Notas de un jugador doce

  • 27/10/2025 17:28
Ese furor en media cancha por parte del equipo contrasta con una postura en la línea ofensiva que no marca los goles con la selección canalera, mientras que, en sus clubes, son goleadores

La evolución del fútbol en Panamá ha sido grande. Desde mundiales en categorías formativas del jugador, hasta conquistar la región centroamericana con el juego de toque y estilo. Un sentimiento que siente respaldo al ver, en mi barrio Nuevo Arraiján, las llamadas birrias, de las cuales en algún momento fui parte. Este estilo, lejos de no gustarme personalmente, creo que no es efectivo en los resultados.

Y no soy quién para criticar, pero miro objetivamente cada jugada, y me causa indignación seguir ese “libro” de toque y no de garra, a pesar de un resultado no favorable. Jugadores con una definición alejada de la portería, y que sufren por una defensa lenta. Me causa rabia el contraste en los partidos, por las varias jugadas a gol por parte de los canaleros —todas falladas— y el recibir, en una sola jugada contraria, un gol.

No quiero pensar que estos jugadores no sienten el peso de la camiseta, y por otro lado, defienden su estilo y emoción a costa de la causa del árbitro. O peor: considerar la actitud mediocre de todo un equipo al pensar en clasificar a un mundial a costa de otros resultados. Considero que la hinchada ya debe poner un alto a este círculo vicioso, y no ir a los partidos, para ver si sienten que los partidos se ganan no con juego bonito, sino con corazón.

Ese furor en media cancha por parte del equipo contrasta con una postura en la línea ofensiva que no marca los goles con la selección canalera, mientras que, en sus clubes, son goleadores. Otro tanto acontece con la decisión táctica de no realizar cambios, o de improvisar, a sabiendas de los horrores al definir y ser contundentes.

A falta de dos jornadas, no quisiera que mi selección canalera vaya al repechaje, o que no clasifique a otro mundial por culpa de seguir ese chip que es bueno para torneos cortos, pero no para una eliminatoria de Concacaf, y menos para el estilo de los jugadores centroamericanos.

Finalmente, considero la actitud de la prensa deportiva demasiado alabadora de logros individuales, y no de los colectivos del equipo. Algunos de estos periodistas, con una actitud nada objetiva, pareciera que mezclaran el humor callejero con los análisis de los partidos. Hoy, urge reestructurar el libreto. Nada ético sería perder otra oportunidad mundialista por no dar ese empuje final y reservarse la garra para los últimos minutos de los partidos venideros.

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