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- 23/01/2020 00:00
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Volvió la Copa del Rey en España. Y para los enfrentamientos por los 16avos de final del torneo, arrancaron los caminos de los gigantes del fútbol español (y mundial), el Real Madrid y el Barcelona. El azar del sorteo enfrentó a los dos colosos con modestísimos clubes de la Tercera División española.
Las series, a partido único, se juegan en estadios minúsculos y atípicos. Al Barça le tocó Ibiza, un destino que habitualmente no relacionamos con el deporte de élite, sino con pachangas, playas bellísimas y la más intensa vida nocturna.
El rival del Barça es casi un recién nacido: UD Ibiza fue apenas fundado en 2015, y por ser tan reciente y poco conocido en ámbitos futboleros, causó hace pocos días una grave, aunque hilarante confusión en los medios españoles. El programa 'Esport Club' de la cadena catalana TV3, mientras comentaba el partido, usó el logo de la discoteca Pacha, con sus famosas cerezas, en lugar del escudo del club.
Amadeo Salvo, presidente del Ibiza, no tardó en reaccionar y escribió en su cuenta de Twitter: “Hay más tontos que ventanas Esport Club y vosotros estáis entre los primeros. Para asociar al Ibiza con una discoteca al menos hay que tener gracia”.
Para la hinchada del Ibiza (al igual que para muchos clubes chicos) jugar contra una potencia en la Copa del Rey es una oportunidad única. Cientos de hinchas acamparon para conseguir una de las 4,500 entradas del estadio. Las existencias se agotaron enseguida, incluyendo las 40 que fueron robadas por dos encapuchados en las oficinas del club.
Por su parte, al Real Madrid le tocó un destino parecido. Su rival, el Unionistas de Salamanca, fue apenas fundado en 2013, a la sombra del UD Salamanca, equipo que cayó en el abismo de la quiebra y desapareció ese mismo 2013. Había tenido 90 años de existencia, 12 de los cuales habitó en primera división. Luego de la muerte del UD Salamanca, surgieron dos clubes que se disputaron la herencia deportiva del salmantino original. Uno, es el ya mencionado Unionistas, fundado por hinchas que fueron de puerta en puerta reclutando socios (y entre ellos consiguieron al legendario Vicente Del Bosque, entrenador de la España campeona del mundo). El otro se llama Salmantino.
En el estadio del Ibiza se añadieron gradas extra, hasta llegar a sumar una capacidad de 8,000 aficionados. Las entradas se disputaron con ardor, sin importar que Messi, Piqué y Busquets no hayan sido convocados para este enfrentamiento. Los jugadores confían en su campo de césped artificial como aliado esencial para acariciar con optimismo y ligereza la remota posibilidad de vencer a los azulgrana. En Salamanca, confiaban en el frío como elemento cómplice de los locales.
Durante la víspera del partido, se abrieron las puertas del estadio para que los aficionados lo recorrieran, haciéndose fotos para el recuerdo.
El Unionistas es un equipo especial. Es gestionado de manera colectiva por sus 3,000 socios quienes deciden desde el manejo económico, hasta el diseño de la indumentaria del club. El concepto lo define con claridad su presidente Miguel Ángel Sandoval: “Un socio, un voto”.
La junta directiva no recibe remuneración. El presupuesto se ajusta al límite de la deuda cero: si hay más gastos de lo aprobado, se pagan de sus propios bolsillos. El presupuesto anual, totaliza un millón de euros. Cada socio aporta 140 euros anuales. El resto surge de patrocinios, ayudas públicas y venta de merchandising.
Otra curiosidad de Unionistas es su identidad de “club homenaje”, como recoge el lema de su escudo: “In memoriam UDS”. En cada partido de locales, los hinchas recuerdan a la Unión Deportiva Salamanca, cantando el himno en un nostálgico ritual evocador.
Por unos días se discutió la posibilidad de jugar este partido en el campo del rival, el Salmantino, debido a su aforo que permite 17,000 espectadores. Muchas voces se alzaron en contra. La más clara fue la del vicepresidente del club, Javier Tejedor: “Queremos jugar en nuestro campo, donde hemos forjado nuestra historia”.
Y ya que hablamos de historia, la Copa del Rey tiene su origen en la que se llamó Copa de la Coronación (que festejaba la coronación de Alfonso XIII y se jugó una sola vez, en 1902).
A partir de 1903 se viene jugando como Copa del Rey, aunque su nombre ha sufrido numerosos cambios debido a los intensos vaivenes políticos españoles durante el Siglo XX. Entre sus identidades diversas, las hubo democráticas, como Copa del Presidente de la República o de un tóxico personalismo fascista, como Copa de Su Excelencia El Generalísimo.
Antes de la formación de La Liga, en 1929, este torneo funcionaba como un campeonato nacional en España. Los equipos calificaban a través de sus ligas regionales y al igual que la FA Cup inglesa (realmente la bisabuela de todas las copas europeas, y el torneo de fútbol organizado más antiguo del mundo) la Copa del Rey significó y aún hoy permanece como un espacio que alienta enfrentamientos inusuales o insólitos.
Un espacio que permite soñar a los más modestos y se configura como un territorio parecido a la democracia deportiva.