Educación: la base para prevenir el riesgo delictivo

Actualizado
  • 18/12/2021 00:00
Creado
  • 18/12/2021 00:00
Es necesario cambiar un sistema educativo colapsado que sigue basándose en estructuras del siglo XX para generaciones del siglo XXI
El núcleo familiar y la educación son fundamentales para disminuir la criminalidad.

Ahora que he tenido la oportunidad de estudiar y formarme como analista de conductas para perfilar criminales, me he dado cuenta de dos detalles en particular: 1) ¡qué complicada es la mente humana! y 2) hay animales que son más piadosos que muchos seres humanos.

Panamá, como muchos otros países, no escapa de la estela de consecuencias que la pandemia ha ido dejando en la sociedad, no solo en el aspecto de salud y psicológico, sino también en el aspecto social y económico.

El país ha tenido un aumento alarmante en los casos delictivos y, aunque los estamentos responsables de combatirlos insistan en decir lo contrario, la realidad es que en las calles existe un aire de inseguridad. ¿Por qué se ha dado este aumento? Puede que sea debido al T.R.D (triple riesgo delictivo).

El triple riesgo delictivo básicamente es la combinación de tres factores, a veces aislados uno de otros, pero en esencia serían: 1) por naturalezas patológicas, 2) por necesidad y componentes sociales y 3) por tentación (especialmente cuando no hay certeza de castigo).

¿Qué hace que una persona sea tipificada como criminal?, sorprendentemente no es aquel que comete un delito o un crimen contra la ley, sino aquel que tiene una conducta grave que atenta contra otros y rompe con los estándares sociales establecidos, de ahí el término “antisocial”.

Regresando al triple riesgo delictivo, cuando hablo de naturalezas patológicas me refiero a componentes psicológicos que pueden formar o deformar, según sea la patología, a un individuo para que cometa un delito. Estas pueden ser: psicopatías, sociopatías, estados psicóticos, esquizofrénicos, alucinógenos, paranoides, adicciones, disfunciones hormonales, parafilias (conductas sexuales distorsionadas) como pedofilias, pederastias, fetichismos, masoquismos, sadismos, solo por mencionar algunas y en este factor, créame, la lista puede ser muy larga.

Si hablamos de los componentes sociales o necesidades puntuales, no es posible afirmar que las privaciones económicas, culturales y sociales experimentadas por los individuos deriven inevitablemente en la delincuencia. Pero está bien establecido que muchos de los antisociales más activos y violentos proceden de barrios deteriorados con desorganización social y altas tasas de delincuencia, desempleo, padres u otros familiares disfuncionales y que también han cometido delitos o porque han experimentado una crianza carente de atención y control, sumado a que tienen amigos antisociales y que su escolarización o formación en el hogar carece de moral, ética e integridad para que sean modelos a seguir.

Por último, por lo que se refiere a las oportunidades para delinquir, probablemente no puede afirmarse que todas las personas expuestas a tentaciones estén igualmente dispuestas a cometer delitos. Sin embargo, los estudios de criminología ambiental informan de que existe una relación directa entre: mayores oportunidades delictivas con mayor delincuencia y las de menores oportunidades delictivas con menor delincuencia, más aún, cuando no hay certeza de castigo inmediato.

Cuando se conjugan componentes que no atentan contra la vida misma del que actúa y está seguro de que habrá cero castigo, entonces la persona se aventura a “probar” dicha experiencia, haciendo de esta una acción repetitiva que satisface una curiosidad antisocial en particular.

¿Qué hacer?

Primero, definir cuál de los tres factores es el que afecta en mayor grado y directamente a una sociedad y, una vez determinado, buscar soluciones inteligentes y de largo plazo para erradicarlos.

Segundo, cambiar drásticamente un sistema educativo colapsado que sigue basándose en estructuras del siglo XX para generaciones del siglo XXI.

Las huelgas, las instituciones tercas y profesores poco preparados que no quieren crecer profesionalmente en conocimientos y en las últimas tendencias educativas, no pueden ser parte de este engranaje.

Tiene que haber voluntad en todas las partes involucradas.

En este factor, tenemos que salvar urgentemente el núcleo familiar, un núcleo destruido y que cada vez más se hunde por la falta de valores, ética y moral, en especial porque la educación comienza desde el hogar.

Tercero, ¡tiene que haber certeza de castigo! Las impunidades, los amiguismos convenientes, las negociaciones bajo la mesa, los juega vivos y acciones legales dilatorias sin consecuencias deben acabar de una vez por todas, para que los responsables de actos antisociales paguen.

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