Luis Felipe Posso “Los clubes pequeños no van a poder pagar o van desaparecer”

Actualizado
  • 27/03/2020 06:00
Creado
  • 27/03/2020 06:00
El reconocido mánager deportivo da su visión del difícil momento propiciado por el coronavirus que impacta igualmente al deporte, su alejamiento del fútbol panameño y el proyecto al que quiere dedicarse plenamente

Luis Felipe Posso fue el principal abanderado, en la primera década de este siglo, del desembarco de la legión de jugadores panameños que arribó al fútbol colombiano dejando allí una huella ganadora y conformando igualmente la generación histórica que alcanzó la clasificación a la Copa del Mundo Rusia 2018.

Sueño americano. LLegó en 1983 a los Estados Unidos, de ser portero en un edificio pasó a representar los intereses deportivos de unos 150 atletas de 27 países.

El agente deportivo del que algunos en Colombia creían que era panameño, por la amplia carpeta de jugadores que representaba de este país, y en Panamá se le conocía por su procedencia cafetera (Buenaventura, 30 de enero de 1962), no le era sanguíneamente ajeno al istmo. De padre colombiano, Francis Posso, y madre panameña, Miriam Pino, se labró a pulso una formación académica en la Universidad de Nueva York que le posibilitaría luego crear su propia empresa desde la cual atiende hoy en Tampa, Florida.

Ya planea su retiro profesional por lo que ha comenzado a preparar a su hijo menor, Luis Felipe, para pasarle “la posta empresarial”. El motivo, según sus palabras, es dedicarse de lleno a la Fundación que ha creado con el propósito de “ayudar a jóvenes de todos los deportes a conseguir becas universitarias en los Estados Unidos o impulsarlos en la actividad profesional, porque cuando ayudo a un deportista veo el cambio en toda la familia”, solo entonces, afirma que será feliz. Conversamos con él vía telefónica.

Estudiabas administración de empresas y cambiaste a administración deportiva, ¿qué circunstancia te inclinó a hacerlo?

Vivía en Nueva York, trabajaba, estudiaba, era atleta. En esa época mi sueño era tener una compañía de pinturas, tenía una pequeña y soñaba con una grande pintando los edificios de Nueva York, al mismo tiempo ayudaba a atletas que venían de Colombia, México y Brasil a correr maratones en la ciudad. Se quedaban en mi casa, los llevaba a las competencias los fines de semana por el solo placer de entrenar y estar con ellos.

Hubo un momento, estaba con tres atletas para un campamento en el verano del 87', cuando uno de ellos, Silvio Salazar, un gran atleta, me dijo: “Estoy muy apenado porque comemos mucho, usted va al supermercado cada dos días, tengo en Italia un mánager al que le pago el 10% y se lo quiero pagar a usted”. Le dije: “No, tranquilo, Silvio, no te preocupes”, pero eso me puso a pensar; vivía relativamente bien con mi salario, tenía dos trabajos: era portero de un edificio en Manhattan y en el otro pintaba apartamentos o hacía de subcontratista para pintarlos. Luego me di cuenta que necesitaban a alguien más que les ayudara, un manager, por eso me enfoqué en la administración deportiva.

¿Empezaste como portero de un edificio?

Sí, fui portero por varios años en un edificio de gente de dinero, es una buena profesión, se gana bien; hay un sindicato de los porteros de Manhattan que es fuerte, se llama las 32BJ. Los porteros tienen buenos salarios, prestaciones, abogado, médico y muchas cosas. Trabajaba de lunes a viernes, los fines de semana podía ir a las carreras de atletismo por los Estados Unidos y podía estudiar también. A veces trabajaba de día y estudiaba de noche o a la inversa.

¿Qué panorama esperas cuando el deporte regrese, 'digamos', a la normalidad?

Es un momento difícil y todos vamos a sufrir de alguna forma. Creo que los jugadores de fútbol, sobre todo los que están en los grandes equipos, van a sufrir menos que los otros, los que están en clubes pequeños, a estos no les van a poder pagar o los clubes van a desaparecer, tomarán decisiones muy drásticas.

