Natasha Dormoi: 'En Panamá tenemos una deuda con los jóvenes en la enseñanza de educación sexual'

Actualizado
  • 07/12/2021 00:00
Creado
  • 07/12/2021 00:00
La coordinadora de país de AHF Panamá dialoga sobre los estigmas hacia las personas con VIH, la importancia de trabajar en la prevención y la urgencia de impartir educación sexual integral para disminuir los embarazos en adolescentes
Dormoi tiene más de 20 años de experiencia en el campo de la cooperación internacional para el desarrollo.

“La sexualidad es algo inherente al ser humano, no podemos seguir viéndola como un tabú; debemos hablar este tema abiertamente para que los niños y jóvenes entiendan mejor su sexualidad. Ellos tienen que saber con claridad cómo se transmite el VIH, cómo se pueden proteger, cómo reaccionar ante situaciones de riesgo y cómo pueden obtener un condón cuando lo requieran”, expresa Natasha Dormoi, coordinadora de país de AHF Panamá, una oenegé internacional que trabaja en 43 países colaborando con los Estados en la respuesta nacional ante el virus de inmunodeficiencia humana (VIH).

Dormoi es panameña, licenciada en educación para la salud y máster en salud pública, con más de 20 años de experiencia profesional en el campo de la cooperación internacional para el desarrollo.

A lo largo de su trayectoria ha ocupado cargos directivos en agencias de cooperación internacional, como el Fondo de Población de Naciones Unidas (Unfpa) y la Agencia Canadiense para el Desarrollo Internacional (CIDA). Hoy trabaja AHF Panamá y desde su campo busca crear conciencia sobre el VIH y transmitirle el mensaje a la población de que sí es posible vivir con el virus.

En esta ocasión, Dormoi no solo habla del VIH y el sida, sino de la importancia de la educación sexual integral en los colegios, la prevención, del aborto y los embarazos en adolescentes.

¿Qué opina de la situación actual del VIH en Panamá?

La humanidad ha convivido con la pandemia del VIH y el sida por 40 años. Esta pandemia ha tenido un impacto económico y social en todo el mundo, y Panamá no escapa de esa realidad. Si bien el istmo desde la identificación del primer caso de VIH en 1984 ha realizado grandes esfuerzos e inversiones alcanzando algunos logros en la atención y abordaje del problema, aún tenemos algunas brechas y debilidades en las cuales debemos seguir trabajando. Diría que el logro más importante es que en Panamá el tratamiento antirretroviral es altamente efectivo, es universal y gratuito para todos. Gracias a este tratamiento las personas que viven con VIH pueden vivir una vida larga, saludable, como cualquier otra persona.

¿Persisten los estigmas hacia las personas con esta condición?

Sí, todavía en Panamá y en el mundo continúa el estigma y la discriminación hacia las personas con VIH. Considero que esto ocurre a causa de la falta de educación no solo en algunos sectores de la población, sino en aquellos que están llamados a atender a las personas con VIH. Por ejemplo, cuando analizamos la situación de las escuelas o las universidades encargadas de formar al recurso humano en salud, desde mi punto de vista no creo que se aborde el tema del VIH y el sida desde una perspectiva de derecho. Por otro lado, existe el estigma histórico que este virus y la enfermedad han generado sobre todo en aquellas comunidades y grupos que han sido mayormente afectados por el virus, donde las personas lo asocian con prácticas sexuales, con abusos físicos y con abusos de sustancias que no son aceptadas en la sociedad.

¿Cuáles son los principales desafíos en cuanto a atención y tratamiento?

La atención es un concepto mucho más amplio. Cuando hablamos de la atención del VIH, nos referimos a aspectos relacionados con la prevención y hasta la retención de la persona en ese tratamiento. En la actualidad hay un problema en los nuevos casos, ya que la incidencia no ha bajado como debería haber disminuido mediante la prevención primaria, es ahí donde experimentamos una falencia. No estamos educando lo suficiente a nuestros adolescentes y a todas las personas sexualmente activas sobre las consecuencias de no tener un comportamiento sexual responsable y seguro. Por otro lado, cuando entramos en la cascada de atención del VIH que pasa primero por el proceso de la detección, creo que ahí tenemos otra gran brecha. En Panamá, según cifras oficiales del Minsa y del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida (Onusida), se estima que en 2020 vivían 31,000 personas con VIH, de las cuales 19,000 conocen su diagnóstico, es decir que se han realizado su prueba y saben que tienen el virus, pero el resto (12,000) no se ha realizado el test. Para controlar el VIH y el sida en Panamá es necesario el diagnóstico oportuno y lo ideal es que se reciba tratamiento dentro de los 14 días luego de recibir ese diagnóstico. El tratamiento es efectivo ya que en dos o tres meses la persona logra bajar su carga viral a niveles indetectables. Avanzar en ese sentido hará que podamos bajar la carga de las nuevas infecciones, a través de la educación y la prevención.

¿Cuál es su apreciación acerca de las estrategias que se impulsan hoy para la prevención no solo del VIH, sino de otras enfermedades de transmisión sexual?

