Diez años sin Kon Satoshi

Actualizado
  • 09/08/2020 00:00
Creado
  • 09/08/2020 00:00
El artista japonés tuvo una participación corta, pero muy intensa en el mundo de la animación para cine y televisión. Tras 10 años de su fallecimiento, sus historias continúan vigentes y son recordadas por sus seguidores
Seraphim

Mucho antes de alcanzar la fama como director de anime, Kon Satoshi (1963- 2010) trabajó como artista de manga –cómic en japonés–, escribió más de diez historias cortas, una adaptación de una película a formato manga, dos historias largas, una colaboración con Oshii Mamoru que quedó inconclusa, cuatro películas, una serie de televisión y un corto.

Del papel a la pantalla

Cuando pensamos en autores que han dejado su sello en la animación y cómic japonés, nos vienen a la memoria nombres como Tezuka Osamu, Nagai Go o Anno Hideaki, entre otros, porque hicieron una revolución que fue el punto de inflexión entre lo que se hacía y lo que vino después.

Tokyo Godfathers

Kon Satoshi no tuvo tanto tiempo como los anteriores artistas, sin embargo, tanto sus obras escritas como animadas dejaron una huella indeleble. Destacó más en la animación, lo cual permitió que sus mangas fuesen conocidos a nivel internacional al ser traducidos a diversos idiomas. Sus relatos tienen una fuerte influencia de la ciencia ficción, pero paradójicamente, esta se aleja de la mayoría de sus animaciones.

Al leer sus mangas es fácil percatarse de que su forma de narrar las historias que animó, ya fuesen propias o las basadas en novelas de autores como Tsutsui Yasutaka o Takeuchi Yoshikazu, tienen su origen en el formato impreso. Algunas incluso fueron la fuente principal de sus animaciones.

Así, “El pequeño beisbolista” pudo ser inspiración para el nombre del antagonista de la serie Paranoia Agent, lo mismo que “Los visitantes” podría haber inspirado el capítulo 8 de la serie. La historia “Joyfull Bell” narra un milagro navideño: un hombre encuentra una niña extraviada y decide llevarla a casa de su madre; en el camino, descubre que su esposa de la cual pensaba separarse, está embarazada y que la niña sería su futura hija. Dicho milagro navideño enmarca –junto con otras influencias– la narración que se presenta en Tokyo Godfathers, en la que tres “sin casa” encuentran una bebé abandonada y deciden buscar a su madre para que reconozca y enmiende su actuación. Pero es su obra Opus la que refleja el excelente manejo de las dos líneas narrativas, en ella, un mangaka es perseguido por el antagonista que ha creado en su obra, además de que debe interactuar con los personajes y responder por sus acciones, ya que es el creador de sus vidas.

Paprika
Una estrella fugaz

Sus trabajos para el cine y la televisión fueron muy bien recibidos, el crítico Roger Corman dijo que Perfect Blue, la ópera prima de Kon, era: “Una película sorprendente y poderosa. Si Alfred Hichcock y Walt Disney se hubiesen asociado, habrían creado algo como esto”, y fue esa opinión la que decidió que hace más de 20 años comprásemos el DVD y quedáramos encadenados a su obra.

A Perfect Blue le siguieron Millennium Actress, historia de una diva del cine que repentinamente se aleja del estrellato; Tokyo Godfathers una historia de Navidad con personajes distópicos y bastantes “milagros” alusivos a la época. Después dio su salto a la pantalla pequeña con la serie de animación Paranoia Agent, una crítica social que entremezcla una historia que bien podría haber salido de un guion de David Lynch. Su última película Paprika es la combinación de las técnicas y recursos aprendidos, tanto a nivel estético como narrativo. Esta no fue su última creación, la estación de tv NHK creó en 2007 la serie de animaciones Ani*kuri15, para la que contrató a quince animadores y cada uno creó un corto de un minuto. Kon tituló el suyo “Ohayo” –Buenos días–.

Diez años sin Kon Satoshi

Sus historias son como líneas perpendiculares, se encuentran en un punto, una de ellas es la realidad que viven sus personajes principales y la otra sus fantasías, remembranzas, añoranzas o sueños; ambas líneas crean en el espectador una sensación de desconcierto al tratar de separar ambos mundos, lo que logra que el público se involucre más en la trama. En el punto de intersección es donde se da el desenlace que permite a los personajes superar sus propias angustias tanto como el problema planteado al inicio de la narración.

Una cualidad de Kon era la repetición de personajes, objetos y lugares en sus animaciones, lo que genera un enlace entre sus películas, pues las acciones se desarrollaban dentro de su universo fílmico solo separadas por los entornos geográficos. Así sus seguidores obtenían una gratificación adicional al encontrar pequeñas sorpresas entre películas cuyas historias distaban unas de otras.

Su trabajo en pantalla fue poco, pero insuperable. En agosto de 2010 perdía la batalla contra el cáncer de páncreas. Kon nos dejó con una película sin terminar y con la esperanza de un anime maduro hecho trizas. Sus obras causaron tal impresión en nosotros, que decidimos hacer la tesis de doctorado sobre su producción. El autor tuvo la gentileza no solo de responder una serie de interrogantes, sino que también nos envió una copia de trabajo de Paprika que incluimos en el corpus. Su muerte se dio antes de finalizar la investigación y nos golpeó tanto como si hubiese sido la de un amigo muy cercano.

Kon Satoshi

Sus películas siguen estando vigentes y se pueden disfrutar en la actualidad en varias remasterizaciones en Bluray o digital. En 2013 el Cine Club de Arquitectura le hizo un homenaje póstumo. Presentó sus cuatro películas.

Han pasado siete años y en 2020 se conmemoran diez de su desaparición. Estamos obligados a conmemorar la vida de tan excelente director.

El autor es catedrático de la Universidad de Panamá y doctor en comunicación audiovisual y publicidad.

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