Los grandes clubes tienen dinero en sus arcas, patrocinadores, dinero por la televisión, cierto soporte, algunos jugadores podrán llegar a ciertos acuerdos porque ganan mucho, el bajarse el salario no les va a afectar; sí se la va a afectar a los jugadores que ganan dos mil, mil o incluso menos, que al dejar de ganarlo por varios meses lo van a resentir.

En el caso de los atletas igual, los grandes con contratos de las compañías de zapatos o incluso con otras compañías etc., tienen la seguridad de que van a recibir esos pagos pero no van a recibir pagos por competencia, su segunda entrada. Tengo atletas que debían asistir a 100 eventos programados en este semestre, solo han ido a 4 eventos, no les pagarán ni por participar, ni por bonificaciones.

Es muy triste, hablamos de cientos de atletas en su mayoría africanos, cuyo sustento viene de competir y no van a poder competir este semestre y contaban con esas entradas. .

Infantino, el presidente de la FIFA, dijo buscando el lado positivo, que la suspensión va a permitir reformar el fútbol eliminando algunas competencias y evitando el desgaste físico de los jugadores, ¿estás de acuerdo?

Definitivamente, estas han sido unas 'vacaciones necesarias' para muchos. Le pongo un ejemplo: uno de los jugadores que represento, Wilmar Barrios, desde el año 2016 tuvo por primera vez un mes de vacaciones este invierno, porque entre los Juegos Olímpicos, Copa América, partidos eliminatorios de la Selección Colombia y sus clubes (anteriormente en Boca Juniors y ahora el Zenit), no había parado; no puede seguir un deportista año tras año sin tener unas vacaciones verdaderas porque propicia las lesiones, muchos terminan su carrera antes de lo previsto.

¿Cómo llegó el nombre del Panamá futbolístico a tus oídos?

De Nueva York me vine para la Florida, compré la franquicia de Los Ciclones de Tampa Bay, un equipo de la segunda división, mi hermano Sebastián siempre me reclamaba que no tenía jugadores panameños; me burlaba, le decía que allí había boxeadores y beisbolistas, él insistía que había fútbol.

En el 2000, Sebastián me invita a ver un partido entre Panamá y México (16 de julio) por la eliminatoria mundialista. Panamá pierde 1-0, México les hace el gol como en el minuto 85, vi buen fútbol, buenos jugadores, una afición, el estadio estaba lleno de rojo. La gente sale a celebrar, no entendía y mi hermano me dice: “Es que normalmente México nos mete 5 o 6 y esta vez les hicimos partido hasta el final”.

Con Marílson Gomes dos Santos, dos veces ganador de la Maratón de Nueva York, y Ronaldo da Costa, recordista mundial de maratón en Berlín 98'.

Me di cuenta de que todos los jugadores eran mayores de 30 años, no eran jugadores para exportar. Entonces Sebastián me dijo que en enero de 2001 venía la eliminatoria mundialista sub-20, que tenían jugadores muy buenos en esa categoría y era verdad. Desde allí empieza mi periplo con Panamá. En ese mismo año empecé a llevar los jugadores panameños a Colombia

¿Cómo fue la llegada de los primeros jugadores a Colombia?

Una anécdota. Llevo tres jugadores a Medellín, para incorporarlos al Envigado FC: José Luis Garcés, Gustavo Mercado y Felipe Baloy, yo no estaba allá, alguien los recibió. Llegué como a la semana, voy al hotel y pregunto, me dicen que están en la habitación 201 y 302, me dicen “se los llamo”, y les dije que no. Subí, toqué la puerta de la 201, salió Gustavo Mercado dormido, y le dije: “Hola qué tal, con quién está”, “con Pistolero que está durmiendo”, me contestó. Llámalo y bajen para que hablemos le dije. Fui a buscar a Baloy a la 302, lo encontré en una banca haciendo pesas y la primera pregunta que le hice antes de saludarlo fue: ¿Oye, dónde conseguiste esas pesas?, “un man que está aquí en el hotel me las prestó”, me dijo. Ese es Felipe Baloy, disciplina y dedicación.

Baloy debutó en el Envigado a los cuatro meses, pasó luego al Independiente Medellín, fue figura allí, después en Brasil estuvo en Gremio de Porto Alegre, Atlético Paranaense, y luego llegó a México donde fue figura y terminó con un gol en el Mundial. Ese gol de Panamá lo viví y lo celebré muchísimo, porque a una mayoría de ese grupo que estuvo allá, de alguna forma le ayudamos a crecer unos años antes.

