Panamá vs. Canadá, ¿el partido que no vale la pena ver?

Actualizado
  • 30/03/2022 00:00
Creado
  • 30/03/2022 00:00
El cierre de la octogonal se presenta intrascendente ante una selección canadiense pletórica de alegría por su clasificación; los canaleros podrían encontrar una oportunidad de reconciliación con la afición
La Selección de Canadá llega pletórica celebrando la clasificación a un mundial después de 36 años de ausencia. Un buen presagio también de cara al mundial 2026 donde serán coanfitriones del certamen.

Ante Canadá, el conjunto que ha marcado con paso firme la eliminatoria en Concacaf clasificándose inapelablemente para Catar 2022, la Selección de Panamá pretende hoy –en el cierre formal de su participación– ofrecer un partido que le permita dejar en la afición un recuerdo que la asocie con los mejores momentos de buen fútbol que alcanzó en algunos encuentros de la competición.

La despedida de Panamá –que comenzó haciéndose notoria y amarga después del empate 1-1 ante Honduras y fue ya un hecho irreversible después del apabullante 5-1 que le propinó Estados Unidos, el pasado domingo– tiene en su último adiós, esta noche, el pedido de directivos, cuerpo técnico y jugadores, a la fanaticada: “Terminemos unidos, porque volveremos más fuertes”.

Una consigna impulsada para que, con su presencia, la afición valore el trabajo realizado buscando una mirada condescendiente y de apoyo en perspectiva, hacia los compromisos venideros: Copa Oro, Liga de Naciones, el Mundial 2026, categorías menores, etc.

Aunque una victoria ante los canadienses no variará la tabla de posiciones, en la que Panamá terminará en el quinto lugar, derrotarlos es un propósito para los jugadores tanto por pundonor deportivo, como por la calidad y el momento del rival.

Al último compromiso en el Rommel Fernández, la Selección de Panamá le quiere dar trascendencia con el mensaje: 'Terminemos unidos, porque volveremos más fuertes'.

Aunque ya está inscrita entre los 32 participantes del máximo certamen del fútbol mundial, la selección de “la hoja de maple” busca terminar con los mejores números en el liderato de la octogonal.

Es también un reto para el entrenador Thomas Christiansen, ante la posibilidad de que una buena exposición del onceno canalero, con un resultado halagador, mitigue en algo la honda pena de la eliminación.

Christiansen sí, Christiansen no

El debate que se abrió sobre la continuidad de Christiansen tras la eliminación, corresponde a la lógica del resultado adverso. Hasta el 24 de marzo no era temática pues el rendimiento del equipo lo posicionaba entre los cuatro primeros, con una regularidad en el cuarto lugar que hacía ver que Panamá llegaría a este partido con Canadá, con las opciones abiertas y el repechaje intercontinental accesible; lo cual sumaba adeptos, más que oponentes.

La balanza era a favor de Christiansen, con presagios de ampliarle el crédito hasta el 13 o 14 de junio cuando en el partido único en Doha, la capital de Catar, se participase en los repechajes; en los cuales el clasificado en cuarto lugar en la Concacaf ha de enfrentar al ganador hoy del duelo entre Nueva Zelanda e islas Salomón. En los papeles, un contendiente con un nivel que se podía superar.

Con Panamá fuera, se abrió entonces el debate en algunos espacios deportivos, medios de comunicación, redes sociales, etc., sobre si se amerita su permanencia, involucrando de paso igualmente la evaluación de la gestión a los directivos de la Fepafut postmundial Rusia 2018.

Una controversia a la que no es complicado atizarle el fuego, pero que también podría aportar juicios rescatables para encarar el futuro, siempre que se haga bajándole efervescencia al momento y al duro desencanto del alma futbolística, para evitar anclarse en una posición netamente negativa. En los juicios evaluativos, hay algunos elementos que deberían ponerse sobre la mesa.

El camino andado

Thomas Christiansen llegó a la dirección técnica de la Selección como la apuesta novedosa después que la dirigencia panameña se fuera en un claro fly con el nombramiento del entrenador argentino Rubén Américo 'Tolo' Gallego.

Se decantaban esta vez por el entrenador danés, no sin resistencia de una parte del medio futbolístico, el cual consideraba a Julio Dely Valdés el entrenador apto por experiencia, empatía con los jugadores y haberle recuperado en su periodo de interinato (después de Gallego), un nivel de juego extraviado con el argentino.

El europeo era un entrenador desconocido en el medio, sin experiencia en el continente americano y con un conocimiento del fútbol panameño solo de oídas.

Afrontó con seriedad y dedicación el desafío en un recorrido que por la mediana calificación panameña en el ranking, obligaba a Panamá a jugar una primera ronda como cabeza de serie en el grupo D, junto con cuatro selecciones del Caribe. De ganar, el grupo disputaría una segunda ronda de dos partidos con el ganador de otro de los grupos. El vencedor accedería al octogonal.

Ganó el grupo D invicto, pero con altibajos en el juego del equipo que reflejaban su aprendizaje de la región, como igualmente por su intención de consolidar una selección integrada por un grupo que incluía una cuota novedosa de jugadores. Disputó la segunda ronda ante Curazao a la que superó aquí 2-1 y le empató allá 0-0, en un sufrido encuentro en el filo del dramatismo, haciéndose con el derecho a participar en la octogonal.

La participación en la Copa Oro, antes de afrontar la octogonal, mostró a una selección panameña con un concepto más definido en las pretensiones de juego por las que abogaba Christiansen; entre ellas pressing alto, dinamismo y un juego ofensivo más vertical.

En la octogonal encontró su plantel base; tuvo un rendimiento del equipo con picos altos hasta diciembre y un bajón significativo en la obtención de resultados en el último y decisivo tramo eliminatorio de este año.

Sumar y restar

Cualquiera que sea la decisión, se deberían ponderar ciertos aspectos que se percibieron desde afuera como avances en la consolidación de la selección; entre ellos una mayor estructuración del cuerpo técnico producto del conocimiento europeo aportado por sus integrantes.

En la parte del rendimiento físico se vio a la selección con un alto perfil; se dio un seguimiento pormenorizado de los jugadores en los respectivos equipos en los que juegan, tanto dentro como fuera del país; además, se aportó al análisis de entrenamientos y partidos a través de herramientas, como la filmación constante de ellos, y hubo un trato respetuoso con la prensa, entre otros puntos positivos.

En relación al estilo de juego se debería buscar seguir consolidando la propuesta esgrimida de un juego más dinámico, que continúe acorde con la tendencia mundial, pero este se debe reforzar con una mayor cuota de propuesta defensiva. Una de las carencias notorias en este proceso de Christiansen ha sido que a la selección le han anotado con mucha facilidad, costándole enormemente mantener la portería en cero.

Tanto la selección de Canadá como la de Estados Unidos se han abrazado a esta tendencia. Claro, para ellos ha sido alcanzable por inversión, infraestructura, desarrollo deportivo, etc. Sin que sirva de excusa principal, de evasiva, se debería apuntar que también algunos jugadores de la selección, cuya participación es trascendental, no estuvieron en esta fase gozando de su nivel más alto, ni en sus equipos ni en la selección, como lo habían alcanzado hasta el cierre del año pasado. Agregar pros y contras a la continuidad de Christiansen puede hacer la lista muy larga.

El partido de esta noche contra Canadá, con nada ya de aspiraciones en disputa y al que no pocos aficionados manifiestan no querer ver, podría incidir con su resultado para marcar el termómetro del debate sobre si se debe continuar o cambiar de entrenador.

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