'Crisálidas humanas', la cosmovisión de las redes sociales en arte

Actualizado
  • 16/12/2019 00:00
Creado
  • 16/12/2019 00:00
El artista autodidacta Eduardo Navarro presentó su nueva instalación 'Crisálidas humanas', la cual muestra una introspección meditada en los afanes actuales respecto al consumismo y la tecnología

Eduardo Navarro está a punto de sorprendernos con un nuevo giro al reconocible y poderoso lenguaje visual que lo identifica. En esta ocasión, se trata de la obra producto de su reciente experiencia artística auspiciada por Residency Unlimited, una organización sin fines de lucro que apoya la creación, exhibición y difusión del arte contemporáneo a través de programas públicos y residencias para artistas.

'Crisálida', parte de la instalación realizada por Eduardo Navarro.

Por su contundente trayectoria artística internacional, Navarro fue seleccionado por el programa para trasladarse temporalmente a la ciudad de Nueva York. Durante su estadía, participó de una agenda individualizada de actividades como charlas, intercambios, proyectos, y exhibiciones, enfocadas en la gestión de apoyos colaborativos, la asistencia en la producción de proyectos, y difusión. Además, la residencia proporcionó una oportunidad a los artistas de dialogar con curadores y otros profesionales de las artes provenientes de renombradas instituciones como el Museo de Arte Moderno (MoMA) y el Whitney Museum of American Art.

La residencia también tuvo otro objetivo fundamental. Le brindó al artista la oportunidad de hacer un paréntesis en su vida cotidiana para alinear sus intereses artísticos y creativos. En esta coyuntura, Navarro tuvo que detenerse a meditar sobre su trayectoria conceptual y estética por la cual es reconocido internacionalmente, y dedicarle tiempo a definir los nuevos derroteros, temas, y lenguajes visuales que explorará a futuro.

'Crisálidas humanas', la cosmovisión de las redes sociales en arte

Este proceso de autoanálisis removió al artista de su zona de confort. Crear una nueva propuesta constituye un reto. Someterla a la crítica de un cuerpo de curadores especializados en Nueva York eleva el grado de dificultad de la tarea. Durante la residencia le fue requerido, como paso previo y fundamento de su proyecto artístico, esbozar un marco conceptual de manera verbal.

Sin restarle valor a su talento y aunque no sea evidente, Navarro es un pintor autodidacta. Lo cual es más meritorio. Sin haber tenido entrenamiento formal, conoce la historia del arte y maneja sus técnicas con tal destreza, que hace aún más genial el hecho de que haya aprendido por sí solo. Nuestro artista transmite desde su interior de manera no adulterada, la bravura indómita con la que se expresa sobre el lienzo. Sus briosos corceles cimarrones, por ejemplo, salen galopando de su mano y se plasman sobre el soporte libremente en composiciones dinámicas y expresivas. Es decir, los pinta mediante un impulso automático de su mano, sin libreto, ni líneas de construcción previas, de manera pura, subconsciente, y principalmente cargados de energía primaria. Es aquí donde a mi juicio, yace la genialidad de Navarro. Además como buen autodidacta, nuestro artista ha estudiado por cuenta propia la obra de los grandes artistas que admira y de los cuales en ocasiones hace elegantes referencias.

Navarro aceptó el reto con una propuesta impactante y de relevancia global actual. Formuló su propuesta a partir de una instalación que montó en la década del 90 en un espacio al aire libre de la Galería San Felipe, en el Casco Antiguo. La iconografía que exploró brevemente en este montaje iba en otra dirección. El artista se trasladó del lenguaje visual de dos dimensiones a tres, de la pintura a las instalaciones. La pieza estaba compuesta por varios torsos humanos envueltos y suspendidos de cabeza de las ramas de un árbol, conectados por una gran telaraña hecha con cuerdas. La instalación hacía referencia al internet y a la entonces nueva interconectividad digital que unía al mundo al pulsar un botón.

'Crisálidas humanas', la cosmovisión de las redes sociales en arte

Al cavilar en su nueva propuesta durante la residencia, el artista decidió revisitar la iconografía que compuso para este montaje temporal y explorarla a profundidad con un mensaje diferente. En nuestras conversaciones durante este proceso, le pregunté al artista acerca de los temas que le apasionan o le preocupan. Navarro mencionó con pesar la deshumanización a manos de la tecnología. Dos décadas han transcurrido desde que el Internet revolucionó la historia y la manera en que hacemos prácticamente todo, incluyendo la forma de relacionarnos con otros seres humanos. Al mismo tiempo nos permite acercarnos a personas que se encuentran lejos y nos aleja de las personas que tenemos en nuestro entorno inmediato. En sus propias palabras “nos aliena.” Simultáneamente, nos conecta al mundo virtual y nos desconecta del mundo real. La mediatización de todas nuestras experiencias termina por pesar más que vivirlas, diluyendo la autenticidad del momento. En palabras del artista, “enviar y recibir información se convierte en una adicción.” El resultado subconsciente de esta dependencia en la tecnología y las redes sociales es el aislamiento de las personas y la pérdida de la empatía, en lo que el artista denomina una “humanidad difusa.”

