Buena voluntad

Actualizado
  • 23/12/2018 01:00
Creado
  • 23/12/2018 01:00
Ahora vamos con lo realmente importante, ¿ya tiene todo el mundo su jamón?

‘… y paz en la tierra a todos los hombres de buena voluntad'.

Lo de que si tienen puesto el arbolito de Navidad ni siquiera lo voy a preguntar, ya hace rato que habrán rastreado los abetos canadienses, han comparado precios y han incrementado el tranque paseando por media ciudad con un ser vivo agonizante amarrado en el techo de su carro. Ya habrán perdido horas de vida comprobando que todos y cada uno de los foquitos prendan, colgando bolitas y arreglando los lazos en el árbol. Todos y cada uno. Y ya se habrán anestesiado el cerebro de tanto escuchar al puto burrito llegando a Belén mientras lo ven, y el porropompón del tamborilero.

Ahora vamos con lo realmente importante, ¿ya tiene todo el mundo su jamón? ¿Ya todos han llegado a un acuerdo familiar sobre si hacerlo con piña o con cerezas? ¿Ya han hecho su respectiva fila para comprar la rosca de huevo? ¿La consiguieron? ¿Ya tienen los tamales? ¿Con pasitas o sin pasitas? ¿El ron ponche es de la misma calidad que siempre? ¿La receta tradicional? ¿Ya han comprado todos los presentes que tienen que comprar para todas y cada una de esas personas a las que, durante el resto del año ni ven, ni saludan ni tienen ningún interés ni en ver ni en saludar? ¿Ya les han ido a buscar los regalos a sus hijos? ¿Han recogido ya los juguetes abonados durante todo el año, esos mismos con los que los niños jugarán escasos diez minutos? ¿Ya los caballeros han arreglado sus agendas para organizarse y poder pasar un ratito por donde aquella antes de llegar a la casa con su santa esposa? ¿Ya las señoras se han gastado un montón de dinero en un vestido que van a utilizar un promedio de seis horas y que no se van a volver a poner nunca más? ¿Ya se han comprado los zapatos incomodísimos, pero divinos de la muerte, que van perfectos con el vestido que compite en brillo y destellos con el arbolito? ¿Sí?, ¿ya se compraron esas dos pequeñas máquinas de tortura que van a aprisionar sus pies en una trama de cintas y tacones de infarto? ¡No se les habrá olvidado hacer cita en el salón de belleza!, miren que sin cita no van a encontrar ustedes en estas señaladas fechas estilista que les estire, aplaste, ahueque, alise y ondule las greñas. ¿Han comprado ya los conjuntos nuevos para sus adorados retoños? ¿Ya tienen los disfraces de niños educados y correctos que no van a mancharse la camisa con el primer sorbo de soda de fresa que den? No olviden limpiarles bien las orejas, es ahí donde va a revisar su suegra para reafirmarse en su creencia de que, como madres, ustedes son un desastre. ¿Ya tienen la reserva de tranquilizantes para poder soportar a la familia política sin clavarle el cuchillo de trinchar a nadie? ¿Ya se han hecho la firme promesa de no pelearse a gritos, (este año no), en la mesa familiar con ese cuñado del que no soportan ni el tono de voz? ¿Han comprado ya las correas de bombitas para tirar a media noche y competir en estupidez e inconsciencia con los vecinos, aterrorizando a todos los perros de la barriada?

¿Sí? Entonces estamos listos.

Estamos preparados para la nueva celebración del nacimiento de Aquel que trajo al mundo, no la paz, sino la espada, y vino a poner, como leemos en Mateo, al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra.

¿No querías la bicicleta?, ¡pues ahora pedalea!

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