A Colón en crucero, y en bicicleta a Panamá

Los alemanes toman las bicicletas que un equipo de operarios ha dispuesto en filas en los estacionamientos de isla Flamenco. Antes fueron transportadas en un camión desde el puerto de Colón 2000, después de ser desembarcadas del crucero Aida Luna.

Ellos llegaron en buses de Aventuras 2000 y enseguida deslumbrados por el escenario de la calzada de Amador, que corta el mar y une las islas Flamenco, Perico y Naos. Comienzan a pedalear participando de una imaginaria regata con un gigantesco barco cargado de contenedores que se propone entrar en el Canal de Panamá.

¡Wao qué gira turística! Sobrepasa todas las expectativas. Siguen por la vía ciclística muy segura y a su derecha ven las torres de cristal, acero y cemento de la ciudad de Panamá. Pedalean contra la brisa marina, el sol alumbra todo. Los guías hacen paradas reparadoras hasta que llegan al muelle de Amador, se detienen y bajan, y desde ese mirador observan el Puente de las Américas y cómo la nave de hace un momento pasa por debajo de su arco de acero.

Los cruceros alemanes adornan el calendario de llegadas del puerto de Colón 2000. Aproximadamente son dos cruceros por temporada, que llegan dos veces en cada mes. Comienzan en el mes de noviembre, cuando empieza el invierno en Europa, y terminan en el mes de marzo.

En total son aproximadamente 20 llegadas de cruceros Mein Schif 1 de la línea TUI cruises y de los Aida Luna y Diva relacionada con Carnival Cruises. Ambos superan los 2,500 pasajeros, y sus figuras son imponentes.

Los itinerarios son de 15 días; los turistas llegan en chárters aéreos a destinos de República Dominicana o a Montego Bay, Jamaica. Recorren Limón, en Costa Rica; Colón, en Panamá; Cartagena, y otras pequeñas islas.

En Panamá es el Canal su principal atractivo, pero las giras ciclísticas son muy populares. Atraen a más de 50 aventureros, entre gente joven, madura, hombres y mujeres. También la hacen en Cartagena, pero la de Panamá es muy comentada.

Después de dejar la Calzada de Amador, los turistas en sus bicicletas montañeras y en su scooters eléctricos toman la cinta contera 3, y otra vez el asombro se asoma en sus rostros. Son los jardínes con sus variados árboles, las vías de bicicletas que los llevan a un tramo marino espectacular para después entrar a un sitio de ensueño. Llegan al Casco Antiguo pedaleando, y admirados con sus muestras arquitectónicas.

La Plaza de la Catedral con su iglesia milenaria, el hotel Central, el edificio municipal, y el del Museo del Canal reciben a los ciclistas. Raspados, sombreros Panamá, tiendas de artesanías y restaurantes acogen a los ciclistas. Panamá es así, asombrosa, y con distancias tan cortas que facilitan visitar dos orillas de mar, la del Caribe y la del Pacífico, en un mismo día.