La fiebre que muchos quieren tener

Actualizado
  • 06/06/2014 02:00
Creado
  • 06/06/2014 02:00
Tras un largo reinado de la música electrónica el son tropical se vuelve a adueñar de la avenida. Los jóvenes panameños suben la temperatura

‘Quimbara quimbara quma quimbamba, quimbara quimbara quma quimbamba... Ee mama, ee mama’. La famosa canción de Celia Cruz suena mientras se entra en la discoteca Latitude 47.

Atrás, una fila de cientos de jóvenes esperan vestidos con pantalones cortos, camisetas sin mangas y zapatillas Converse. Lo digno para la ocasión.

Resulta ser que ‘Fiebre’ es el evento al que todos quieren asistir últimamente. La fiesta ‘Fiebre Neón’ empieza en la discoteca.

Miembros del grupo de La Tribu reciben a los parranderos, les colocan una cinta fluorescente o pintan con colores neones a los asistentes, accesorios que resaltaban en la oscuridad gracias a las luces especiales.

Después de someterse al ritual de La Tribu es momento de elegir en que rincón del recinto pasar la noche. Arriba está la tarima de donde arrojarán pintura a mitad de la noche (según dejaron ver los organizadores) y donde se encuentra la pista de baile, mientras que abajo están las mesitas, las que no pueden ser etiquetadas como impedimento a la hora de bailar la soca que pincha el DJ... como lo hicieron el sábado 31 que se realizó la última fiebre.

En la tarima se encuentran los Djs colocando la música característica de Fiebre. En el centro las parejas y grupos de amigos bailan al ritmo de ‘Mayonesa’.

Mientas más se acerca la madrugada más lleno está el lugar, las personas mueven las caderas. Bailar pegado a la pareja es incontrolable parece que los ritmos latinos los imantan.

Uno paso adelante, uno para atrás, la gente baila salsa, merengue, soca, disco, rock en español y cumbia a medida que transcurre la calurosa noche.

El reloj marca la 1:30 de la madrugada. Empieza lo esperado: la guerra de pintura. La tarima y la pista de baile ahora son un campo de batalla. Los victimarios están sobre las tablas apuntando hacia abajo. Las víctimas están en la pista, sin ánimos de sublevarse ante los pintorescos ataques. Los proyectiles líquidos salen de pistolas de agua. El pelotón ‘masacrado’ en lugar de huir, busca los disparos, celebran al ser heridos.

El bombardeo no es suficiente. Una murga se introdujo en medio de la multitud y empezó a tocar, haciendo que la gente se moviera con la música de los tambores.

Como cuando en un toldo tocan el ‘Mogollón’, los instrumentos foclóricos dieron fin a la noche de Fiebre. De a poco, con los cuerpos manchados y la ropa empapada, no de sangre sino de sudor, se retiran los ‘martirizados’ por los chorros de pintura.

CONTAGIADOS POR LA FIEBRE

Lo diferente que tiene el evento y el por qué es uno de los más gustados está en el tipo de música que colocan. Uno de los creadores, Martín Valero, expone que debido a la carencia de la música tropical y ritmos bailables en las fiestas de hoy, se creó el evento con estas mezclas particulares que le gustan tanto a jóvenes y adultos.

Martín Valore —un creativo de las artes gráficas— junto a Rolando Torrealba hace un año crearon estas fiestas, en las que Valore es el encargado de la imagen y Torrealba uno de los Dj del evento.

Los asistentes se encuentran en un escenario diferente, no es lo que se veía en las discotecas actualmente, y esa fue la idea al momento de hacer Fiebre, que los ritmos tropicales atrayeran a los jóvenes y que se vuelva una atracción donde ‘bailar pegado’ (uno de sus slogan) sea la obligación por la clase de música que colocan.

Fiebre no es solo una fiesta, los creadores quieren incentivar a la gente en el cuidado del medio ambiente y a seguir valores como la honestidad y el cuidado de los animales. También apoyan el talento nacional.

Para saber cuales son las próximas fiestas temáticas de ‘Fiebre’ debe ingresar en sus redes sociales. Esta es la única manera de promoción que utilizan los organizadores.

Como conclusión Valero describe la fiesta como un lugar para que la gente se divierte y escucha música original con buenas mezclas.

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