Murió el meteoro que hizo historia

Actualizado
  • 22/03/2013 01:00
Creado
  • 22/03/2013 01:00
ROMA. Pietro Mennea, fallecido ayer en Roma a los 60 años, pertenece a la estirpe de los atletas que en la cúspide de su carrera deporti...

ROMA. Pietro Mennea, fallecido ayer en Roma a los 60 años, pertenece a la estirpe de los atletas que en la cúspide de su carrera deportiva protagonizaron uno de esos momentos mágicos que jalonan la historia del rey de los deportes.

Dotado de un físico poco propicio para una carrera de 200 metros planos, Mennea compensó su inferioridad morfológica (un metro y 77 centímetros de estatura) con una potencia fuera de lo común en un cuerpo de torso reducido y largas piernas que movía más velocidad que sus contrincantes.

Su escasa corpulencia contrastaba con la de sus sucesores en el libro de los récords: Michael Johnson media 1,85 y pesaba 77 kilos, y Usain Bolt, 1,95 y 94.

ORÍGENES

Nacido en Barletta (sur de Italia) en 1952, Mennea coqueteó con el fútbol y con la especialidad atlética de marcha antes de comprobar, en un test de 80 metros que cubrió en 9.0, que estaba predestinado para hacer grandes cosas en el reino de la velocidad.

A las órdenes del maestro Carlo Vittori desarrolló una progresión asombrosa que le condujo, con 20 años, a la medalla de bronce olímpica en Múnich 72 pese a correr por la calle interior.

LA CÚSPIDE

Su gran día de gloria llegaría siete años después, en la Universiada de México en 1979, tras haber superado una crisis anímica que tres años antes le había puesto al borde de la retirada.

El 12 de septiembre de ese año, en la misma pista del estadio de la Ciudad Universitaria, Pietro Mennea escribió una leyenda del atletismo pese a que desde principios de año arrastraba una campaña renqueante, con una lesión en el muslo derecho.

En esos años, no se medían los tiempos de reacción al disparo de salida, pero ha quedado constancia de que Mennea ejecutó un viraje magistral en la curva (con un crono parcial de 10.34) y voló para cubrir el segundo hectómetro en 9.38.

Mennea cruzó la línea como un meteoro y siguió corriendo hasta detenerse a media curva.

Fue entonces cuando se giró para mirar el tablero electrónico que marcaba esos 19.72, extraordinarios.

El récord de Mennea permaneció 17 años imbatido, hasta que en 1996 Michael Johnson ganó las pruebas de selección olímpica estadounidenses con un registro de 19.66 y, seis semanas después, en el mismo estadio de Atlanta, conquistó el título olímpico con 19.32.

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