Las finanzas del Trump

Actualizado
  • 28/10/2012 03:00
Creado
  • 28/10/2012 03:00
PANAMA. Cuando Erick Trump tomó el avión que lo traería la semana pasada a Panamá, le llamó la atención que la revista a abordo tenía en...

PANAMA. Cuando Erick Trump tomó el avión que lo traería la semana pasada a Panamá, le llamó la atención que la revista a abordo tenía en su portada una fotografía de la ciudad que mostraba el Trump Ocean Club Panamá.

‘Es como un ícono’, dijo. En efecto, el primer hotel de la cadena de Donald Trump fuera de Estados Unidos ha sido punta de lanza para el turismo panameño.

La impresionante estructura de 72 pisos, cuya construcción costó más de $400 millones ha sido publicada en las mejores revistas que promocionan al país como destino turístico.

Aunque los cimientos de su estructura son fuertes, sus finanzas no lo son. Los estados financieros a junio de este año reflejan una pérdida de $19.8 millones.

FRANQUICIA

Cuando Newland International Properties anunció la construcción del edificio, en 2006, bajo la franquicia Trump la economía mundial vivía una realidad muy diferente a la actual. Sin embargo, fue uno de los pocos que logró concretarse. Otros proyectos que se construirían en Panamá, como el Palacio de La Bahía, Los Faros y el Ice Tower se quedaron en el camino.

El contrato de Newland International Properties con la empresa Trump incluía el pago de $1 millón por la utilización de la marca.

Roger Khafif, presidente de Newland, aseguraba que su ventaja era que ya contaba con el financiamiento y un alto porcentaje de aparatamentos colocados en preventa.

En noviembre de 2007, la empresa emitió bonos corporativos por $220 millones para captar los fondos necesarios para al construcción.

Con el estallido de la crisis financiera del 2008, la cotización de lo ‘bonos Trump’, llegaron al 50%. Faltaban casi tres años para la construcción y había un 60% del inventario prevendido por lo que la situación no preocupó a los ejecutivos de Newland International Properties.

‘Nadie va a perder su abono de 30%’ aseguraba Khafif. A medida que la torre se levantaba el empresario sostenía que se había vendido cerca del 90% de las unidades y los clientes habían abonado el 30% del costo. Este porcentaje se había pagado en cuatro partes 5%, 10%, 10% y 5%. El último abono se realizó en mayo de 2010, entonces solo cuatro personas se habían retrasado. Pero la calificadora de riesgo Fitch Ratings no estaba tan confiada y rebajó la nota de los bonos alegando que los problemas mundiales afectarían la liquidez del proyecto.

La situación financiera internacional no marchó al ritmo de la construcción del Trump Ocean Club Panamá. Poco antes de que el proyecto fuera entregado los clientes empezaron a recibir las cartas para completar sus pagos, lo que provocó que un grupo vendiera sus propiedades para tratar de recuperar sus abonos.

En el camino la empresa Trump adquirió la administración del hotel, pero quedaba pendiente la concesión del casino que estaría ubicado en la parte más alta del edificio.

En febrero de 2011 se empezaron a entregar las primeras unidades y para julio de ese año, Donald Trump inauguró el Trump Ocean Club Panamá. Un fuerte torrencial empañó el evento y los accesos al edificio fueron cerrados debido a las inundaciones.

En noviembre de ese mismo año se tenía que hacer el primer pago, por $31.4 millones de dólares, a capital, a los tenedores de bonos. Un mes antes de esta fecha Newland informó que había contratado los servicios de la firma Gapstone para llegar a un acuerdo con los inversionistas y reestructurar la deuda ya que no podían pagar.

REACCIÓN

Fitch y Moody’s respondieron bajando nuevamente la calificación de los bonos por el temor que la compañía cayera en impago. Llegó la fecha y oficialmente los bonos cayeron en incumplimiento, mientras que Newland aseguraba que continuaba con las negociaciones. Durante el proceso, en dos ocasiones, la mayoría de los tenedores aprobó la liberación de efectivo del fideicomiso para terminar la construcción que quedaba pendiente, menos de un 5%. Los bonahabientes declararon estar dispuestos a flexibilizar las condiciones para llegar a un acuerdo y recuperar la inversión.

Semanas más tarde, un grupo liderado por Gary Lundgren —uno de los inversionistas que representaba el 15% de los tenedores de bonos ($80 millones)— afirmó que no negociaría con la empresa.

Los tenedores y Newland empezaron a pulsear por el control de las ventas de las unidades que faltaban.

En marzo cuando se publicaron los reportes financieros del cierre del año fiscal de 2011, en la Bolsa de Valores de Panamá, las pérdidas eran de $12.7 millones.

INCUMPLIMIENTO

Para el 15 de mayo de 2012 Newland cayó en el segundo incumplimiento, unos días más tarde informó a los inversionistas el estado de las ventas y las unidades disponibles.

Para esta fecha Fitch nuevamente bajó la calificación alegando que no se contaba con los medios para generar recursos.

Khafif por su parte señalaba que el problema había sido la crisis mundial, que no permitió que los clientes pudieran pagar, pero que el edificio estaba construido y el negocio del hotel marchaba bien.

Agregó que se tomarían los correctivos para terminar de vender y continuarían con los planes para la construcción de un club de playa del hotel, lo que haría con sus propios recursos.

Finalmente, la semana pasada Newland International Properties anunció que Cervera Real State tendrá la misión de colocar el 49% de las unidas que está disponible. Sin embargo, hasta la fecha se desconoce si Newland llegó a un acuerdo con los tenedores de los bonos y si estos le darán el plazo y las condiciones que necesita para recuperarse y pagarles.

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