Hilarión Cardozo y Álvaro Páez

Actualizado
  • 27/02/2012 01:00
Creado
  • 27/02/2012 01:00
El pasado 21 de febrero, quienes nos formamos en las filas de la Juventud Revolucionaria Copeyana –JRC-, sufrimos un golpe de esos que h...

El pasado 21 de febrero, quienes nos formamos en las filas de la Juventud Revolucionaria Copeyana –JRC-, sufrimos un golpe de esos que hacen imposible la recuperación total.

Murieron Hilarión Cardozo, mi compadre y mentor de los primeros años de lucha a la caída de Pérez Jiménez, y Álvaro Páez Pumar, mi entrañable amigo, uno de los dignos sucesores del primero e integrante de una familia de recia estirpe Demócrata Cristiana. Ambos fueron secretarios juveniles nacionales de COPEI, orgullos de aquella muchachada generosa que en universidades y centros de educación media batalló sin descanso por la consolidación de la democracia y la libertad en la turbulenta década de los sesenta. Hasta los más enconados adversarios de aquel tiempo, reconocieron en ellos firmes convicciones y coraje extraordinario para defenderlas en todos los terrenos.

A Hilarión lo conocí empezando el 58. Él era el líder máximo de la JRC. Cuando me pregunto el porqué de mi inscripción en COPEI hace 54 años, sobre la actividad desarrollada desde entonces apegado a unos cuantos principios aún intactos, a pesar de venir yo de una familia adeca con un padre vinculado al medinismo y en consecuencia al URD de la época, encuentro varias respuestas parciales. Aún tengo algunas dudas sobre mi llegada a COPEI, pero no tengo ninguna con relación a haber permanecido en sus filas, con mayor o menor actividad. Una razón de peso está en Hilarión Cardozo. Desde nuestro primer encuentro surgió una estrecha amistad que duró hasta la noche mencionada. aunque sus enseñanzas perdurarán para siempre.

Nos hicimos compadres. Fue el padrino de mi hijo mayor. Tuvimos temporadas de coincidencias plenas en las luchas del partido y de distanciamientos y confrontaciones severas sin que nunca se afectara el fraternal afecto entre ambos. Fue dirigente universitario de primera línea, excelente parlamentario, orador de bandera, uno de los mejores gobernadores que ha tenido el Zulia, embajador ante la OEA, Ministro de Justicia y, entre otras cosas, presidente nacional de un partido que pareciera necesitar de muchos hilariones para superar la crisis actual. Me cuesta sintetizar en estas líneas el valor del compadre y cuantificar sus aportes a Venezuela.

Como secretario juvenil de COPEI en el Zulia presidí la Convención Nacional Juvenil celebrada en Maracaibo en enero del 63. Hilarión entregó la jefatura de la juventud a Eduardo Fernández. A éste le siguió Álvaro quien había jugado roles protagónicos con sus antecesores. Estuvo a la altura de las circunstancias en tiempos de enfrentamientos internos muy serios.

Avanzados, astronautas y araguatos copamos una temporada difícil, pero rica en lecciones de vida. Álvaro fue un hombre íntegro, de enorme vocación municipalista y Demócrata Cristiano ejemplar. Luego vino Abdón, después yo y una respetable lista de jefes juveniles imposible de mencionar en estas líneas. A pesar del luto profundo, doy gracias a ambos por muchas cosas al mismo tiempo.

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