Aunque su preocupación surgió por cuenta propia, otros pensadores han identificado fenómenos relacionados soslayando la relevancia actual del tema. El sociólogo y economista Manuel Castells, sugiere que las redes trasforman cualitativamente la esfera humana pública y con ello a la democracia en sí. Joshua Cooper Ramo, vicepresidente y co-director ejecutivo de la firma consultora del ex secretario de Estado de los Estados Unidos Henry Kissinger, denomina al presente como “La Era del Poder de las Redes.” Y Adrienne Lafrance, directora ejecutiva de la revista literaria y cultural The Atlantic, nos advierte acerca de las complejidades de estas redes y la potencial reacción masiva que puede generarse con el malfuncionamiento de una de sus partes en lo que denomina: La Era del Enredo.

Esta idea se convirtió en la columna vertebral del proyecto creativo de Navarro. En su rutina matutina durante la residencia, el artista se despertaba con 8.6 millones de neoyorquinos y desayunaba en un deli que le quedaba de camino al estudio. Mientras, la idea de los torsos le daba vueltas en la mente inspirándole imperativamente a crear imágenes en el momento y con lo que tuviera a la mano. Así, resmas de servilletas se convirtieron en soporte y manchas de café, agua, y tinta, le fueron dando forma a su visión artística. Los torsos invertidos se transformaron en rayos X de crisálidas humanas. Cada una de ellas representaba a un individuo encerrado dentro de su propio capullo de realidad virtual, aislado, oprimido, invertido, conectado en demasía a las redes sociales, viviendo una vida artificial y vacía.

La creatividad de Navarro tomó impulso a pasos agigantados. Adquirió también, artículos varios de diferentes tipos y algunas réplicas de esqueletos de tamaño natural que luego convirtió en una instalación de ready-mades (objetos cotidianos manufacturados). Rellenó las cajas torácicas de las osamentas con cables, celulares viejos, fuentes de luz, mangueras, botellas, y hasta una impactante réplica de un recién nacido, que hace referencia de forma cruda y alarmante al traspaso de este gran problema a las siguientes generaciones.

Procedió a embalar los cuerpos con plástico transparente que permite visualizar sus contenidos. Los suspendió de cabeza, conectados y literalmente “nutridos” por cordones umbilicales a una gran telaraña que tejió minuciosamente en el cielorraso del estudio evocando la permanente conexión y dependencia a la worldwide web. Esta instalación sirvió simultáneamente como obra de arte y como maqueta para posteriores creaciones sobre lienzo. La iconografía mantiene los fuertes rasgos viscerales expresionistas que caracterizan la obra de Navarro. La agonía de sus figuras humanas se presenta como un poderoso llamado de atención ante el desmoronamiento de los valores y la implosión de la persona humana a mano de sus propias creaciones.

'Crisálidas humanas', la cosmovisión de las redes sociales en arte

Los lienzos que forman parte de la instalación representan la dispersión del ser humano por el abuso de redes sociales y la dilución interna sufrida por cada uno de nosotros hasta llegar a ser nada. En palabras del artista “electrones desperdigados sin rasgos ni necesidades físicas buscando estar mejor arriba en el mundo etéreo de la Ethernet, que físicamente acá en tierra en donde los problemas son reales y no virtuales.”

Su nueva propuesta y ejecución obtuvieron excelentes críticas por parte de los curadores de Residency Unlimited. El artista se encuentra preparado para explorar este nuevo discurso visual con un mensaje universal diagnosticando con sus radiografías, el alarmante riesgo que corre la conciencia individual y colectiva en el plano de la psiquis, y hasta la propia evolución física de la raza humana deformada por su exagerada dependencia en la tecnología.

Al igual que sus precursores de principios del siglo XX lo hicieron en contra de la industrialización en Alemania, el expresionismo de Navarro alza su voz en reacción a la degradación del ser humano subyugado ante la realidad virtual vista como una sutil pero poderosa herramienta de control social. Bajo el lema de “amigable al usuario” yace el objetivo ulterior de ejercer el poder sobre todos los ciudadanos por parte de poderosas compañías de software, hardware, y comunicaciones, en mancuerna con los gobiernos en insaciables vorágines ansiosas de poder económico. La herramienta de control se alimenta de la recopilación masiva y constante de la información que compartimos a nivel global de manera voluntaria a través de las redes sociales. Al observar este cuerpo de trabajo, meditemos sobre su poderoso mensaje y reflexionemos en la ansiedad generada por nuestras propias crisálidas, mientras disfrutamos de la fuerza emotiva contenidas en las gradaciones de tinta diluida, pigmentos, y ready-mades en las descarnadas formas humanas de la obra de Eduardo Navarro.

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