Salvadoreños inician camino final hacia beatificación de Romero

Actualizado
  • 23/05/2015 12:13
Creado
  • 23/05/2015 12:13
La procesión convocada en la Catedral Metropolitana comenzó con una fuerte lluvia que obligó a muchos feligreses a resguardarse

Miles de salvadoreños salieron por la noche a las principales calles de San Salvador en peregrinación hacia el lugar donde será beatificado monseñor Óscar Romero, lo que simboliza el inicio del camino final de dicho proceso.

La procesión convocada en la Catedral Metropolitana de la capital comenzó con una fuerte lluvia que obligó a muchos feligreses a resguardarse, mientras otros siguieron la marcha al encuentro con el nuevo beato. La fiesta, que pareció aguarse, tomó cuerpo y calor a medida que los cantos, palmas, vivas, vítores y danzas aparecieron.

"¡Alerta, alerta el que camina con un pueblo romerista en América Latina!", gritaba un grupo de jóvenes con camisetas con el rostro y palabras del arzobispo asesinado por un escuadrón de la muerte en 1980. "Yo vengo porque esto es un acto de justicia con Romero, porque la Iglesia y los gobernante están en deuda con él", dijo Paula Salgado a Acan-Efe mientras tocaba una pandereta en la procesión.

Amenazante en varias ocasiones, la lluvia no apaciguo los ánimos pero sí el calor de la ciudad que generalmente supera los 30 grados centígrados. Los truenos y los relámpagos se alternaban con el tradicional petardo que surcaba el aire anunciando a los peregrinos.

A derecha e izquierda del camino se amontonaban los comercios informales de comida, bebida y recuerdos. Las camisas, insignias, bufandas, calcomanías y calendarios daban la impresión de que más que a un acto religioso, se asistiría a un concierto o encuentro deportivo.

Los caminantes en su mayoría eran jóvenes, una generación que no convivió con Romero, pero que de "oídas" han "aprendido a quererlo".

"Romero fue una persona importante para el país, y lo es aún, aunque yo no lo conocí he leído lo que él hizo por este país por las personas que más lo necesitaban", dijo Andrea Ramos, miembro del movimiento Juventud Catolica, a Acan-Efe.

Agregó que "él dio su vida por todos" y que "ahora es tarea de nosotros los jóvenes recordarlo y continuar con su legado de amor, paz y justicia social". En la cercanías del monumento al Salvador del Mundo, un escenario adornado y dispuesto para la misa esperaba a los feligreses llegados de diferentes zonas del país.

En la tarima desfilaron jerarcas católicos de las iglesias de Perú, Argentina, Estados Unidos, Chile, Malta, México y Australia. Tras el protocolo de presentación, la fiesta continuó al son de cumbias y trova, los miles de asistentes levantaban las manos, unos bailaban, otros cantaban, la alegría se instaló en los rostros de la concurrencia.

"Por esta tierra del hambre yo vi pasar a un viajero humilde, manso y sincero, valientemente profeta, que se enfrentó a los tiranos para acusarles del crimen de asesinar a su hermano", entonaban fervorosamente. La "fiesta popular" daba paso a la misa de "vísperas", precedida por el cardenal hondureño Óscar Madariaga.

"La beatificación llega en este momento como culminación de un camino iniciado hace 35 años y como bendición para este querido pueblo salvadoreño y para este continente", dijo el purpurado católico en su homilía.

Agregó que a Romero "le mataron y hoy está vivo entre los santos para mostrar que hay más alegría en dar que recibir, que vale la pena arriesgarse por amor". El papable hizo votos para que la beatificación de Óscar Romero, asesinado el 24 de marzo de 1980 a las puertas de la guerra civil salvadoreña (1980-1992), para "no dejar que en los pueblos de nuestra Centroamérica siga reinando la violencia irracional".

Madariaga dijo al inicio de su intervención que la sangre de Romero "no fue derramada en vano". El militar salvadoreño jubilado Jorge Delgado dijo a Acan-Efe que él cuando estaba de alta en el Ejército "creía que Romero era un guerrillero y ahora, conociendo su vida y su historia", sabe "que es un santo".

Al terminar el rito católico la lluvia hizo mella en la concurrencia, ya que de los aproximadamente 3.000 feligreses del inicio se redujeron a 1.000 para la celebración de una vigilia.

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