La historia del 'gargantazo' y de la frase 'desde ya'

Actualizado
  • 30/07/2021 00:00
Creado
  • 30/07/2021 00:00
En estas líneas, el autor relata a través de un análisis los hechos del 30 de julio de 1982
Paredes era consciente de que los escritos de Guillermo Sánchez Borbón estremecían al país. Eran muy leídos, muy leídos. El general retirado destaca que la medida fue pareja. No solo se mandó a cerrar La Prensa, también se actuó contra los diarios afines y financiados por el Estado.

Con Noriega hubo una frase que siempre repetiré. La dijo el exministro encargado de la presidencia Manuel Solís Palma en un mitin político en el distrito de San Miguelito: “Aquí manda el general, obedece el presidente.” ¡Los civilistas demócratas no podían creer que de los labios del otrora opositor del Molirena saliera esa frase rastrera! ¡Como lo leen... así pasó! Eran los momentos en que al general le serruchaban el piso. Su fuerza cada vez era menor.

Eso ocurrió en 1988, en el mes de octubre, creo. Resulta que seis años atrás, en 1982, otro general impuso una frase que también se recuerda: “Se cierran los medios, desde ya”. Rubén Darío Paredes no se andaba por las ramas a la hora de demostrarle al país quién mandaba. Luego de pocos meses de haber asumido el control, provocan la renuncia del coronel Florencio Flores. Lo presionaron para que se fuera con la excusa de que había cumplido los 25 años reglamentarios en el ejército. Por jerarquía le correspondió al coronel Flores asumir el mando luego de la muerte de Omar Torrijos en un supuesto accidente de aviación aquel 31 de julio de 1981.

A Flores no le interesaba el rejuego politiquero. Tampoco pensaba asumir el cargo de general. Su prioridad era trabajar por el desarrollo y progreso de la nación y darle valor a la promesa de Torrijos de replegarse a los cuarteles. Dicen los expertos que esta posición no cayó bien en la gente que estaba detrás de él. Muchos tenían hambre de poder y esa fue la razón para que lo sacaran.

Lo otro que se mencionó fue que durante el efímero mandato de Flores, el presidente de turno Aristides Royo pudo ejercer la magistratura de la patria como se debe. Fue uno de los pocos espacios en que Royo pudo gobernar como lo tiene que hacer un presidente. Esto tampoco gustó a los militares, quienes desde aquel 11 de octubre de 1968 le demostraron a la nación y al mundo dónde se concentraba el poder real de la República.

Con este panorama se comienza a cocinar la salida forzada de Aristides Royo. Primero se da la renuncia del coronel Florencio Flores y meses después, el 30 de julio de 1982 se produce el “gargantazo”.

Es el momento en que un mandatario pone como excusa ese fenómeno para irse del Ejecutivo. Así lo cuenta Roberto Díaz Herrera, el coronel que estimuló los ánimos para que el pueblo se levantara aquel 6 de junio de 1987. Dice Díaz Herrera que ese 30 de julio de 1982, Paredes lo invita a él y a Noriega a realizarle una visita al presidente Royo. “En ese momento no sabíamos el motivo de esa iniciativa de Paredes”, destaca Díaz Herrera. Una vez en el Palacio de las Garzas, Royo invita a desayunar a los ilustres personajes. No hubo mayores protocolos, ni muchas palabras. Así, a secas y de forma escueta, Paredes le pidió la renuncia a Royo. A los pocos segundos se marchó con Noriega dejando el resto del trabajo al coronel Roberto Díaz Herrera. “Qué situación más embarazosa para mí”, recuerda Díaz Herrera. El tema de la renuncia estaba servido en la mesa. La incomodidad que sentía Díaz Herrera no era para menos. Royo aprovechó para hacer lo que le pedían, pero, solicitó, con mucho respeto, le permitieran irse de embajador a España por los lazos sentimentales que le unían a ese país. Hay que recordar que su amada esposa, ya fallecida, era española. Roberto Díaz Herrera no le vio mayor problema a la petición. De repente le dice: “¿Señor presidente, y qué motivos o circunstancias pondrá usted como causal de la renuncia?”. Fue una pregunta interesante y la verdad que por esos tiempos el mandatario tenía problemas con su aparato fonador medio. Así surge la razón del porqué se le conoce como “gargantazo”.

