Las relaciones entre Marruecos y América Latina en la era poscovid: Panamá como puente intercontinental

  • 16/08/2025 00:00

Nací en el desierto, donde el calor abrasador del Sahara forja el carácter y templa el alma. Cuando llegué por primera vez a Panamá hace un par de años, algo extraordinario sucedió: el calor del clima tropical se fusionó con el calor humano de su gente, y mis sentidos se sacudieron al ver las palmeras que mecían sus hojas como las de mi tierra natal. En ese momento comprendí que no había viajado a un país extraño, sino que había llegado a casa de hermanos que nunca había conocido, pero que siempre habían estado ahí, esperándome del otro lado del Atlántico.

Esta experiencia visceral me llevó a entender que las relaciones entre Marruecos y América Latina trascienden la diplomacia tradicional. Estamos presenciando el redescubrimiento de vínculos humanos ancestrales que la historia había mantenido dormidos, pero que la era poscovid ha despertado con una fuerza transformadora.

Afinidades históricas: el alma andalusí que nos une

El Reino de Marruecos emergió de la pandemia con una visión continental revolucionaria bajo la dirección de Su Majestad el rey Mohammed VI: visualizar a América Latina no como destinos bilaterales aislados, sino como un espacio geopolítico integrado donde existe una hermandad natural basada en experiencias históricas compartidas.

Esta hermandad encuentra sus raíces en el patrimonio cultural andalusí que llegó a América a través de la colonización española. En las iglesias coloniales del Casco Viejo panameño, en los patios con fuentes de las casas tradicionales, en la música que mezcla influencias árabes y africanas, un marroquí reconoce inmediatamente los ecos de su propia cultura. Marruecos es el país del mundo árabe donde más se estudia y habla español: más de 90.000 estudiantes según el Instituto Cervantes, una realidad que no es casualidad, sino el reflejo de vínculos profundos.

La gira histórica de Su Majestad el rey Mohamed VI en 2004 a Brasil, México, Perú, Chile y Argentina constituyó el redescubrimiento formal de estos vínculos. Hoy, países como Brasil, donde Marruecos se ha convertido en el quinto socio económico en África y el mundo árabe, Chile con sus estrechas relaciones comerciales, y México con sus 353,7 millones de dólares de intercambio bilateral en 2020, demuestran que cuando existe entendimiento cultural, las cifras comerciales crecen exponencialmente.

Un ejemplo paradigmático de esta cooperación cultural es el VII Foro Científico Internacional “Entre Dos Orillas”, organizado desde Laayoune, en el Sahara marroquí, que reúne a académicos e intelectuales de Marruecos, México, España, Colombia y otros países latinoamericanos. Este foro envía un mensaje poderoso: el Sahara marroquí se posiciona como laboratorio de cooperación intercontinental, trascendiendo las fronteras tradicionales del Magreb para abrazar vínculos transatlánticos.

Panamá: corazón del corredor intercontinental

Durante mi estancia en Panamá, comprendí por qué este país de 4 millones de habitantes se ha convertido en el corazón natural del corredor África-América Latina que visualiza Marruecos. No es solo su ubicación geográfica o el Canal que maneja 470 millones de toneladas anuales y representa el 6 % del comercio mundial. Es esa capacidad única de los panameños para hacer sentir como en casa a visitantes de cualquier latitud.

Panamá es la puerta de Marruecos a América Latina y Marruecos es la puerta de Panamá para África. Este facto se materializó dramáticamente en noviembre de 2024, cuando Panamá suspendió las relaciones diplomáticas con la autoproclamada República Árabe Saharaui Democrática, decisión que el rey Mohamed VI agradeció como “sabia”, validando la fortaleza de los vínculos construidos a través de años de intercambio cultural.

La cooperación Panamá-Marruecos se concretó en junio de 2024 con la firma de una hoja de ruta para la cooperación bilateral entre los cancilleres Nasser Bourita y Javier Martínez-Acha Vásquez, durante la visita que efectuó a Marruecos el pasado mes de junio. El acuerdo entre la Zona Libre de Colón y Tanger Med Zone estableció el template para una nueva generación de cooperación logística intercontinental, especialmente relevante cuando la zona panameña busca revitalización tras una disminución del 40,2 % en transacciones entre 2012-2019.

Panamá funciona como plataforma de entrada hacia un continente de más de 650 millones de personas. Su éxito como hub mundial no radica solo en eficiencia técnica, sino en esa hospitalidad natural que permite que marroquíes, brasileños, colombianos o mexicanos se sientan inmediatamente bienvenidos. Esta es la verdadera fortaleza del modelo panameño: combinar infraestructura de clase mundial con calidez humana genuina.

Infraestructura como puente cultural

El complejo portuario Tanger-Med, con 3,5 millones de contenedores actuales y proyecciones de 9 millones para 2025, se ha convertido en el ancla africana de un sistema que conecta estratégicamente con los principales puertos latinoamericanos. Pero estos no son solo números: representan la infraestructura física de vínculos culturales profundos.

