Un buen estudiante, tranquilo y algo introvertido, que fue monaguillo y empleado en un supermercado antes de alcanzar la fama. Esos son algunos retazos...
- 21/12/2014 01:00
La posibilidad de que Cuba compita en los Juegos Olímpicos de Río 2016 con un equipo nacional unificado podría ser una realidad si los nuevos aires que soplan en el Gobierno de la isla se extienden a su atletismo.
Quizás la más dolorosa realidad del deporte cubano es que cuenta con varias figuras entre las mejores del mundo y no puede disfrutar de sus triunfos porque ellos decidieron emigrar y con eso perdieron la posibilidad de representar al país en futuras competencias.
Este año el atleta de 110 metros vallas Orlando Ortega fue el cuarto más rápido del mundo con tiempo de 13.01 segundos y en 800 metros Yeimer López terminó décimo con 1:43.71, pero ninguno de los dos irá a los Juegos Panamericanos de julio próximo por no estar alineados con la política deportiva de Cuba.
Son dos ejemplos que, como Dayron Robles, campeón olímpico de 110 metros con vallas en 2008, se fueron porque deseaban vivir en otra parte.
Hubieran querido seguir en el equipo de Cuba, pero no los dejaron.
La historia de los campeones cubanos residentes fuera del país comenzó con su primer campeón olímpico, Ramón Fonst, esgrimista que se educó en Francia y con el uniforme de Cuba ganó medalla de oro en los Olímpicos de París 1900, triunfo que repitió en San Luis 1904.
Es una realidad similar a la de muchos países, pero desde que entró al poder en 1959 el Gobierno de la isla no aceptó tener campeones que ‘coquetearan’ con el capitalismo.
No te pierdas nuestras mejores historias