Los horizontes de Zachrisson

Hasta el 15 de enero próximo se mantendrá, en el Museo de Arte Contemporáneo, la obra retrospectiva del artista panameño Julio Zachrisson, una obra que hunde sus raíces en las filosofías indígenas americanas, muestra el compromiso político del artista, deslumbra por su carácter innovador y divierte por su irreverencia
Su obra atrapa con sus líneas sugerentes, sus personajes grotescos y su sentido del humor tierno y picaresco a ratos.

Un artista entre dos orillas. Ya el nombre sugiere territorios distintos, horizontes distantes y nostalgias que hunden sus raíces varias décadas, porque el viaje artístico y vital que empezó a mediados del siglo XX el pintor, grabador y escultor panameño Julio Zachrisson, lo llevó primero a México y luego a Italia, para encontrar en Madrid, en 1961, el lugar donde desarrolló su producción artística.

“Un artista entre dos orillas” es la exposición que, desde agosto de 2022 y hasta el 15 de enero de 2023, llenará los espacios del Museo de Arte Contemporáneo de Panamá para mostrar “la retrospectiva más completa hasta el momento” de Zachrisson (Panamá, 1927- España 2021), quien dedicó cinco décadas de su vida al desarrollo de una obra plástica, gráfica y escultórica que atrapa con sus líneas sugerentes, sus personajes grotescos y su sentido del humor tierno y picaresco a ratos; punzante y estremecedor, en otros.

Zachrisson estudió dibujo y grabado en México en los años cincuenta del siglo XX y allí estuvo expuesto al importante movimiento muralista. Tal vez de allí surja esa obra suya con tan fuerte compromiso político, como la serie dedicada a la guerra de Vietnam, la serie que llamó “Guanahaní, 12 de octubre de 1492” –en la que reivindica lo indígena y coloca al colonizador, visualmente hablando, minúsculo e insignificante-; y la obra “Panamá, 20 de diciembre de 1989”, sobre la invasión de Estados Unidos al país centroamericano.

Pero Zachrisson es político en más de un sentido. Como buen artista, su obra revela un ojo atento a la realidad circundante y a la cotidianeidad. En su serie “Los Habitantes”, por ejemplo, dibuja a personajes rutinarios –un cura, un hombre de negocios, un loco- en ambientes sombríos y con gestos que infunden miedo, como una manera –quizá- de retratar el hartazgo y la decadencia humana.

La exhibición incluye obras de escultura.

Su lado más juguetón se revela en su obra de corte erótico, en la que aparecen brujas y monos en aquelarres; sus grabados y óleos que sugieren personas entregándose al amor físico; y también en sus personajes circenses, protagonistas a su vez de bellísimas animaciones digitales realizadas por Cine animal, que también forman parte de la exposición.

Hay en la tarea de recorrer las salas de un museo una suerte de experiencia existencial. Es inevitable: el arte es una conversación íntima entre el artista y la persona que mira su trabajo. El gozo consiste precisamente en detenerse ante un grabado que grita fuego o risa; ante un óleo que muestra la muerte como si fuera apenas un viaje al país de las maravillas; o frente a sus esculturas fabricadas “con materiales y en formatos muy modestos, de forma precaria, artesanal casi, con ternura”.

Eso tiene la obra de Zachrisson: que es grandiosa y modesta a la vez. Que se burla de sí mismo. Un hombre que a sus 70 años se sabe más cerca de lo inevitable y dibuja esqueletos con sonrisas que son muecas, fraternizando con dos seres conectados por sus trazos. Desde joven ha dibujado y pintado escenas de dicha, juerga y erotismo, y con siete décadas encima sigue recreando fiestas… Pero con la muerte rondando.

La exposición de obras escultóricas también merece un comentario. Si bien es modesta y artesanal, como dice el programa de mano, no por ello es menos cautivante: con ella el artista recreó en tres dimensiones varios de los personajes plasmados en sus grabados y pinturas, y es hermoso poder apreciarlos desde todos los ángulos para embrujarse en lo que, seguramente, son los ojos de aquellos seres amorfos realizados en madera, cerámica o hierro.

Záchrisson incursionó en el dibujo, el grabado y la pintura.

La muestra retrospectiva concluye con un documental corto dirigido por el cineasta, también panameño, Abner Benaim, que constituye un retrato íntimo del maestro y de su esposa Marisé, en el piso que compartían en España. El corto es imprescindible; no se vaya sin mirarlo. Los 30 minutos de proyección permiten entender con más profundidad la exposición y, sobre todo, al hombre que revela sus preocupaciones y alegrías, así como las historias detrás de su trabajo.

Información importante

MAC Panamá. Museo de Arte Contemporáneo. Calle San Blas, Ancón.

Horario: De domingos a miércoles, de 10 a.m. a 5 p.m. Jueves a sábados, de 10 a.m. a 8 p.m. Lunes cerrados.

La exhibición se presenta hasta el 15 de enero de 2023.

Teléfonos: +507 262-3380/6598-0014.

Costo de entrada: Gratuito para nacionales. $5.00 para extranjeros.

Julio Zachrisson y su esposa Marisé
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