Los secretos de un cangrejo violinista

Actualizado
  • 22/09/2010 02:00
Creado
  • 22/09/2010 02:00
PANAMÁ. ¡Qué no hace un macho para cortejar a la hembra que le gusta! Le regala flores, chocolates; la invita a almorzar y hasta es capa...

PANAMÁ. ¡Qué no hace un macho para cortejar a la hembra que le gusta! Le regala flores, chocolates; la invita a almorzar y hasta es capaz de llevarle una serenata a su ventana, aunque no cante ni ‘los pollitos dicen pío, pío, pío’.

Esta forma de cortejo es algo normal en los humanos, lo curioso es que ciertos animales parecen imitar este comportamiento. Para algunos, la conquista de la hembra se ha convertido en todo un espectáculo, donde muestran sus mejores dotes físicas y hasta artísticas.

El cangrejo violinista, por ejemplo, inspirado en el romance que le provoca los ciclos de luna, sale en busca de una pareja que pueda satisfacer su instinto reproductivo y que le permita extender su especie. Pero no se va con la primera que encuentra. Es bastante selectivo para escoger a la que será la futura madre de sus crías. Él busca entre sus vecinas a una cangreja saludable y bien alimentada, que se traduzca en una buena nidada.

Si encuentra una que tenga los atributos que él requiere, entonces, allí emprende la conquista. No se mide para lograrlo. Hace hasta lo imposible para que ella caiga en su casita o bajo sus encantos. Ondea de un lado a otro —una y otra vez— las enormes tenazas que tiene, como para decirle con la pinza: ‘oye, ven, soy yo mismo, aquí estoy, acércate que ningún ave te ronda’. ‘Parece un violinista’ agitando el instrumento vigorosamente, explicó John Christy, científico del Smithsonian que ha publicado más de 50 artículos científicos con énfasis en el apareamiento, los ciclos reproductivos y la dispersión de las larvas del crustáceo.

El esfuerzo para atraer a la hembra hasta él es bastante grande. No sólo debe lograr que se sienta segura de salir de su cueva, convencida de que ninguna ave depredadora la ronda para hacerla su presa; además, debe competir con otros machos que con la misma estrategia de cortejo intentan caerle en plancha. Así es, mientras la cangreja se asoma a su madriguera para salir al encuentro de su macho, otros hacen esfuerzos para llamar su atención y robarle el mandado al cangrejo.

El macho que logra salir victorioso de este duelo recibirá su recompensa. La hembra premiará su osadía, se apareará y engendrará miles de huevos. Lo triste es que aquí termina el idilio. El macho se va por fuera y la hembra, lista para la foto, regresa a su madriguera o a la del padre de sus crías para cuidar a los embriones. Tras dos semanas, libera a las crías en el plancton de la marea alta nocturna. Así las aguas se llenarán de incontables larvas de cangrejos.

Existen más de cien especies de cangrejos violinistas en todo el mundo, de las cuales treinta y tres variedades habitan en las playas donde hay lodo y planicies arenosas, principalmente se encuentran en las costas del Pacífico de Panamá. Sin embargo, el desarrollo costero no planificado es la principal amenaza de este simpático crustáceo. Para evitar la pérdida de su población, Christy recomienda ‘mantener una porción de nuestras costas en su estado natural, con ríos sin represar y extensiones de bosques de manglar’.

Los violinistas son fáciles de observar en las playas. Sólo necesita un par de binoculares y la habilidad de sentarse sin moverse por unos segundos. Los crustáceos saldrán y mostrarán sus peleas, cortejos y su carrera por escapar de sus depredadoras, las aves playeras.

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