James Peluffo: 'Lo más gratificante del periodismo es hacer una diferencia en la vida de las personas'

Actualizado
  • 08/02/2021 00:00
Creado
  • 08/02/2021 00:00
El periodista panameño, ganador de 10 premios Emmy, reflexiona sobre su labor como reportero en Estados Unidos. También habla de temas tan importantes como el racismo y la desigualdad, así como el futuro de los latinos durante el gobierno de Joe Biden

James Peluffo es un periodista que mantiene el propósito de cambiar la vida de quienes llegan a Estados Unidos con un futuro no tan prometedor, a través de sus reportajes noticiosos. Nacido en Panamá hace 49 años, vive en el país estadounidense desde hace 31. Desde allí, con esfuerzo, responsabilidad y persistencia ha llegado a medios de comunicación tan competitivos como Univisión y Telemundo. El comunicador que salió de Panamá junto con su familia, seis meses antes de la invasión estadounidense (1989), es el único latino y panameño que ostenta 10 premios Emmy, galardones otorgados a la excelencia en la industria de la televisión estadounidense. “Me considero un panameño, padre, esposo, hijo, periodista y persona que procura siempre proveer para su familia, cumplir más allá de mis obligaciones, buscar la manera de ayudar a la gente menos afortunada y desarrollar reportajes que sean útiles y ayuden a los televidentes”, dijo Peluffo a La Estrella de Panamá. El periodista, quien es actualmente una de las voces del noticiero de Univisión en San Antonio y Austin, Texas, Estados Unidos, habla de temas tan importantes como el racismo y la desigualdad, el futuro de los latinos en EE.UU. y su experiencia en el país estadounidense, en el que reside con su esposa e hijos.

El periodista es actualmente una de las voces más representativas para millones de hispanos en el noticiero de 'Univisión'.
El gobierno de Donald Trump centró algunas de sus políticas en frenar la entrada de migrantes a Estados Unidos, ¿habrá esperanzas con Biden para quienes buscan 'el sueño americano'?

Pienso que el nuevo gobierno sin duda va a tratar a los inmigrantes con más dignidad. Y ojalá se dé una legalización para las personas que tienen raíces aquí. Hay generaciones enteras que son indocumentadas. La última amnistía fue en 1985, es decir hace 35 años. Ahora, no creo que una nueva amnistía abarque a todo el mundo, especialmente los recién llegados, pero la gente establecida aquí creo que sí tendrá posibilidades.

¿Cómo visualizas el racismo en Estados Unidos?

El racismo en Estados Unidos existe y desafortunadamente Donald Trump lo exacerbó. Sin embargo, el racismo también existe en Panamá y en otros países latinoamericanos. Lo que pasa es que mucha gente está tan acostumbrada, que no nota cuando se dan esos sentimientos de racismo. El racismo muchas veces es sutil o implícito. Hay que reflexionar y hacer una introspección para identificarlo y abatirlo.

¿Consideras que en Estados Unidos se ha logrado cerrar la brecha de las desigualdades (salarial, laboral, educación, salud)?

Pienso que Estados Unidos sí ha logrado avanzar en cerrar la brecha. Pero sigue habiendo campo para mejorar. El ámbito de la salud es exageradamente caro, al grado de que algunos doctores te tratan según el pago que ellos exigen, y no es necesariamente lo mejor para el paciente. Hace poco mi esposa fue a un especialista porque tenía anemia. La consulta y exámenes fueron más de $400 dólares (aún con seguro médico). La doctora concluyó que necesitaba hierro, lo cual no es nada nuevo para mi esposa. Y su recomendación era que le inyectaran hierro de manera intravenosa. Cada sesión costaría $800 dólares, y son dos sesiones. Pero la otra opción eran pastillas cuyo costo era de $12. Sin embargo, la doctora enfatizó los beneficios de la inyección intravenosa. Mi esposa le dijo a la doctora que iba a viajar y podía esperar. La doctora dijo que no había problema. Entonces, si no hay apuro, por qué recomendar el hierro intravenoso cuando las pastillas harían el mismo trabajo. Mi esposa compró las pastillas y se recuperó rápido.

