El falso dilema del aguacate

Actualizado
  • 13/09/2016 02:00
Creado
  • 13/09/2016 02:00
Pretender que el Estado controle el precio de todos los bienes es una forma disimulada de desconocer el papel que los consumidores

En días recientes surgió, en el seno de las redes sociales, un cuestionamiento al hecho que una cadena de supermercados en nuestro país ofrece este fruto, cuyo nombre proviene del náhuatl ahacuatl que significa testículo, quizás por la forma ovoide del fruto del árbol del mismo nombre, a un precio que el tuitero consideraba excesivo ($5.95 por kilogramo).

Algunos de los participantes en esta polémica virtual señalaban que esto es el reflejo de los abusos que se cometen contra la población, que se quiere reinstaurar la odiosa discriminación sufrida en nuestro país, del silver roll y el gold roll , mientras que otros señalaban que si esto se hubiera dado en uno de los minoristas de pequeño formato (minisúper y abarroterías), y que en una gran mayoría son de origen chino, la Acodeco los hubiera multado.

Vale la pena señalar que el aguacate no está dentro de los 22 productos de la Canasta Básica de Alimentos, que tiene sus precios regulados desde julio de 2014. En consecuencia, no se infringe ninguna norma, el hecho que se comercialice a un precio que algunas personas puedan considerar como exageradamente caro. ¡Qué se puede hacer entonces? La respuesta está también en el hilo de esta discusión en las redes sociales, cuando uno de los participantes dijo que sencillamente había que comprarlo en otro lugar que lo ofrecen a un precio promedio de $2.

Y es que lo que hace días ocurrió con el aguacate, ha ocurrido antes con el limón, con el guandú y con muchos otros productos. El precio al que se ofrece está explicado por varios elementos desde el lado de la oferta, algunos de los cuales son muy objetivos y medibles (costo de adquisición para el minorista), período de rotación, necesidad de refrigeración, índice de mermas, etc., pero también su precio se ve influido por el lado de la demanda (disposición a pagar de los consumidores, patrones de consumo con estacionalidades en el año). En otras palabras, el polémico precio del aguacate no debería ser tal. Si hay consumidores que lo consideran muy caro seguramente no lo comprarán, o en todo caso lo comprarán en otro local que lo ofrezca a un precio mucho más accesible.

Lo rescatable aquí es la importancia que tiene para los consumidores manejar información, en cuanto a abastecimientos alternos y también sobre una especie de precios de referencia, que nos permita valorar como caro, barato o razonable el precio de algún bien o servicio. Pretender que el Estado deba controlar el precio de todos los bienes que se ofrecen en el mercado es una forma disimulada de desconocer el papel que los consumidores tenemos y debemos seguir teniendo en los mercados, especialmente en aquéllos que en su mayoría se rigen por el esquema de libre oferta y demanda.

Como vemos, al final no hay necesariamente dilema. No se trata de deshojar margaritas preguntándonos si debemos o no consumir aguacate, o si debemos comprarlo o no a un precio que para algunos es desproporcionado. Se trata, eso sí, de preguntarnos si estamos dispuestos como consumidores a ser sujetos de cambios en el mercado utilizando el gran poder de nuestras decisiones de compra.

ADMINISTRADOR DE LA ACODECO

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