Discurso económico del Presidente
A continuación, lo mínimo que debiera incluir el discurso del Presidente Varela para esa importante ocasión.
El presidente Juan Carlos Varela tiene en dos semanas la oportunidad de asistir a la Asamblea Nacional y pronunciar un discurso histórico que devuelva esperanza al país e imprima energía a la economía. Sólo así podrá revertir el efecto tortuga que tanto daño ha causado a su administración durante estos primeros dos años y medio de gobierno. De no aprovechar esta instancia y salir entonces con una perorata usual desvinculada de la realidad nacional, podría ser desalentador y hasta desastroso. A continuación, lo mínimo que debiera incluir el discurso del Presidente Varela para esa importante ocasión.
Pueblo panameño, nuestra democracia depende de factores que actualmente están en discusión: libertades individuales, transparencia política, estabilidad económica y continuidad institucional. Pero hay un quinto factor que está en constante hacer, que es por definición inconcluso y que se nutre de actualizaciones y demandas insatisfechas.
Y que, por eso mismo, tiene asignaturas pendientes. En consecuencia, exige compromisos renovados y fórmulas creativas de la política que dejen atrás las retóricas viejas, ya sean éstas excusas de funcionarios o quejas inerciales de opositores. Ese quinto factor es imprescindible para realimentar y potenciar las anteriores y darle así a la democracia su sentido más genuino y su acepción más amplia e incluyente.
Se trata del bienestar general del pueblo panameño. Ya en 1903 fue preocupación y objetivo histórico de los próceres separatistas, y hoy sigue siéndolo para nosotros. Por eso, como presidente de la República, colocaré esta cuestión central de la democracia al margen del rejuego político y de las comidillas de redes sociales, y la llevaré al terreno en el cual debe ser tamizada y perfeccionada.
Y es en el ámbito de esa responsabilidad ejecutiva en la que quiero contribuir al desarrollo económico de todos y cada uno de los habitantes de este país. Es bueno recordar que muy pronto celebraremos
30 meses de gobierno luego de cinco años de fracturas y altibajos internos. Y nos duele porque participamos durante 26 meses del pasado quinquenio. En homenaje a esas llagas y cicatrices del ayer es oportuno aclarar que la democracia no es para nosotros un campeonato de velocidad, un certamen de estridencias ni un show de espectacularidades.
No se trata sólo de romper récords estadísticos de crecimiento económico o montos extraordinarios del gasto público, aunque la inversión es, naturalmente, bienvenida. La clave de hoy pasa, sobre todo, por alcanzar pequeños triunfos cotidianos, de esos que tienen que ver con la vida de todos los días y que nos acercarán cada vez más a una meta innegociable como es la de contribuir a mejores condiciones de vida de los panameños. Hoy un solo puesto genuino de trabajo que genere la economía vale más que mil palabras de cualquier político del gobierno o de la oposición.
El desafío que tenemos por delante es precisamente ése: articular las libertades individuales con la racionalidad económica y el progreso de los indicadores de la macroeconomía con una mejor condición de vida del pueblo trabajador. Es necesario decirlo una vez más: el desempleo es el peor flagelo que las democracias modernas enfrentan en todo el mundo y es una preocupación central de nuestro gobierno. Y por eso trataremos de evitar a toda costa que se propague como un cáncer fatal. Como presidente de la República me comprometo a trabajar de inmediato en dos aspectos vitales de la economía y que sentimos devolverán confianza a los empresarios y productores que son naturalmente imprescindibles en su rol de generación de empleo. Primero, en aras de fomentar una economía libre, no renovaré la medida de control de precios de más de 20 alimentos de la canasta básica y dejaré sin efecto la regulación de márgenes de otro tanto de artículos comestibles. Y segundo, por el respeto a la Constitución Política de la República de Panamá y aras de la seguridad jurídica de todos los actos que realiza este gobierno, dedicaré día y noche para buscar vías efectivas para proteger al empresario Abdul Waked con la misma vehemencia como lo he hecho en el caso de los papeles de Mossack y Fonseca, y de cualquier otro ciudadano panameño que sea injustamente incluido en la nefasta Lista Clinton.
Es oportuno afirmar que durante los próximos 30 meses que dure este gobierno, haré todo lo necesario para fortalecer la democracia, impulsar la economía y recuperar el prestigio y la imagen exterior de nuestro país. Y en ese sentido, no permitiré que ningún Estado extranjero y mucho menos ninguno de sus embajadores vocifere contra la honorabilidad de nuestros ciudadanos o atente contra la soberanía económica de nuestro país.
Los invito a todos, funcionarios y opositores, políticos y empresarios, panameños y extranjeros, para que cada uno ponga su cuota cívica y moral, y nos ayude a desafiar obstáculos y construir el Panamá que anhelamos. Sé que vamos a lograrlo. Es mi sueño, mi deseo y mi compromiso de aquí al 2019.
EMPRESARIO
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