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- 19/11/2014 01:00
Un trallazo desde fuera del área de Firmino dio la victoria (1-2) a una selección brasileña gris, que ofreció más oficio que buen fútbol ante una combativa Austria.
Este sexto amistoso del Brasil de la nueva era de Carlos Dunga -tras el fracaso del pasado Mundial- quedará en las estadísticas como el primero en el que encajó un gol, un penalti transformado por Aleksandar Dragovic en el minuto 75.
Austria planteó un partido intenso y físico, con la idea de presionar las líneas de pase brasileñas y aprovechar la velocidad de sus extremos. Los europeos salieron con tal ímpetu que tras una saque de falta de Zlatko Junuzovic el delantero Rubin Okotie palmeó el balón a la red como si de un jugador de voleibol se tratase. Las jugadas más peligrosas de la primera mitad fueron austríacas, especialmente por la hiperactividad del extremo Marko Arnautovic por la izquierda. En el minuto 15, Diego Alves tuvo que despejar de puños un córner muy cerrado tras una jugada por la izquierda.