Hay varias campañas, pero no son sostenibles en el tiempo. Algunas se publican en fechas específicas, pero no están presentes a lo largo del año. Creo que hemos fallado en ser más inclusivos y permanentes en nuestro mensaje.

Usted se enfoca en temas de derechos humanos, derechos sexuales y reproductivos. ¿Cómo ve el escenario panameño en cuanto a la enseñanza de la educación sexual?

En Panamá tenemos una deuda con nuestros jóvenes en cuanto a la enseñanza de la educación sexual integral que debe otorgarse desde el colegio, el hogar y en la comunidad. La sexualidad es algo inherente al ser humano, no podemos seguir viéndola como un tabú, debemos hablar este tema abiertamente para que los niños y jóvenes entiendan mejor su sexualidad. Ellos tienen que saber cómo se transmite el VIH, cómo se pueden proteger, cómo reaccionar antes situaciones de riesgo o de presión de grupo o cómo tener a mano un condón cuando lo requieran y, en el caso de que no tengan la apertura en su hogar para hablar de estos temas, sepan a dónde acudir. Sabemos que recientemente el Ministerio de Salud aprobó unas guías de educación sexual, esto es un avance importante y esperemos que capaciten a los maestros y profesores para que se imparta una educación sexual integral efectiva.

Cifras del Ministerio de Salud detallaron que en 2020, unas 9,724 niñas y adolescentes se convirtieron en madres. Si tuviera que hacer una propuesta para erradicar esta cifra, ¿cuál impulsaría?

Esta cifra es lamentable porque esas adolescentes ven truncado su futuro. Aquí volvemos al punto anterior de la educación sexual integral que no solo debe otorgarse en las escuelas, sino en casa. Aunado a eso, el Estado y las instituciones llamadas a atender este tema deben darle las herramientas a estas jóvenes para que puedan protegerse, asumir ese compromiso con ellas mismas de cuidarse, independientemente de que su pareja quiera o no hacerlo. En ese sentido, es necesario que las mujeres se empoderen con respecto a su salud. También hay que tener a disposición la manera más eficaz para evitar un embarazo no deseado o cualquier ETS, como el VIH, mediante el uso del condón o preservativo; en este caso es obligación del Minsa tenerlos a disposición en su red de atención. Por nuestro lado, desde AHF distribuimos condones de forma gratuita, pero esto debería ser política pública del Estado.

Hoy vemos que mujeres feministas en la región y en Panamá impulsan luchas para decidir sobre su cuerpo, ¿está usted de acuerdo con el aborto?

Acerca de la lucha para decidir sobre su cuerpo, su sexualidad, rol reproductivo en la sociedad, creo que todo esto tiene que ver con los derechos sexuales reproductivos que se establecieron como concepto y como derecho en la década de 1990. Hoy todavía nos enfrentamos con situaciones en que las mujeres no tienen voz sobre lo que sucede con su cuerpo, entonces caemos de nuevo en la educación y la prevención. Las mujeres deberían, a partir de esa conciencia informada, poder decidir cuándo quieren empezar a tener relaciones sexuales o concebir su primer hijo y con quién procrearlo, porque al final es su cuerpo. En este tema me gustaría pensar como médico, y creo que para ellos el último recurso sería el aborto, creo que deberíamos llegar a eso si es prevenible porque el aborto es algo más invasivo que tiene riesgos, además de todas las connotaciones de valores y ética que la sociedad sigue enfatizando. Más allá de decir si estoy a favor o no del aborto, considero que en casos especiales de violaciones donde no hay otra alternativa para evitar un embarazo no deseado, sí estoy de acuerdo. Apoyo la prevención, la educación, la planificación familiar y el uso de métodos anticonceptivos. Un hecho preocupante son los abortos clandestinos desarrollados en ambientes inseguros. Este problema no es solo social, también es un asunto de salud pública que no podemos dejar de atender.

Usted cuenta con más de 20 años de experiencia en el campo de la cooperación internacional para el desarrollo, ¿cómo ve la alianza público-privada en Panamá a favor del impulso de iniciativas para la erradicación de los problemas sociales?

Veo este tema como una alternativa necesaria y viable. A lo largo de todos estos años en los que he trabajado con diferentes sombreros desde la cooperación internacional hasta un cargo directivo que ocupé en el Ministerio de Salud, he apreciado que a medida que Panamá ha ido creciendo económicamente, los recursos de la cooperación internacional se han visto reducidos considerablemente, entonces es claro que Panamá debe invertir como Estado los recursos necesarios para la atención de sus problemas y necesidades sociales. No podemos depender de la cooperación externa. Nosotros hemos recibido suficientes recursos, hemos desarrollado muchos proyectos de fortalecimiento de nuestras capacidades nacionales, entonces ya deberíamos estar en un plano donde el Estado tenga la capacidad de resolver sus problemas, y cuando me refiero a Estado no solo incluyo al gobierno, sino a las organizaciones de la sociedad civil y el sector empresarial privado. Esa alianza público-privada vendría a llenar el vacío que está dejando la cooperación internacional.

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