En el campo profesional, ¿qué es lo más gratificante de ser comunicador social?

Para mí lo más gratificante es hacer una diferencia en la vida de las personas. Hace poco hice un reportaje sobre cómo el condado ofrece un descuento en los impuestos de propiedad llenando un formulario de exención residencial. Resulta que una conocida no sabía de eso, y después de que se enteró, se va a ahorrar $1,500 anuales. Hace seis años que compró la casa. Por suerte le devolvieron 2 años de exención, es decir, $3,000. También, hace unos años descubrí que hasta el año 2000 más o menos, la administración de Seguro Social de Estados Unidos emitía números de seguro social a inmigrantes que no eran residentes permanentes. Después de leer reportes de investigación congresionales, descubrí que si esos inmigrantes trabajaron (aún ilegalmente) y se les descontó de sus nóminas los impuestos de seguro social, tenían derecho a una pensión de seguro social aunque se regresaran a su país. Después de que salió mi reportaje, me enteré a través del consulado mexicano, que ayudaron a varias personas a gestionar su pensión y se devolvieron a México a vivir sus últimos años. Un señor salvadoreño me contactó desde su país y le dije cómo hacer el trámite, y a los dos meses me llamó nuevamente para agradecerme porque le habían depositado su primer pago. Este tipo de historias son muy, muy gratificantes. Se me hace muy injusto que alguien trabaje 30 años, le descuenten su porción de impuestos de seguro social de su cheque, su empleador también pague el mismo monto, y llegue a viejo y no reciba pensión porque es indocumentado.

¿Cuál ha sido la cobertura que ha marcado tu vida?

Algo que me marcó como profesional y como persona fue una entrevista que hice en San Antonio, Texas, cuando empezaba mi carrera, en 1994. Entrevisté a un indocumentado hondureño que se había resbalado del tren que cruza la frontera con México y perdió ambas piernas. Antes de entrevistarlo, le exigieron que firmara un documento dando permiso para grabarlo, pero el pobre hombre no podía escribir su nombre porque era analfabeto y lo iban a deportar. Salió de Honduras por falta de oportunidades, y regresaba sin piernas y sin saber leer o escribir. Eso me hizo reflexionar que el destino puede ser cruel para muchos inmigrantes.

¿Cómo llegaste a laborar en 'Univisión' y 'Telemundo'?

Llegué a trabajar a medios después de hacer una pasantía en la estación de Univisión en San Antonio, Texas. Un buen día viendo televisión me llamaron mucho la atención las noticias y me fui hasta la estación a pedir una pasantía. Al poco tiempo me la aprobaron. Ahí mismo el director de Noticias y el jefe de Asignaciones me recomendaron no estudiar periodismo, sino otra carrera que me diera más conocimientos especializados. Opté por ciencias políticas. Eventualmente me gradué de la Universidad de Texas con una licenciatura en ciencias políticas. Mi primer trabajo fue en Laredo, Texas, un mercado típico para empezar de reportero. Luego regresé a San Antonio y me dieron la oportunidad de ingresar como reportero. De ahí me transfirieron a San Francisco, California.

En entrevistas anteriores has dicho que en televisión no necesariamente trabajan los más inteligentes, sino los más persistentes.

Llegué a esa conclusión porque en este medio uno se puede topar con gente muy inteligente, pero que espera que ese solo atributo sea suficiente para ser nombrado como reportero. Es importante traducir esa inteligencia en hacer buenos reportajes de interés y que ayuden a resolver los problemas en una comunidad. Lamentablemente, como en todos los medios de comunicación, hay mucha gente soberbia, sobre todo cuando son muy jóvenes y están empezando, y esa es justo la etapa en la que se requiere una oportunidad para ingresar al medio. También es importante identificarse con la audiencia. Si la soberbia te mantiene en una nube o flotando por encima de todo el mundo, es difícil tener empatía y desarrollar reportajes de interés general.

¿Qué significado tienen para ti los premios Emmy recibidos?

