Los presidentes del mundo se acoplaron al pueblo

Actualizado
  • 09/03/2013 01:00
Creado
  • 09/03/2013 01:00
‘Aquí estás invicto, puro y transparente. Comandante, no pudieron contigo, no podrán contigo’, dijo ayer en el discurso de despedida al ...

‘Aquí estás invicto, puro y transparente. Comandante, no pudieron contigo, no podrán contigo’, dijo ayer en el discurso de despedida al presidente de Venezuela su sucesor, Nicolás Maduro. Fue el primero en hablar en el marco de los funerales de Estado en la Academia Militar. Lloró y agregó: ‘Hugo Chávez fue un cristiano, un redentor, un cristo de los pobres de esta tierra’.

Así, en una mañana soleada, Maduro sumó su voz para avivar la imagen mítica de un líder carismático que para sus fieles es un dios. Lo hizo rodeado de una treintena de presidentes, entre los que se encontraba Ricardo Martinelli, y 54 representantes de delegaciones internacionales, según contabilizó la Cancillería venezolana.

La ceremonia inició con el himno nacional, que dio paso al ritual de tradición militar de las guardias de honor. En orden, el locutor nombraba entre cinco y seis presidentes para que se acercaran al féretro y, durante unos minutos, permanecieran ahí. Los primeros en pasar fueron los más cercanos: Raúl Castro (Cuba), Evo Morales (Bolivia), Rafael Correa (Ecuador), Daniel Ortega (Nicaragua) y Mamud Ahmadinejad (Irán), que en ese momento lloró. También desfilaron jóvenes socialistas y los principales ídolos del deporte ve nezolano.

Afuera, millones de personas seguían la ceremonia desde las pantallas gigantes ubicadas en avenida Los Próceres y un poco más allá, en la de Los Símbolos. Aplaudían, lloraban, compraban suéteres, gorros, brazaletes y banderas revolucionarias, por 30, 50 y 60 bolívares (tres a diez dólares).

VIGILIA

Vinieron desde distintos puntos del país y hacían fila desde el jueves en la tarde. Aún con la noticia de que el velorio se extiende por una semana más y luego el cuerpo será embalsamado y expuesto, muchos durmieron allí en la noche, cubiertos con cartones porque no dejan entrar tiendas al lugar, para aprovechar que el viernes era ‘‘día no laboral’’ decretado por el Ejecutivo.

En la avenida Los Próceres la novedad del jueves en la noche fue un escenario con una gigantografía inmensa de un Chávez sudoroso. Allí pasaron grupos de la canción popular y reivindicativa venezolana. Entre actuación y actuación, alguien usaba el micrófono para esos avisos de las grandes manifestaciones: chicos perdidos. ‘¡A las mamás revolucionarias, ¡a cuidar a sus chicos!’, pedía el locutor.

El viernes por la mañana la fila avanzaba pero no se entendía por qué, si durante la ceremonia no dejaban entrar a nadie a ver al presidente. ‘Los están haciendo dar vuelta para que nadie se ponga nervioso’, contestó un guardia desde una de las entradas valladas. Una vez que terminasen los actos, sí los dejarían pasar.

Desde allí, bajo el sol que seguía siendo una furia, el gobierno dispuso una tarima para los periodistas de medios no oficiales y la prensa internacional. Sólo los medios oficiales de Venezuela pudieron acceder a la ceremonia.

ES TODO

Entre la multitud chavista se siente que las horas invertidas en ‘‘Aló, Presidente’’ y los 14 años en que Chávez se pavoneó en la televisión rindieron sus frutos: repiten como una letanía términos como liberación, venceremos, grupos oligárquicos, burguesía y no volverán.

‘Él es nuestro padre. Es nuestro maestro por excelencia. Nos enseñó a ser libres y dignos’, dijo Antony Serrano, de 21 años, integrante de la juventud del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Está esperando su turno para comprar dos arepas y un jugo por 20 ‘bolos’ (dos dólares, al cambio de la calle, cuatro en el oficial). Es el precio de las ‘arepas para el pueblo’ del Gobierno: en un negocio común cuestan el doble.

‘¡Con Chávez todo, sin Chávez nada!’, suena de fondo con tono de marcha militar. Y es que Chávez es todo. Está en todos los rincones: en un cartel inmenso cuando llegas al aeropuerto, pintado en las paredes, en carteles sobre las vías, en los jingles de las radios, en los suéteres, en las discusiones de cada casa y de cada bar. Como un padre amado o como un cuco que se padece y del que se reniega hasta el hartazgo, Chávez sostiene el discurso como el dios de Malebranche sostenía al mundo.

En otros puntos de la ciudad, que está irreconocible por lo desierta en estos días, la cosa iba por otro lado: ‘Vive o muere, pero no huevees’. Y el análisis de que ni muerto sueltan a Chávez con tal de mantener el poder. Una crítica que hace foco en el aprovechamiento político del cuerpo. (ver nota relacionada)

Los mandatarios que asistieron ayer a los funerales pintaron a Chávez con los mismos trazos que el pueblo acalorado que peregrina hasta 15 horas para estar frente al líder por un segundo. Evo Morales dijo: ‘Hemos perdido un líder inalcanzable, pero nos ha dejado un legado y una tarea: la revolución para la liberación. Todos somos hijos de Simón Bolívar, pero también todos somos hijos de Hugo Chávez Frías’. José ‘‘Pepe’’ Mujica, presidente de Uruguay, coincidió: ‘Como dicen ustedes los venezolanos, todos somos Chávez, pero lo somos juntos’.

Así se acoplaron a la gente que siente una solidaridad sin condiciones. La que además de amarlo, ahora le reza a Chávez.

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