Según me narra el propio Rubén Darío Paredes y refiriéndose a ese pasado indica: “Hace un par de días, antes de dar el paso de renunciar a un presidente, se conformó un comité asesor y de seguridad. Durante las conversaciones con ese grupo se planteó el tema de ¿cómo reaccionaría el pueblo y el partido político de Royo frente a esa iniciativa?”. Expresa Paredes: “Ocurre así René, ocurre así René, entre amigos sin ambages, sin ocultar nada. Ya los tiempos pasaron y lo actuado en ese instante poquito más, poquito menos, fue de esta manera. Te cuento que si volviera a vivir ese momento, quizá hubiera procedido igual si las circunstancias fueran las mismas. Si tú vas en un país a liderar un cambio de presidente o un golpe también, tú tienes que tomar las medidas de precaución. Tú no puedes llegar de lleno y hacer un cambio sin tomar las medidas para que el movimiento o el acto de ese cambio no se te convierta en un bumerán, y como una víbora de repente salte y te muerda. Entonces, el sentido común te indica que tienes que tomar las medidas de seguridad para que se dé el cambio con la menor consecuencia posible de reacciones violentas.

No era la intención de ese movimiento la aplicación de la fuerza en caso de que se hubiese dado una reacción o brotes populares o fuerzas contrarias a lo actuado. Vistas las cosas así, cuando tú estás inmerso en un movimiento de esa clase, una de las medidas a tomar era evitar un movimiento de masas que nos llevara a repeler esa acción”. Según el general Paredes, las acciones se dieron debido a recomendaciones, aunque no rehúye la responsabilidad de aprobarlas. “¡Estamos hablando de la renuncia forzada de un presidente y eso no es cualquier cosa!”, resalta. Según el general retirado ellos eran conscientes, en ese momento, de que Aristides Royo no era un gobernante que poseía un gran liderazgo, pero, se tenían que tomar las previsiones. Uno de los acontecimientos que más le llamó la atención fue observar que al pueblo no le dio ni frío ni calor la salida de Aristides Royo, lo que prueba los análisis del grupo que lideraba.

“Entre las medidas de precaución están los medios de comunicación. El control de los medios de comunicación. Entonces, ese factor en la orden de operaciones, porque hicimos un orden de operaciones, decidimos poner en pausa el periódico La Prensa, sobre todo porque estaba en un momento fulminante; estaba fuerte”. “Lo que más le preocupaba al grupo asesor, era el impacto de la columna de Guillermo Sánchez Borbón, la cual se publicaba en La Prensa con el título 'En pocas palabras', sostiene Paredes.

En aquellos tiempos era curioso observar que al final de cada columna este escritor ponía la frase: “La tuya”. En un ejercicio periodístico pregunté a mis colegas si conocían el porqué de ella. Pocos atinaron, en ese momento, a responder. Y es que Sánchez Borbón sabía que los militares le mentaban la madre cada vez que terminaban de leer 'En pocas palabras'. Así también debió pasar con los altos dirigentes civiles del Partido Revolucionario Democrático. De allí la razón de “La tuya”.

Paredes era consciente de que los escritos de Guillermo Sánchez Borbón estremecían al país. Eran muy leídos, muy leídos. El general retirado destaca que la medida fue pareja. No solo se mandó a cerrar La Prensa, también se actuó contra los diarios afines y financiados por el Estado. Hablamos de lo que producía Editora Renovación, ERSA. “Entonces decidimos controlar los medios de comunicación, y para que no se viera algo muy directo contra La Prensa, involucramos también a todos los medios”.

En el próximo capítulo hablaremos de las reformas constitucionales de 1983.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus