El cerrador recobra su importancia en el béisbol

Actualizado
  • 05/01/2017 01:00
Creado
  • 05/01/2017 01:00
Preservar una victoria es tan vital como quien la impulsa

Cuando el panameño Mariano Rivera tomaba la pelota desde el montículo por los Yanquis de Nueva York, las posibilidades de remontar una desventaja para el equipo contrario bajaban considerablemente.

Rivera no era infalible, pero sin dudas, los números hablaron siempre de su gran efectividad, y de como su equipo ganaba cinco veces la Serie Mundial, entre 1996 y 2007.

‘Apaga y vámonos' le dio al trabajo del cerrador la dimensión perfecta dentro del béisbol de las Grandes Ligas, un hombre frío que trabaja tranquilo, sin exagerados movimientos, y con un lanzamiento; la recta cortada, que era prácticamente imbateable por sus contrarios.

En el receso de esta temporada, Aroldis Chapman, Mark Melancon y Kenley Jensen obtuvieron casi sucesivamente los tres contratos más jugosos para un lanzador de solo uno o dos episodios cuando mucho.

El valor de los cerradores, a partir de Mariano Rivera, se ha incrementado a niveles sumamente altos, producto principalmente de la necesidad del béisbol moderno de mantener los brazos de los abridores lo más estables posible durante la larga campaña regular, y si se alcanza, la postemporada.

Por eso, tener a lanzadores capacitados para evitar carreras en los episodios 8 y 9 se haya convertido en una necesidad, y pagarles bien, en otra.

Si mencionamos aquí a Zach Britton, de los Orioles y a Andrew Miller, de los Indios, estaremos dentro de la época de los mejores relevistas juntos; inusual y paradógico, con tantos grandes abridores en el camino; quien cierra la puerta es tan importante en el béisbol como quien la abre.

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