después de una hora de ser absorbida por los pies, moldeaba los tabiques, proporcional a la cara de las niñas. Y ahí se quedó metida un buen rato, confiando en mi estupidez.

Creí que sería chistoso verla atorada en ese cubo, hasta que llegaron los cinco. Eran enormes y con dientes filosos. Dos de ellos tenían alas brillantes. Yo pude escapar y esconderme tras un árbol. Ahí permanecí, observando como un imbécil sin saber qué hacer. ¡Santos cielos! Debí quedarme a su lado ¡Por Dios! ¡Por Dios! Disculpa estas lágrimas.

Llegaron con gorritos de colores, tirando confetis por doquier. Luego, el más grande empezó a soplar fuego sobre la cabeza de Lucía y otro de ellos intentaba apagarlo. Así lo hicieron varias veces, mientras mi pobre hermanita gritaba: ¡FRANKLIN! ¡FRANKLIN! ¡AYÚDAME! con una desesperación que aún escucho cada noche. Sí, es por eso que siempre cargo estas ojeras.

Puede que suene cruel, pero hubiese preferido que la tomaran de carnada y muriera al instante, en lugar de ver cómo poco a poco se consumía su cabecita. Sin embargo, aquel no hubiera sido el caso. Dudo mucho que existiera maldad en esos dragones que una vez se metieron a nuestro patio. Creo que sólo se divertían, y tal vez por mi maldita culpa, confundieron a Lucía con una vela mágica de cumpleaños.

ESCRITORA Y ABOGADA

‘Creí que sería chistoso verla atorada en ese cubo, hasta que llegaron los cinco. Eran enormes y con dientes filosos. Dos de ellos tenían alas brillantes'.

ANNABEL MIGUELENA

Escritora y abogada

Nació el 6 de octubre de 1984. Es abogada de profesión.

Ha ganado premios en concursos de cuento a nivel nacional, como el ‘José María Sánchez', ‘Medio Pollito' y ‘Cuentos Para Crecer'.

A nivel internacional, obtuvo el primer lugar en el concurso de minicuento de la Revista MiNatura (España, 2007).

Es columnista de la Revista Hispanoamericana de Cultura ‘OTROLUNES', dirigida por el escritor Amir Valle.

En el teatro, Annabel escribió, produjo, compuso la música y actuó en la obra de teatro ‘Ana Mía', ganadora de dos Premios Escena correspondientes a ‘Mejor obra original escrita para teatro' y ‘Mejor composición musical original' (2010).

En el año 2013 fue premiada con una mención honorífica en el concurso de composición de música infantil ‘Mi Canción', auspiciado por SERTV.

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