- 13/10/2009 02:00
LOS SANTOS. “El que esté interesado en avistar tortugas marinas puede venir a Panamá”, dijo Manuel Ramírez Umaña, director ejecutivo de Conservation Internacional, organización que aporta 15 mil dólares a un proyecto de conservación de la especie Lora ( Lepidochelys kempii ), en la Playa La Marinera en Guánico Abajo de Tonosí, en la provincia de Los Santos. Y es que más de diez mil tortugas marinas han arribado este año a este paraíso escondido.
El espectáculo atrajo a centenares de turistas nacionales y extranjeros el pasado fin de semana. Estudiantes, conservacionistas, biólogos, periodistas y amantes de la naturaleza fueron testigos del fenómeno natural.
Sábado por la noche. En lo alto, un cielo cubierto de nubes se adueñaba de la noche. El rugir de las olas anunciaba el aumento de la marea, que favorece la entrada de los quelonios Lora, única especie que llega en grupos a sus áreas de anidación.
Una cuadrilla de ocho personas, vestida con ropa oscura y luces rojas, recorrió en silencio los 750 metros de anidación de La Marinera, que ofrece un ecosistema óptimo para la reproducción de las tortugas dijo Argelis Ruiz, bióloga de Smithsonnian, “Ellas (tortugas) encuentran alimento, descanso, área para desovar y reproducirse en la playa”, continuó diciendo Ruiz.
La ansiedad se apoderaba de los sentidos. El deseo de ver los quelonios era intenso. De repente, tres pequeñas cabezas en el mar se asomaban. Llegaron las tortugas gritó un estudiante de la Universidad Marítima de Panamá. Tras ellas, muchas llegarían minutos más tardes. El espectáculo apenas iniciaba.
Todas las miradas estaban dirigidas hacia el mar. La primera salió del agua y empezó a morder la arena, buscaba un sitio húmedo y apto para depositar sus huevos. Al encontrarlo empezó a usar sus aletas como palas para cavar el nido. Una tras otras palada de arena hasta obtener el espacio suficiente para desovar sus huevos. Mientras desova, lágrimas, corren por sus ojos. ¿Será el dolor del parto? No.. simplemente son las glándulas lacrimales que le ayudan a mantener los ojos húmedos y libres de arena, dijo Jacinto Rodríguez, biólogo de la Autoridad de los Recursos Acuáticos de Panamá (ARAP).
Al terminar la misión cubre sus huevos con arena y los aprisiona con su cuerpo. Luego trata de camuflarlos lanzando arena a su alrededor.
Unas vez cumplida su misión vuelven a su hábitat natural. No sin antes haber sido pesadas, medidas e identificadas por los biólogos que llevan el proyecto de conservación en el sitio.
Pero, la lucha apenas empieza. Son muchos los riesgos que enfrentan antes de la eclosión. Los coyotes, mapaches, gallotes y cangrejos ermitaños husmean y buscan el momento perfecto para extraer los huevos y usarlos de alimentos.
Sólo el uno por ciento del total de los huevos, que puede ser entre setenta y cien, podrá alcanzar la madurez adulta, dice Rodríquez.
Además, hay otros factores que inciden en la reproducción de las tortugas y hasta podría llevarlas a desaparecer. El cambio climático y el hombre. Las altas temperaturas en las aguas igual amenazan la reproducción. Las especies buscan climas frescos para desovar.
Mientras que el hombre buscas sus huevos y carnes para alimentarse o venderlos.
Unos sesenta días demora el proceso de incubación. Tras este lapso nacen las tortugas e inician su carrera hacia el mar.
Veinticinco años más tarde las hembras regresan al sitio que las vio nacer para reproducirse.
El espectáculo se repite año tras año en dos playas en el pacífico del país: La Marinera e Isla Cañas. Miles de tortugas arriban, en una lucha incansable por sobrevivir, dijo Sotero Morales, inspector de la ARAP.