Planes en EEUU: ¿Funcionarán?

Actualizado
  • 06/03/2009 01:00
Creado
  • 06/03/2009 01:00
En Estados Unidos, una recesión que comenzó a finales del 2007 y a la que todavía no se ve fin, y un sector financiero que no está cumpl...

En Estados Unidos, una recesión que comenzó a finales del 2007 y a la que todavía no se ve fin, y un sector financiero que no está cumpliendo su función de otorgar crédito son los principales retos a corto plazo en el frente económico y financiero.

Ya se ha diseñado y aprobado un paquete de ayuda fiscal en tiempo récord, y las nuevas directrices del plan financiero. Ambas son buenas noticias, pero con matices.

El plan fiscal de 786 billones es el mayor en la historia de EEUU (exceptuando el plan de inversión en infraestructuras de Eisenhower en los 50). Tiene un poco de todo: por un lado, recorte de impuestos (algo más de un tercio) y gasto público; y por otro lado, medidas de corto y de largo plazo.

Las medidas de aplicación rápida van a permitir amortiguar la recesión. Las de mayor plazo pueden permitir sentar las bases para un gasto sostenido en el tiempo que se extienda más allá de 2010 y que pueda aumentar la productividad en el país, si consiguen que la política pública abra espacios a una mejor educación y un mejorado sistema sanitario, por no hablar del uso de energías renovables. En el Presupuesto que acaba de presentar en el Congreso, Obama propone aumentar significativamente la inversión en estos tres pilares.

Regresando al plan fiscal de recuperación, si bien hay notas negativas, como el poco apoyo de los Republicanos, hay que notar que dos tercios del plan se podrían ejercer antes de mediados de 2010.

Más dudas ha generado el anuncio del plan financiero por parte del Secretario del Tesoro. El plan tiene puntos fuertes porque sienta las bases para una acción menos errática que la ejercida hasta el momento porque ataca varias partes del problema al mismo tiempo.

En primer lugar, plantea determinar de manera homogénea entre entidades el tamaño del agujero en el balance de los bancos, generado por los activos tóxicos y por el impacto cíclico en la morosidad.

En segundo lugar, plantea un plan con tres líneas de acción. Reforzar los programas existentes para otorgar liquidez para la generación de nuevos préstamos, incentivar que el sector privado pueda ayudar a retirar los activos tóxicos de las entidades; y seguir inyectando capital a los bancos. Además, se van a dedicar $75 billones para reducir los pagos mensuales de las hipotecas y reducir los embargos.

Pero tiene también puntos débiles que justifican las dudas que ha generado el plan, y que parten de la ausencia de detalles sobre la implementación de varias de estas líneas de acción, lo que contrasta con los mensajes previos del Secretario del Tesoro sobre la necesidad de actuar de manera decidida y rápida para atajar el problema.

Mientras conocemos más detalles, esto solo se puede valorar haciendo supuestos. Supongamos que el plan para evitar los embargos pone un suelo a la valoración de los precios de la vivienda y permite que el precio de los activos con subyacente hipotecario suba de precio, o al menos deje de caer, reduciendo el riesgo de pérdidas.

Más allá de las dudas que se despejarán en las próximas semanas o meses, nada de esto va a impedir que la recesión continúe en 2009, pero sí puede ayudar tanto a minimizar el impacto del deterioro cíclico a partir del segundo trimestre del año en Estados Unidos, como a sentar las bases para que tras el necesario ajuste del sector financiero, la recuperación sea más sostenida hacia delante. La historia ha enseñado cómo actuar, y la nueva administración parece decidida a no pecar de timorata. Ojalá sea así. Y que el Congreso les acompañe.

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