Los Emmy impresionan más a la gente fuera del medio (aunque también a muchos dentro de él). No creo que un Emmy sea el mejor barómetro para medir la calidad de un periodista. Yo en particular hasta hace poco los saqué de sus cajas, ya que mi esposa compró un mueble adecuado para exhibirlos. Por cierto, yo nunca he sometido mis reportajes a concurso, sino los directivos del medio. De hecho, quizás habría tenido más de 10 si yo mismo hubiera escogido los trabajos para competir en esta premiación.

¿Cómo emprendiste tu camino a Estados Unidos?

Viajé a Estados Unidos un 5 de junio de 1989. Mi familia y yo aprovechamos una oportunidad que ofreció el Gobierno estadounidense de evacuar a ciudadanos y a sus dependientes panameños, sin necesidad de tramitar visa. Los documentos nos los sellaron una vez llegamos a Georgia. Más tarde caímos en cuenta de que era parte del plan del Gobierno estadounidense para invadir Panamá.

¿Por qué dificultades atravesaste en aquellos días?

Las dificultades fueron más que nada el shock cultural y llegar a la casa de una abuela materna que no conocía. Mi propia madre no la conocía. Pero se portaron muy bien con nosotros. Seis meses después de empezar a trabajar empacando bolsas en un comisariato en una base militar en San Antonio, Texas, mi hermano y yo pudimos mudarnos a nuestro propio apartamento. Solo teníamos un colchón cada uno. Poco a poco empezamos a comprar muebles. Años después descubrí que tuvimos suerte, porque llegamos a un país totalmente desconocido y aunque tuvimos donde quedarnos temporalmente, a los pocos meses ya contábamos con residencia permanente. Cumplidos los cinco años ya era ciudadano estadounidense. En aquel entonces costaba $95 dólares hacer los trámites, hoy cuesta $725.

¿Qué aconsejarías a quienes se inician en el periodismo?

Primero que se eduquen, mínimo una licenciatura. Que tomen clases de historia, ciencias políticas, lógica, geografía, biología y quizás hasta una clase de religión. La redacción es importante, pero regularmente si eres bueno para escribir, solo necesitas lo básico; el resto se da solo. Lo otro importante es seguir leyendo porque la información y los temas son interminables. Segundo, asegurarse de que realmente desea ser reportero y no solo para salir en televisión. Cuando alguien solo quiere salir en televisión, regularmente no es buen periodista y no va a durar mucho. Una vez cumpla con todos estos requisitos es importante mantener los pies en la tierra. Eso me lleva al tercer punto, la humildad. Sin humildad no se puede ser buen reportero. Hay que identificarse con la persona común para entender sus necesidades, sus problemas, etc. Eso enriquece y permite reportar lo que es importante para el público.

¿Qué es lo que más extrañas de tu país?

Extraño mucho la comida, la vida social, lo genuino de la gente. La idiosincrasia americana es diferente. No es mala, pero muchas veces uno nunca se adapta del todo acá.

¿Regresarías a Panamá en un futuro no muy lejano?

Me encantaría regresar a Panamá. De hecho, hace poco estuve en contacto con un par de medios, pero con la pandemia las cosas se pusieron difíciles. Nunca recibí una oferta de empleo. Pero sí me interesaría, y mucho, ejercer en Panamá, aprender de colegas, y aportar lo que pueda con la experiencia que he adquirido en mis años en Univisión, Telemundo y ABC. La experiencia en Estados Unidos me hizo darme cuenta de que en Panamá, a pesar de ser considerado un país en vías de desarrollo, tenemos una situación privilegiada comparada a la de muchos países de Centroamérica. Como periodista, he escuchado historias de la inseguridad en Honduras, Guatemala y El Salvador, y cómo las personas tienen que escoger entre quedarse –y que las pandillas los maten por no poder pagar extorsión, recluten a sus hijos y violen a sus hijas–, o emprender el viaje a Estados Unidos a tratar de conseguir asilo. En Panamá no se ven estos actos inhumanos, por lo que deberíamos sentirnos afortunados.

¿Y tu familia?

Tengo una increíble esposa y dos hijos maravillosos. Un varón de 16 años y una señorita de 23. Mi hijo, Brandon Peluffo, es bilingüe, y mi hija, Meredith Peluffo, habla inglés, español y turco.

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