Cartagena, el puerto más conectado de América Latina según UNCTAD con 362,44 puntos, conecta con 850 puertos en 140 países y maneja 25 líneas navieras. Ubicado a solo 265 millas náuticas del Canal de Panamá, Cartagena comparte con los puertos marroquíes esa combinación única de eficiencia técnica y hospitalidad caribeña que hace que los negocios fluyan por confianza mutua, no solo por conveniencia económica.

Santos, en Brasil, con 309,06 puntos de conectividad, representa el éxito de la cooperación marroquí-brasileña donde el fosfato no es solo un commodity sino símbolo de confianza mutua entre países que comprenden la importancia de la soberanía alimentaria. El puerto de Callao en Perú, con 294,82 puntos, ofrece la ventana al Pacífico de esta red intercontinental de entendimiento.

El modelo Tanger-Med, que ha atraído inversión privada por más de 4.900 millones de euros y genera exportaciones superiores a 7.300 millones de euros, demuestra que las inversiones exitosas requieren comprensión cultural profunda del entorno donde se desarrollan. Las Tanger Med Zones, con 16 millones de metros cuadrados y proyecciones de 75.000 empleos, muestran cómo el desarrollo económico sostenible debe integrar dimensiones sociales y culturales.

El despertar poscovid: solidaridad entre hermanos

La pandemia reveló una verdad fundamental: la necesidad humana de solidaridad trasciende fronteras. Durante los momentos más difíciles de la crisis sanitaria, países africanos y latinoamericanos desarrollaron mecanismos de apoyo mutuo basados en genuina preocupación por el bienestar de pueblos hermanos, no en cálculos geopolíticos.

Panamá, que logró inmunizar al 84 % de su población, y Marruecos, que desarrolló estrategias exitosas de gestión sanitaria, compartieron experiencias de manera natural. El período poscovid aceleró procesos de acercamiento que en circunstancias normales habrían tomado décadas, coincidiendo la necesidad de diversificar socios comerciales con el redescubrimiento de afinidades culturales profundas.

Marruecos ha desarrollado presencia sistemática en organismos regionales latinoamericanos: es observador del parlatino, del Parlacen, del Parlamento Andino, y del SICA junto con China, España, Alemania, Italia, Japón y la Unión Europea. Esta participación demuestra que la cooperación Sur-Sur puede coexistir exitosamente con relaciones Norte-Sur tradicionales.

Proyecciones 2025-2030: la década del corredor África-América Latina

Basándome en lo observado durante mi estancia en Panamá, visualizo 2025-2030 como la década en que Marruecos consolidará un corredor África-América Latina funcional, con Panamá como nodo central. Las proyecciones apuntan hacia objetivos concretos:

El incremento del comercio bilateral Marruecos-América Latina de 2,000 millones de dólares actuales a 10.000 millones anuales para 2030. El establecimiento de tres conexiones aéreas directas: Casablanca-Ciudad de Panamá, Casablanca-São Paulo, Casablanca-Bogotá. El desarrollo de 5-10 proyectos de inversión conjunta en infraestructuras por valor superior a 2.000 millones de dólares. El intercambio de 1.000 estudiantes anuales en programas de cooperación académica que fortalezcan los vínculos humanos que fundamentan esta cooperación.

Sin embargo, más allá de cifras y proyecciones, lo que garantiza el éxito es ese factor que experimenté personalmente en Panamá: la facilidad natural con que africanos y latinoamericanos establecemos conexiones humanas genuinas. Esta afinidad cultural es el fundamento más sólido sobre el cual construir cualquier estructura de cooperación económica o política.

La cooperación Sur-Sur, cuando se fundamenta en vínculos humanos reales, tiene el potencial de transformar no solo las relaciones entre países, sino la forma misma en que entendemos la solidaridad internacional. El modelo Marruecos-Panamá ofrece un paradigma donde la eficiencia económica se combina con calidez humana, donde los puertos conectan no solo mercancías, sino culturas, donde los acuerdos diplomáticos reflejan afinidades genuinas entre pueblos.

El reconocimiento inmediato

Al reflexionar sobre mis experiencias en Panamá y observar el desarrollo de las relaciones entre Marruecos y América Latina en la era poscovid, concluyo que estamos presenciando el redescubrimiento de una fraternidad que siempre existió, pero que circunstancias históricas habían mantenido latente.

El calor del desierto del Sahara marroquí que me vio nacer se fusionó con el calor humano panameño bajo las palmeras que mecían recuerdos de mi tierra. Las cifras de Tanger-Med, los acuerdos comerciales, los marcos institucionales son importantes, pero son la superestructura de algo más básico y duradero: el reconocimiento mutuo entre pueblos hermanos.

En esta década de consolidación del corredor intercontinental, su fuerza no radica en capacidad técnica o importancia estratégica, sino en algo mucho más simple y poderoso: esa sonrisa de reconocimiento inmediato entre un marroquí y un panameño que se encuentran por primera vez, pero que, de alguna manera misteriosa y maravillosa, ya se conocían.

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