La noche de la mega-pelea Mayweather contra Pacquiao, un insulto muy fuerte

Actualizado
  • 10/05/2015 02:00
Creado
  • 10/05/2015 02:00
La idea del himno aunque fue para agradar a un patrocinador no es lógica ni se sostiene. 

Los que organizaron la mega-pelea entre Floyd Mayweather Jr. y Manny Pacquiao presentaron un regalo especial del 5 de mayo a los aficionados latinos del boxeo: un golpe en el ojo.

No puedo creer que los organizadores y promotores —entre los que se encontraban Mayweather Promotions, Showtime y HBO— designaran a alguien para cantar el himno nacional mexicano antes del encuentro del 2 de mayo. Por lo menos, no hubo ningún sombrero.

El himno comienza con la siguiente letra: ‘Mexicanos, al grito de guerra el acero aprestad y el bridón, y retiemble en sus centros la tierra al sonoro rugir del cañón…'.

El rugido del cañón sonó más como el clink, clink de la caja registradora. Aunque el anunciador trató de conectar ese gesto con el hecho de que el 5 de mayo era inminente, a mi parecer fue insultante e inapropiado.

Por tres razones. Primero, por ser aficionado al boxeo de toda la vida, he oído el himno nacional mexicano cantado antes de una pelea docenas de veces. Aún así, nunca vi que se hiciera eso cuando no había un boxeador mexicano en el ring. Mayweather es afroamericano y Pacquiao es Filipino. Pensémoslo de la siguiente manera: ¿Qué hubiera pasado si los organizadores tocaban el himno nacional mexicano porque había un boxeador latino en el ring, pero no mexicano? Hubiera sido estúpido. Esto también lo es.

Una cosa es honrar a un boxeador tocando el himno nacional de su país, si nació fuera de los Estados Unidos. Eso está bien. Es un lindo gesto y muestra respeto. Entonces, por ejemplo, cuando en junio de 1996, el boxeador mexicano Julio César Chávez se enfrentó con el mexicano-americano Oscar De La Hoya en Las Vegas, tenía sentido que la ceremonia de apertura contuviera dos himnos —el himno nacional mexicano por Chávez y el himno estadounidense por De La Hoya.

Eso no es lo que ocurrió aquí. En esta ocasión, cantar el himno nacional mexicano resultó forzado, como si hubiera objetivos ocultos. Segundo, aunque algunos dirán que fue sólo un golpe de marketing, con la intención de llevarse una tajada del poder adquisitivo latino en Estados Unidos, que ahora representa aproximadamente $1.5 billones por año, hasta esa explicación es problemática. Nuevamente, ¿quién es el público al que va dirigido? No pueden ser los latinos no-mexicanos. Pero tampoco pueden ser los entre 20 y 25 millones de mexicano-americanos quienes, como De La Hoya, nacieron en Estados Unidos. Nuestro himno nacional es ‘The Star-Spangled Banner'.

De hecho, muchos mexicano-americanos no sienten amor alguno por México, por el maltrato, la pobreza y la negligencia que sufrieron sus antepasados inmigrantes. Tenemos una opción: ser leales a México o a nuestros padres y abuelos. La mayoría de nosotros optamos por esto último.

Entonces, aunque no hay duda de que hay muchos aficionados al boxeo mexicanos en Estados Unidos, representan sólo una pequeña porción de los que se estima que son 54 millones de latinos en el país. Por lo tanto, la maniobra no sólo fue grosera y presuntuosa. Fue también un mal negocio.

Tercero, quizás fuera que el himno tenía en realidad la intención de honrar a uno de los cinco principales patrocinadores del evento. Se cree que el Consejo de Promoción Turística de México pagó más de $1 millón para copatrocinar la pelea. Eso explica los carteles en el ring con el eslogan: ‘México, Live It to Believe it' (México, vívelo para creerlo).

Pero nuevamente, la idea de que todo eso fue para agradar a un patrocinador no se sostiene. El mayor patrocinador fue la empresa de cerveza Tecate, con sede en México, que puso $5.6 millones para convertirse en la cerveza oficial de la pelea. ¿Tiene Tecate un jingle? ¿Y Paramount Pictures/Skydance Productions o la Weinstein Co. —otros dos patrocinadores? ¿Por qué individualizar a un patrocinador para este honor y excluir a los otros?

Además, la percepción es horrible. Si uno empieza a subastar himnos nacionales a patrocinadores corporativos, se pasa del mal gusto a algo indignante. Si ése es realmente el motivo del golpe, es un motivo malo. Y sienta un lamentable precedente.

Lanzar la llamada Pelea del Siglo con el himno nacional mexicano fue un error colosal. Constituyó un bochornoso ejemplo del desmadre del marketing latino.

Por ser mexicano-americano y, por tanto, supuestamente un miembro del público a quien estaba dirigido, he aquí un consejo: Si van a tratar de venderme algo, dediquen el tiempo necesario a comprenderme lo suficiente como para ofrecerme algo con respeto y eficiencia.

THE WHASHINGTON POST

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‘Las empresas organizadoras del encuentro boxístico tuvieron un desatino que pareció más un insulto que un regalo especial, cantar el himno nacional mexicano el pasado 5 de mayo en la mega-pelea entre Floyd Mayweather Jr. y Manny Pacquiao'.

‘Mayweather es afroamericano y Pacquiao es Filipino. Pensémoslo de la siguiente manera: ¿Qué hubiera pasado si los organizadores tocaban el himno nacional mexicano porque había un boxeador latino en el ring, pero no mexicano? Hubiera sido estúpido'.

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