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- 07/05/2025 00:00
De nuevo el clásico de la liga española se ofrece como el plato fuerte del menú internacional del fútbol para no perdérselo, este domingo a las 9:15 a.m., aunque el ambiente está impregnado de la duda de si se llegará al final de los noventa minutos sin que se interrumpa por una batalla campal entre los jugadores o contra el cuerpo arbitral, en el Estadio Olímpico Lluís Companys.
Es sabido que, si se trata de interpretar una partitura de juego excelsa, los dos equipos cuentan con intérpretes brillantes para ofrecer un duelo sinfónico que se podría recordar por mucho tiempo, pero las pulsaciones tienen al borde de un ataque de nervios al equipo blanco y ello alimenta la sospecha de creer que en cualquier momento pueda dinamitarse el partido.
Ayudan las circunstancias para elucubrar. Primero, el Madrid ha instalado un ambiente de persecución arbitral, respondiendo con comunicados y exposiciones negativas de los árbitros en los medios de comunicación del club, o afines a él, que desentonan con el perfil de una institución deportiva histórica líder en el fútbol profesional. A tal punto que una de las voces del madridismo más valoradas como es la de Jorge Valdano, ha expresado en su columna del diario El País, titulada “El Real Madrid y el riesgo del victimismo”: “No sostener el relato de la excelencia para recurrir al relato de la injusticia nos condena a un viaje desafortunado: de proyectar una idea de fortaleza a proyectar una de vulnerabilidad. Seguramente moviliza emocionalmente a muchos aficionados, pero erosiona el aura de invencibilidad que ha sido su marca histórica. El victimismo no solo tiene efecto en el imaginario colectivo, sino que se filtra en el vestuario con un efecto exculpatorio corrosivo. Una fuga de responsabilidad que es contraproducente para la hipercompetitiva cultura de la élite deportiva”, escribió Valdano el 2 de mayo, analizando la reciente final de la Copa del Rey perdida contra el Barcelona, con incidentes protagonizados por algunos jugadores merengues que empañaron el cierre del encuentro. Se nota que andan tensionados, el mejor retrato: los ojos desorbitados del defensa Antonio Rüdiger.
Por otro lado, aumenta la presión a esta altura el calendario, en el que se cita a cuatro jornadas de culminar el torneo. Una victoria madridista representa la oportunidad de redimirse ante la afición, al reñirle al Barcelona el último título de la temporada española, rompiendo igualmente una racha negativa de tres encuentros directos. El partido tiene ribetes de final al poder reducirles a los blancos la diferencia de cuatro puntos a solo un punto; actualmente Barcelona tiene 79 y Real Madrid 75, quedando luego del clásico solo nueve puntos aún por disputarse.
A eso se aferran los madridistas, a un triunfo que les permita mantener el pulso, confiando además en un posterior traspiés catalán, sumado al impulso colectivo emocional que significaría quitarse de encima la etiqueta de perdedores en los duelos directos de la temporada. De ganar el Barcelona, amplía su ventaja de cuatro a siete puntos, dejando prácticamente despejado el camino al título y aumentando la inconformidad de la afición blanca, que deberá girar la mirada para depositar las ilusiones del año en el Mundial de Clubes, a celebrarse a partir del 15 de junio en Estados Unidos. No es un bocado ‘dulce’ para digerir de inmediato.
Entre los tres partidos que le quedarían al Barcelona por afrontar, la agenda se les presenta a priori con mayor grado de dificultad que la del Madrid. Tiene de compromiso siguiente al R.C.D Espanyol ubicado en puestos bajos, sin embargo, por ser su acérrimo rival en la capital catalana, procurará y se sentiría halagado de darles un disgusto. Después recibe en casa al Villarreal, quinto en la tabla de posiciones, y en la lucha cerrada por los puestos que dan la clasificación a la próxima Champions League. Concluyen el calendario el 25 de mayo frente al Athletic de Bilbao, un partido complicado ante un equipo vasco que está en la cuarta posición peleando partido a partido, como el Villarreal, por los puestos europeos de la próxima temporada.
El Real Madrid le restaría recibir al Mallorca en el Santiago Bernabéu. Los mallorquines están décimos en un año con muchos altibajos. Luego, visitarían al Sevilla que lleva una campaña para el olvido, en la que han estado procurando evadir que les arrastren al descenso, y cierran en casa frente a la Real Sociedad en el onceavo lugar, regularmente un equipo que da batalla, accesible en los papeles.
Necesitan derrotar al Barcelona, aunque un empate podría verse como una deserción digna al título, aparte de que significaría el primer resultado positivo de la temporada contra los culés, quienes los han vapuleado desde el año pasado. Los derrotaron 4-0, el 24 de octubre de 2024, en el primer partido entre ellos de la temporada 2024-25; luego 5-2 por la Supercopa de España, el 12 de enero de este año, y 3-2 por la Copa del Rey el pasado 26 de abril. El empate les permitiría también cultivar la “ilusión” de que el equipo catalán pudiese ser atropellado en dos de los tres partidos que le quedan y el Madrid ganarlos todos para superarlos.
Es un encuentro de los que a veces en el argot popular del fútbol suelen denominar ‘envenenado’ pues, aparte de las consideraciones anteriores, se le suma el hecho de que el Madrid llega con una crisis interna en curso, al darse por sentado que el entrenador Carlo Ancelotti se irá del club al final del mes tras concluir la liga, lo cual tiende a propiciar inquietud en los jugadores en relación de cómo será su rol y el entendimiento a futuro con el nuevo entrenador, con posibles valoraciones y exigencias individuales distintas, en una plantilla de la cual se habla que tendrá renovaciones. Mientras, el Barcelona atraviesa por un periodo de estabilidad que da tranquilidad a sus jugadores de cara al partido, fortalecidos por un 2025 de franca recuperación en su valoración deportiva, y con una participación en la Champions League que ya superó la campaña de los últimos seis años.
El partido que se jugará en la capital catalana, con un Estadio Olímpico Lluís Companys al tope respaldando al Barcelona, deja abierta las preguntas: ¿cómo reaccionarán los jugadores del Real Madrid si se sienten superados en el juego y aparte perciben una decisión arbitral errónea o sesgada?; ¿si pierden los catalanes, reaccionarán con espíritu deportivo sabiendo que la liga les queda pendiente de un hilo sosteniéndose en un solo punto de diferencia?; ¿será otro día magistral de Pedri o Lamine Yamal?; ¿Courtois será la figura que mantendrá con vida al Madrid?; ¿Arda Güler se consagrará como la nueva perla merengue?. Barcelona- Real Madrid es uno de los clásicos más esperados y de mayor convocatoria, como tal, plantea siempre muchos interrogantes para especular, como mucha tela por cortar en opiniones encontradas antes y después de jugarse.