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- 09/12/2025 00:00
Panamá mantiene vigilancia activa para contener la expansión del HLB o “dragón amarillo” que afecta los cultivos de cítricos en la región. El país registra presencia de la enfermedad en casi todas las provincias, excepto Darién, única zona que continúa libre del Huanglongbing (HLB), una de las plagas más destructivas para los árboles de naranja, limón, mandarina y toronja.
La confirmación fue dada por el técnico Harry Pérez, subdirector de la Dirección Nacional de Sanidad Vegetal del Ministerio de Desarrollo Agropecuario (MIDA), quien explicó el funcionamiento de los programas de monitoreo, las áreas afectadas y los desafíos que enfrenta la producción nacional de cítricos.
Pérez indicó que los sistemas de vigilancia ejecutados por los equipos técnicos confirman que toda la República de Panamá tiene presencia del vector, el insecto Diaphorina citri, conocido como sílido, pero Darién aún no registra la bacteria que causa la enfermedad.
“El monitoreo refleja que seguimos libres de HLB en Darién. Allí está el foco principal de vigilancia porque se quiere mantener el estatus libre”, explicó.
El HLB es considerado un problema fitosanitario de alto riesgo. La bacteria Candidatus Liberibacter asiaticus —que provoca debilitamiento, deformación de frutos y muerte progresiva del árbol— solo se transmite si el sílido se alimenta de una planta infectada y luego pica una planta sana. Por ello, las medidas de control deben enfocarse tanto en el vector como en las plantas enfermas.
Aunque el vector fue identificado en el país en 2005, no fue sino hasta 2015–2016 cuando se confirmó la presencia de la bacteria en Guabito, provincia de Bocas del Toro. Desde entonces, la enfermedad ha ido expandiéndose hacia otras provincias. Hoy, solo Darién permanece libre, mientras que el resto del país mantiene distintos niveles de presencia y control.
“Es una enfermedad destructiva a nivel mundial. Panamá ha logrado contenerla parcialmente gracias a los programas de vigilancia y eliminación de plantas afectadas”, señaló Pérez.
El MIDA mantiene un sistema de vigilancia sectorizada que incluye visitas técnicas, muestreos y supervisión tanto en fincas comerciales como en pequeñas parcelas. Cuando se detecta un árbol infectado, la primera recomendación es eliminarlo para frenar la expansión.
Adicionalmente, existe una reglamentación obligatoria que exige que toda nueva plantación utilice plantones certificados, libres de HLB y obtenidos en viveros autorizados. En Panamá, la certificación se maneja principalmente desde el banco de germoplasma y bloques de multiplicación ubicados en Divisa, donde se producen yemas sanas para uso comercial.
El país cuenta con laboratorios de referencia para confirmar la presencia o ausencia de la bacteria, tanto en la ciudad de Panamá como en Divisa, donde se analiza cada muestra tomada en campo.
La mayor amenaza para mantener zonas libres de HLB es el traslado de plantas infectadas hacia áreas que aún no han reportado la enfermedad. Por ello, el MIDA mantiene puestos de vigilancia en puntos estratégicos, incluyendo Divisa, Guabalá, Chiriquí, Bocas del Toro y Darién, donde se revisa el traslado de plantones de cítricos.
“Puede existir el vector, pero si no hay plantas infectadas no se desarrolla el problema. El riesgo surge cuando alguien traslada un plantón afectado hacia una zona libre”, insistió Pérez.
Estos controles permiten contener la enfermedad, pero requieren la colaboración tanto del sector productivo como de viveros privados y compradores minoristas.
Panamá cuenta con aproximadamente 14,925 hectáreas dedicadas a la producción de cítricos, según datos de la Dirección de Agricultura del MIDA. Aunque es una cifra modesta comparada con grandes productores como Brasil o México, comentó que han observado crecimiento en provincias como Chiriquí y Coclé.
Aun así, la producción está dirigida casi exclusivamente al mercado nacional. Los volúmenes actuales no permiten abastecer mercados internacionales ni sostener procesos de exportación continua.
“El enfoque de la producción panameña es consumo local, ya sea jugo o fruta fresca. Para exportar se requieren volúmenes mayores y precios competitivos”, sostuvo el técnico del MIDA.
En el país se manejan principalmente variedades de naranja dulce, toronja, mandarina y limón, todas provenientes de material certificado y libre de enfermedades.
Actualmente, el banco de germoplasma y los viveros oficiales tienen capacidad para producir alrededor de 100,000 yemas sanas al año, destinadas a viveros comerciales.
Sobre el comportamiento del mercado en la temporada navideña —cuando el consumo de mandarina aumenta significativamente—, Pérez explica que la producción nacional es pequeña y no cubre la demanda.
Por ello, la mayoría de las mandarinas que se encuentran en supermercados son importadas, mientras que la producción nacional se comercializa principalmente en puestos artesanales o en mercados comunitarios.
“No tenemos volumen para suplir el mercado. Las mandarinas que vemos en supermercados son importadas. La producción local es baja y se distribuye en circuitos más pequeños”, expresó.
Entre los principales desafíos para mejorar el estatus fitosanitario del país están:
“El HLB no tiene cura. Solo el manejo integrado, la eliminación de plantas enfermas y el uso de material certificado pueden ralentizar su impacto”, acotó el especialista.