Después seguirían Gabriel Gómez, Juan Ramón Solís, Nicolás Muñoz, Ricardo Pachal, Gabriel Torres, Román Torres, si le sigo mencionando… son muchos. Sacamos más de 50 jugadores a prueba entre el año 2001-2010, tanto a Colombia como al otro lado, a Europa.

Felipe Baloy, Gabriel Gómez y Blas Pérez con Felipe Posso, el empresario de una época significativa del fútbol nacional, acompañado de amigos y familiares.
Hace unos años le comentaste al colega Campo Elías Estrada, que estabas decepcionado del jugador panameño, que lo habían inflado, ¿ha cambiado tu percepción?

Básicamente sí, creo que la prensa panameña infló a los jugadores, a sus padres y a sus clubes, como le dije yo llevé a más de 50 jugadores panameños a Colombia, Perú, Uruguay, México, Estados Unidos y para ellos ir a una prueba era algo bueno, pero después de 2010 todo cambia, los jóvenes ya decían: “¿Prueba? ¿Qué prueba voy a ser yo?”, y los papás peor: “¿Cómo así que mi hijo va a hacer una prueba?”.

Recuerdo un jugador: Jorman Aguilar, salió de Ciclones, una escuela que tuvimos en San Miguelito, y le pagué los costos al Río Abajo para que pusiera a todos los jovencitos de Ciclones, seis que eran titulares en la Selección Sub-17. Esos jóvenes no solo jugaron en segunda división sino que ganaron el título y subieron a primera; pero cuando lo logran, tanto a los jugadores como a los padres se les suben los humos. El papá de Jorman me trató mal cuando le dije que estaba pensando llevarlo a una prueba en Colombia o Argentina, me dijo: “¡Mi hijo no está pa' pruebas”, cuando tenía 17 años y apenas estaba empezando en el fútbol. Así pasó con muchos otros padres y algunos jugadores; hay muchos jugadores argentinos, uruguayos, paraguayos, colombianos que desean y van a hacer pruebas motivados.

Hay talento pero necesitan mejorar su fútbol, como lo hizo toda esa generación de la que salieron jóvenes que fueron paso a paso y llegaron lejos. A los jugadores panameños les falta formación táctica; tienen técnica, fuerza, son pícaros, rápidos, pero necesitan conocer los secretos de su profesión.

¿Ves el fútbol panameño?

Veo poco, dejé de ver fútbol panameño y a las Selección por varios años, al principio iba a todos los torneos, disfruté con los triunfos de la Selección. Hace años que no he ido, pero mantengo algún contacto con Baloy, Blas, con Sebastián mi hermano y otros amigos, espero volver a ver a algún jugador interesante en el fútbol panameño para darle una oportunidad de salir a jugar fútbol profesional y ojalá al estrellato.

Sueles utilizar la frase “Querer es poder”, ¿basta con ello?

No, hay que tener cierto talento pero si a ese talento se le pone las ganas de querer, todo es posible, no hay límite. He conocido muchos casos, solo un ejemplo, el brasileño Marílson Gomes dos Santos, dos veces ganador del Maratón de Nueva York (2006,2008), venció contra los pronósticos a todos los africanos que son los 'chachos' del atletismo. Sí claro, querer es poder. Estoy convencido de eso.

PALABRA EN JUEGO
Una apuesta

A Blas lo llevamos primero a Envigado, luego a Centauros, de la división B en Colombia. No le pagaban, le prestaba dinero, entonces comenzó a hacer goles y le puse una tabla mediante la cual cada vez que hacía 5 goles yo le daba un millón de pesos (en la época 370 dólares aprox.) y me cobró un billete largo porque terminó goleador con 29 goles, récord de goles en la B, casi me arruina (risas).

Un jugador

José Luis Garcés Rivera, a mi concepto el mejor jugador panameño que he visto, si hubiese tenido disciplina tuviera que haber sido una figura internacional. Deslumbraba a los técnicos y se regresaba porque quería estar en la casa, en la esquina con los amigos, con muchos problemas todo el tiempo. No firmó con Gremio de Brasil por sus problemas judiciales, pero cuando quedó libre al día siguiente lo llevamos al Nacional de Montevideo y quedó campeón.

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