El nuevo ministro y el viejo MIDA

Actualizado
  • 02/07/2014 02:00
Creado
  • 02/07/2014 02:00
¿Por qué nadie logra cambios efectivos? Recomendaciones para el Dr. Jorge Arango

El discurso inicial del Dr. Arango no es diferente a los que han dicho todos los ministros posteriores al ministro militar General Paredes, cuando las instituciones autónomas del sector agropecuario jugaron un papel preponderante en un país donde el productor no recibía casi nada, por no decir nada.

Hoy 40 y pico años después, el nuevo ministro hace recomendaciones que ya fueron hechas desde 1981, cuando empezada a coger fuerza la famosa ‘globalización’ que siempre ha pretendido cerrar algunas instituciones como el Banco de Desarrollo Agropecuario (BDA) y el Instituto de Mercadeo Agropecuario (IMA). Estas dos instituciones han podido resistir durante todo este tiempo los embates del proceso de globalización, argumentándose sobre la ineficiencia del BDA y la de un IMA que compite con ventajas con los pequeños y grandes comerciantes.

El nuevo ministro debe preguntarse : ¿Por qué no han podido cerrar estas dos instituciones del sector? ¿Cuál es el misterio detrás de estas dos empresas estatales? ¿Cómo logran escaparse cada cinco años que llega un ministro nuevo? ¿Por qué el BDA, en vez de ser cerrado, renace de sus cenizas? ¿Quiénes están detrás de este fenómeno?

Tiene que haber una causa. El problema fundamental en este misterio es que el nuevo ministro entra a casi el único ministerio donde todo es viejo, sobre todo la superestructura organizativa; es decir, que cuando un ministro nuevo llega es, de inmediato, tragado por expertos que le hacen cambiar sus criterios iniciales y, en la mayoría de los casos, se deja llevar de la mano de los esos expertos que son los mismos con los que piensa dirigir el sector.

El ministerio, cada cinco años, se convierte en un departamento de recursos humanos donde los nuevos que entran con un perfil determinado reemplazan a otros con un perfil casi que igual. Y, así como el anterior, el nuevo técnico seguirá haciendo lo mismo que hacía el funcionario viejo. Este sistema no falla, es lo mismo cada cinco años o, cada vez que cambia el ministro.

El quid de este asunto es que el nuevo ministro no cambia el sector agropecuario porque, a pesar de que comprende el sector y sus problemas, no puede encontrar el ‘portillo’ que le permita administrarlo como podría administrar sus propios negocios. El ministro, en pocos meses, se convierte en un simple observador del sector agropecuario porque no puede montar mecanismos administrativos que le permitan tener ese control.

El ministro ‘no manda en el sector’, aunque sea el presidente de cada una de las Juntas Directivas de todas las instituciones autónomas y semiautónomas. Es una simple figura decorativa que va a las reuniones a resolver los problemas que cada director quiere que le resuelva. Y lo peor de todo es que sale de esas reuniones como si hubiera hecho algo bueno y no se da cuenta de que lo están usando para transferir responsabilidades de los directores.

Es casi imposible darle seguimiento a una determinada política agropecuaria si no se tiene un mecanismo administrativo que le dé seguimiento y que corrija los rumbos cuando sea necesario. Que yo sepa, ningún ministro ha logrado tener este control. Es por eso que este sector mantiene un desgreño organizativo y nunca hay resultados controlados. El MIDA tiene una administración espontánea en cada uno de sus centros de poder. Es el único ministerio donde, realmente, hay una ‘verdadera autonomía no supervisada’. Nadie tiene control sobre lo que hace un técnico en su área. Esto significa que un sistema organizado de esta forma es lo que encontrará el nuevo ministro, Dr. Jorge Arango.

ECONOMISTA

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