El costo de dar cariño

Actualizado
  • 09/10/2014 02:00
Creado
  • 09/10/2014 02:00
El mantenimiento mínimo de una casa de Aldeas Infantiles SOS supera los $39 mil dólares anuales. En el país hay 64 casas.

Teresa Sánchez nunca ha estado embarazada, pero ha tenido cerca de 25 hijos. Ella sabe muy bien lo que es trasnocharse por una fiebre alta, correr al hospital por una fractura y hasta atender citas escolares por problemas de conducta. Tal y como lo hace cualquier buena madre. Esa experiencia la ha obtenido a lo largo de los 15 años que lleva laborando como mamá en las Aldeas Infantiles SOS.

Un día la señora Sánchez vio un anuncio que decía que se necesitaba de personal para la atención de niños y jóvenes. Fue a la entrevista. Y allí ocurrió algo que nunca se había planteado como proyecto de vida, ser madre de varios niños.

Pero ingresar al grupo no fue tan fácil como lo cuenta a primera voz. Tuvo que pasar por dos años de capacitaciones, que incluyeron preparación psicológica, aprender administración del hogar y otros estudios necesarios para atender a niños y jóvenes que han sufrido situaciones desafortunadas (abuso físico, sexual o emocional, etc.).

La madre Teresa recuerda que muchas veces dijo que renunciaba (no aguantaba más). Era muy joven en aquella época, mas pese a lo complicado que resultó, decidió quedarse y ya no piensa en el retiro. Hoy tiene en mente a los niños que la esperan en casa. Esa residencia en la aldea es su otro hogar.

Ya está acostumbrada a levantarse muy temprano —‘antes que los niños’, aclara— para prepararles el desayuno, y luego pararlos de la cama. Tiempo atrás, debía luchar un poco para que abrieran sus ojitos, ya no, solo con encender la luz ellos entienden que es hora de soltar las sábanas para ir a la escuela.

LA VIDA DE NIÑOS

Es que cuando un infante es acogido en esta institución, debe llevar una vida adecuada. Si estaba en la escuela, la debe continuar y si no, ahí se ocupan de inscribirlo en alguna entidad educativa. Solo en educación básica y reforzamiento escolar se gastan 375 dólares anuales por casa (tienen 64 casas, lo que suma unos $240,000).

Una vez los pequeños se embarcan en sus busitos colegiales (uno de los rubros más altos, según explica Militza S. Franco, directora de Desarrollo de Fondos y Comunicaciones), esta madre se debe ocupar de los demás quehaceres, que pueden ir desde reprogramar una cita médica o ir a buscar el resultado de algún laboratorio. En salud, por casa se gastan cerca de quinientos 79 dólares. Algunos niños toman hasta cinco medicamentos para controlar alguna condición que tengan; y como sus padres pierden los derechos legales sobre ellos, tampoco tienen cabida en la atención en el Seguro Social.

De hecho, estos niños y niñas, aunque tengan buenos promedios escolares, ni siquiera tienen derecho a la beca universal, explican los voceros de Aldeas Infantiles SOS. Esto se debe a que como son casos legales abiertos, los tutores pierden la guarda y custodia; razón por la que son enviados a estos sitios ‘que se deben sostener por donaciones’, señala la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENNIAF).

Si la ciudadanía se empatiza con la labor que realizan estos lugares, es que madres como Teresa, cuentan con un presupuesto que deben manejar con responsabilidad; que alcance a cubrir todas las necesidades dentro de sus casas, que van desde ir al supermercado hasta buscar reforzamiento escolar.

A la señora Sánchez también le toca ir al mall con sus pequeños cuando necesitan un calzado y para adquirir los uniformes al inicio del año escolar. Lo mismo hacen sus vecinas con sus hijos, como en cualquier barrio del país.

EL VÍNCULO SIGUE

Cuando los jóvenes cumplen la mayoría de edad, la situación se torna un poco difícil. Ya no pueden estar en la aldea, pero no son desamparados. El modelo familiar continúa, pero ahora sin madres que los levanten a desayunar. Estos chicos pasan a comunidades juveniles, donde también reciben techo y alimento, hasta pasaje para ir a la universidad.

La meta de Aldeas es entregar individuos productivos a la sociedad. De sus programas han salido abogados, músicos, médicos e ingenieros.

Igual que en una gran familia, cuando estos hombres y mujeres tienen dominio de sus vidas, no se olvidan del hogar que los vio crecer. Las madres reciben visitas de sus hijos adultos, quienes ahora ya tienen su propia familia.

Hacer que un niño o niña que ha sido abusado de distintas formas supere esos maltratos y asuma una vida sana no es una tarea sencilla, explica Teresa. Ella y sus colegas han asumido el reto y el amor lo dan de gratis, mas la crianza sí tiene un precio monetario que se debe saldar.

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